"Vamos a dejar de decir lo que tenemos que hacer y hagámoslo"
Reta y plantea el cambio en las personas a base de bofetadas de sentido común, con una profesión que busca el desarrollo personal y que mide su éxito por el resultado de sus clientes
HABLO por derecho adquirido", dice Pepe Cabello (Córdoba, 1970), director de la empresa de coaching y formación Diamond Building, en cuya biografía hay hueco para oficios como fontanero, vendedor o promotor inmobiliario. De su experiencia, de sus altibajos y de 15 años de estudio surge una visión avalada por sus propios resultados, una vida que ha dado muchos tumbos y que ahora ha encontrado su enfoque. Por eso su misión es ayudar a otros a que logren sus resultados.
-¿Cambio de año, cambio de vida, cambio de ciclo?
-Hay cambio porque si hay una constante real única es el cambio, y esto no es nuevo. Esto viene desde Sócrates y Heráclito. El cambio es una realidad. Será más fácil de asumir si entendemos y aceptamos que no estamos ante una época de cambio, sino ante un cambio de época. Han cambiado todas las respuestas a lo que hacíamos, lo que sabíamos, cómo lo hacíamos y para qué. Lo que nos trajo hasta aquí no nos va a llevar más lejos. Hasta aquí hemos llegado con lo que sabíamos hacer y cómo lo sabíamos hacer. En algún momento tendremos que darnos cuenta de que debemos cambiar nuestras capacidades y nuestro conocimiento. El cambio uno puede padecerlo o disfrutarlo. Estamos en un momento brutal para aprender y eso es parte de lo que estamos haciendo, transmitir el mensaje de que el cambio puede disfrutarse.
-¿Por qué tanto miedo al cambio?
-Porque incomoda. Uno crea su círculo de confort y se acostumbra incluso al dolor. Lo tenemos reforzado en nuestra cultura con refranes como "virgencita que me quede como estoy". Hemos creado una conversación según la cual parece que cambiar es algo malo, cuando querer evitar el cambio es una sandez. Siempre estamos cambiando, y el que lo dude que mire una foto suya de hace cinco años. No sólo cambiamos físicamente, sino emocional o intelectualmente. La cuestión no es tenerle miedo, sino tomar conciencia del cambio. La pregunta sería si estás cambiando hacia donde tú quieres o te estás dejando llevar.
-¿Se está produciendo entonces un cambio forzado?
-No sé si es forzado, pero sí se está provocando un cambio de conciencia. No podíamos seguir con un modelo de sociedad que no funciona y un modelo de pensamiento que no es operativo. Esto es querer tapar el sol con un dedo.
-Habla continuamente de la conversación, del poder de las palabras y, sobre todo, de las que nos decimos a nosotros mismos.
-Es el gran poder que se le otorgó al ser humano cuando fue creado a imagen y semejanza de Dios. El poder de la creación que comienza con la palabra. Dios no hizo el mundo, sino que dijo que se hiciera. Todo comenzó con una conversación. La crisis que vivimos en este momento es en su mayor porcentaje fruto de una conversación. Está claro que quedan cosas técnicas por resolver, pero el resto es una conversación. Si los 46 millones de españoles dejáramos de hablar de crisis, ésta desaparecería. Se dice que no hay dinero, pero sí hay; que no circule es distinto. No hay trabajo; sí. No de lo que yo quiero; eso es distinto. Trabajo hay, porque no conozco ni un empresario dispuesto a despedir a nadie que sea productivo.
-Esas afirmaciones pueden provocar que gente que lo está pasando realmente mal le haga algún reproche.
-Sí, me ha llegado, pero nunca hablo de nada que no haya vivido. Hay dos formas de hablar delante de las personas: por talento desarrollado o por derecho adquirido. No sé si tengo el talento, pero el derecho me lo he ganado. Vengo de una crisis financiera suficientemente importante para que cuando alguien me dice que no me puedo imaginar lo que es perder el empleo yo sí lo sepa. No sólo perder el empleo, sino todo, y todo significa tener que replantearte un comienzo no desde cero, sino desde menos mucho.
-¿Cómo se levanta uno el día que se le ha caído todo lo que ha construido, no sólo económicamente, sino relaciones personales…?
-Cuando sucede algo así hay una fase de duelo, de negación, un ataque de rabia, ira, pena… No es malo sentirse así, no está mal sentirse triste, lo jodido es alargarlo en el tiempo. Tengo clientes que cinco años después siguen contándose la misma historia. Se puede perder, sí, pero forma parte del proceso de la vida. ¿Cómo se levanta uno? Pues jodido, y en mi caso no fue tanto perder cosas materiales, que fueron muchas y a mucha gente les hice pasarlo mal por mis decisiones. Pero lo que más me costó darme cuenta es de la cantidad de relaciones que tenía puramente financiadas. Tenía amigos y relaciones íntimas basadas en el dinero. Se acabó el negocio y se acabaron muchas amistades de personas muy cercanas. Fue lo que más trabajo me costó asumir, que gente que te decía "mejor amigo" estaba comprada. Uno es ciego a eso. Cuando uno lo pasa mal descubre que tiene amigos de verdad, pero no eran cien, eran tres.
-Hizo fortuna en el negocio inmobiliario, lo perdió todo y ahora se ha levantado haciendo algo totalmente distinto. ¿Es una metáfora de lo que necesita España?
-Llevo más de 15 años en esto y es lo mejor que me ha pasado en la vida. Seguramente si alguien lee esto puede sonar a frase hecha, pero estoy muy agradecido. Gracias a la crisis me levanto cada día con la persona que quiero levantarme, porque no hubiese conocido a mi pareja si no hubiera hecho lo que hice. No sería quien soy y no me dedicaría a lo que me dedico. Para mí ha sido lo mejor que me ha ocurrido.
-Pone con frecuencia como ejemplo el cuento del halcón y la rama. ¿Necesitamos que nos quiten la seguridad para volar?
-Totalmente. Si la persona que dice que busca un trabajo estable para tener seguridad no tuviera ninguna opción y se planteara cómo se puede ganar la vida con algo que fuera vocacional, seguro que surgirían cosas. Pero cuando alguien pierde un empleo o un negocio la querencia que tenemos es a quedarnos sentados y lamentarnos en lugar de pensar: "Bien, lo perdí todo, pero ¿qué oportunidad puede representar para mí? ¿Puede significar la reconstrucción de una nueva vida?" Pues genial, se reconstruye y listo. Quedarse en el círculo vicioso de la queja no cambia nada. No pretendo infravalorar la situación de muchas personas, porque conozco gente que lo está pasando muy mal. Es lamentable que gente que puede tener soluciones no esté haciendo nada, pero insisto en que parte de la solución es un cambio de conciencia.
-Defiende que la solución está en el interior, pero ¿quizás nos hemos acostumbrado a que todo nos venga dado desde fuera?
-Es más de lo mismo. Habría que ir a la base, a la educación. Educar es sacar de dentro lo que hay, y no sólo no lo sacamos, sino que lo bloqueamos y metemos dentro más cosas que no sirven para nada. Tenemos que ir al origen. No se enseña cómo pensar; se dice lo que tienes que pensar. Pensar es hacernos preguntas y responderlas, y no tiene sentido que cada día tengamos 60.000 pensamientos y que el 90% sean los mismos que el año pasado. Siempre nos hacemos las mismas preguntas, y tenemos que escarbar, hacer que la gente se haga preguntas, enseñarles a pensar, crear librepensadores… ¡No pasa nada! Hay que enseñar a los niños a hacerse preguntas distintas, porque si no, los moldeamos. Yo no me pregunto por qué soy tan tonto, porque tendría demasiadas respuestas. Prefiero preguntarme por qué soy tan excelente, a lo mejor sólo tengo tres respuestas, pero me sirven.
-¿Y qué ofrece o qué busca la gente en el 'coaching'?
-Lo que todos hemos buscado en una nueva filosofía. Al final uno busca respuestas a preguntas que un día te hiciste y no encontraste. El coaching es una respuesta natural al cambio evolutivo que está sufriendo esta sociedad. Alguien tiene que ayudar a la gente a hacerse preguntas distintas y creo que el coaching es una gran fuente de herramientas para provocar un nivel de conciencia mayor. Entonces podríamos entrar en la siguiente fase, que es asumir responsabilidad, dejar de echar balones fuera. Responsabilidad es la fusión de dos palabras: respuesta y habilidad. Si somos capaces de entender eso nos daríamos cuenta de que responsabilidad y culpa no son sinónimos, porque la culpa busca un chivo expiatorio y la responsabilidad busca la respuesta más hábil para dar con la solución. Einstein decía que ningún problema puede ser solucionado en el mismo nivel de conciencia en que fue creado. Es decir, que la respuesta a un problema está tan en el interior como el problema en sí mismo. Winston Churchill, poco antes de morir, dijo que si de algo se arrepentía era de haberse preocupado de millones de cosas que jamás ocurrieron. Tras entender eso, elevar conciencia y asumir la responsabilidad, hay que provocar acción. Somos un país que necesita acción ya, acción enfocada y dejar de quejarnos; ponernos las pilas y dejar de cacarear. Vamos a dejar de decir lo que tenemos que hacer y hagámoslo.
-¿Y el personal está dispuesto a actuar o está cómodo regodeándose en la queja?
-Esto ya no es un tema de opciones, es que no queda otra. El ser humano cambia por tres motivos: shock, inspiración o conciencia. España nunca cambio por conciencia, siempre fue por shock. Ni siquiera tuvimos muchos momentos de inspiración. España se siente muy poco inspirada por su país. No voy a entrar en temas políticos, pero es absurdo. Hay demasiada gente interesada en dividir este juego y creo que parte de la solución es entender que no somos quijotes ni formamos parte de distintos grupos. Seamos lo que seamos, formamos parte uno del otro y la solución está en entender que o nos toca otro shock, que ojalá no, o buscamos momentos de inspiración. Los momentos de shock llegarán solos, así que busquemos momentos de inspiración o conciencia. Y ahí es donde viene el coaching, a aportar ese tercer punto a través del que puede cambiar un ser humano.
-¿No tiene la sensación de que dice cosas tan de sentido común que no tienen gran mérito?
-Es que no tienen ningún mérito. El sentido común por sí solo es genial, pero con más sentido común, más aún. De hecho, ser feliz es una cuestión de sentido común.
-¿Y cómo se responde ante esos golpes de sentido común?
-A Steve Jobs le preguntaron por el secreto de su éxito y dijo que tenía tres claves: saber hacia dónde vas, saber qué vendes y enterarte de qué va esto. Entérate de qué va esto, que es un cambio de modelo; entérate de lo que vendes y hacia dónde vas, porque eso es clave. ¿Cuál es la dirección? ¿Dónde quieres estar el año que viene? Cuando hay fe en el futuro hay fuerza en el presente, pero para eso tengo que ver nítidamente cuál es el futuro, porque le dará sentido a la planificación de mi vida y de mi país.
-Pero ahora más que nunca vivimos en el día a día.
-Es a lo que nos hemos acostumbrado, al resultado rápido y fácil sin pagar precio. Todos quieren ir al cielo, pero nadie se quiere morir. Cuando pregunto en mis cursos cuántos están dispuestos a pagar un precio por unos resultados excelentes no hay muchos que levanten la mano, sobre todo cuando explico lo que significa pagar un precio, que es una ecuación que suma dinero, tiempo, energía y emociones. Todos queremos resultados grandes, cosas extraordinarias… pero detrás de eso hay que hacer algo extraordinario, ¿estamos dispuestos a hacerlo? Queremos hacer cosas ordinarias y tener resultados extraordinarios, y eso no encaja.
-Entonces…
-Ahora viene la tercera parte, que es la más jodida de entender. ¿Cómo puedo hacer cosas extraordinarias si no soy una persona extraordinaria? Ése es un juego muy viejo que nuestros padres vivieron, que es "ser aprendiz", algo que se ha perdido. Es ser, hacer y tener. Hoy hay mucha gente que quiere tener sin hacer, y hay mucha gente que hace sin ser. Eso lleva a un porcentaje horrible de un 85% de personas que no son felices con la profesión que tienen: médicos, maestros… Simplemente porque hacen lo que no son. Ésta es una oportunidad de oro. Nunca hubo un momento en la historia de España desde Carlos V para emprender más grande que éste, nunca. Si entendemos que un negocio es una organización que soluciona problemas y necesidades, no hubo nunca tantas en este país, y si nunca hubo tantas, no hay mejor momento para emprender. Pero emprender no es sólo montar un negocio. España esta llena de empresarios que no son emprendedores.
-¿Qué es entonces emprender?
-El que tiene una hipoteca lo sabe. El piso es del banco, el dueño no eres tú, pero eso no significa que maltrates tu piso. Haces cosas por él que no hace el propietario; lo cuidas, lo decoras, lo aseguras sabiendo que no es tuyo. Igualmente el trabajo no es mío, porque quien me lo ofrece me da la oportunidad de desarrollarme profesional y personalmente, y es ahí donde tengo que ser un emprendedor; también como estudiante, o más aún si estoy en desempleo y tengo que buscar trabajo.
-¿Servirá este momento para que valoremos cosas como el trabajo que dábamos por hechas?
-Has mencionado los valores, y eso es porque estamos entrando en otro nivel de conciencia. Hemos aprendido todos los cómos durante cientos de años, y entramos en una nueva fase en la que tenemos que poner en orden los valores. Los valores no se han perdido, nos hemos perdido nosotros. Ahora tenemos que poner en orden cosas que no valorábamos porque quizás las teníamos muy cerca. Quizás también dejemos de valorar cosas que no tienen demasiado sentido.
-¿Le da a veces la sensación de que adoctrina?
-No más que el colegio, no más que la universidad, no más que la televisión. Posiblemente si te tuviera que responder desde el corazón la respuesta sería sí, pero sin carga peyorativa. No sé si hay mucho de razón ni de verdad en todo esto, ni me interesa. No juego a eso. Lo que sé es que funciona y es operativo, y lo que también sé es que muchas de las cosas que me enseñaron en el colegio y en otros lugares no me han sido operativas.
-Su trabajo parte de hacer al cliente preguntas poderosas. ¿Qué son?
-Preguntas que desafían tu forma de pensar, que te van a ofrecer respuestas que nunca te habías planteado. Pensar es hacerse preguntas y responderlas. Si queremos romper el monopensamiento que muchos hemos tenido, la única forma es preguntarse cosas distintas. El ser humano tiene un proceso lógico y es que primero piensa, luego siente y luego actúa. Una pregunta poderosa es la que desafía tu manera normal de responder y en consecuencia, de sentir y actuar.
-Buf, complicado, ¿no?
-Claro, nadie nos preparó ni nos enseñó. Lo curioso es que sí estamos preparados para pensar. De hecho, nacemos con más circuitos neuronales de los que usamos de adultos, pero se mueren porque no los usamos.
-¿Cómo se entiende una profesión cuyos resultados se reflejan en el éxito del cliente?
-Ésta es la magia del coaching, que el cliente consiga sus resultados, su empoderamiento (traducción literal de la palabra inglesa empowering) y autonomía. El enfoque está puesto en que el cliente consiga sus objetivos, porque si no sería más de lo mismo. Podemos desafiar y empezar a tratar a los clientes desde lo que dicen que quieren ser, desde la posibilidad, no desde lo que son o fueron. Eso es brutal, porque abre el mundo de las posibilidades, y entonces estamos haciendo magia. Cuando alguien cumple un objetivo, el coach debe saber que todo el mérito estuvo única y exclusivamente en el cliente. Lo único que hiciste fue acompañarlo, desafiarlo, retarlo, y en muchos casos, molestarlo…
-¿Se disfruta más así?
-No podría dedicarme al coaching si no fuera así, porque cuando uno lo toma como profesión busca otro tipo de cosas. Esto también forma parte del ser, hacer y tener. Cuando consigues que tu actividad sea al mismo tiempo tu misión, vocación y profesión, es genial, porque ya no necesitas reconocimiento. El reconocimiento es que tu cliente cumpla su objetivo.
-¿Es una profesión basada en la generosidad?
-Sí, claro, para mí es uno de los valores básicos del coaching y está integrado en esta profesión.
-¿Usted sueña?
-Soy un soñador activista. Yo también tengo mis sueños, lucho por ellos y tengo mi coach que me desafía constantemente. Los sueños están para trabajarlos. Al final no es tan importante que se hagan realidad o no, pero sí que se luche por ellos.
-Sinceramente, ¿pensaba que le iba a ir tan bien con esto?
-Si te digo que sí suena prepotente; si te digo que no, te miento.
-El suyo es un caso de empresas que, como otros muchos que pone como ejemplo, han crecido en época de crisis.
-Sí, mi empresa es un ejemplo porque nos hemos enfocado en lo que debíamos. Hemos reorganizado muchos valores, hemos aprendido a tratarnos como lo que queremos ser, no como lo que fuimos. Seguro que he cometido muchos errores de los que no me siento especialmente orgulloso, pero hoy soy lo que soy por esos errores. Hemos aprendido a marcar una dirección y tenemos una visión muy nítida de hacia dónde vamos. Podría decir específicamente dónde vamos a estar en 2013, en 2015 y 2020. Nos podremos equivocar, pero sabemos hacia dónde vamos. Cuando uno sabe dónde va puede planificar mucho mejor, aunque también es verdad que estamos trabajando como nunca y que estamos haciendo más kilómetros que Mick Jagger. Hay gente que sólo juzga el resultado que se ve fácil, pero el año pasado di más conferencias gratuitas que cobradas, y eso cuenta. Esto no es fruto de la casualidad. Estamos donde estamos porque queríamos estar donde estamos, y el año que viene estaremos ahí porque es donde queremos estar. No quiero que se entienda mal. La mediocridad confunde la seguridad con la prepotencia.
-¿Córdoba es la ciudad de los mediocres?
-Ésa es otra conversación. Soy muy cordobés y no termino de escuchar la conversación de que en Córdoba somos distintos, muy peculiares, que somos como somos... Mientras sigamos diciendo lo que somos aquí no va a cambiar nada. Por más que digamos que es una ciudad mediocre no la vamos a convertir en una ciudad excelente. Córdoba lo tiene todo para ser excelente, pero nos falta una toma de conciencia enorme y empezar a hacer cosas. Una ciudad que quiere vivir del turismo tiene que tomar conciencia de qué es, asumir la responsabilidad de subirse al carro de la excelencia y poner la acción necesaria para venderse de forma brillante en todo el mundo.
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