Una paz interna inusitada en el PSOE

La Sal de los días

En los pasillos del Palacio de Congresos había ayer rostros relajados, y risas, muchas risas · Aunque podía parecer que no, eran los socialistas los que se reunían para renovar su dirección · Acostumbrados desde hace tiempo a los ruidos de sables, ha quedado patente la nueva etapa

Una paz interna inusitada en el PSOE
Una paz interna inusitada en el PSOE

20 de julio 2008 - 01:00

C asi 700.000 kilómetros en ocho años bien merecen el apoyo unánime del partido. Aunque sólo sea por las horas pasadas al volante por esas carreteras de la provincia, de agrupación en agrupación, el aplauso generalizado es lógico ahora que deja la primera línea. Desde que accedió a la Secretaría General del PSOE de Córdoba, José Antonio Ruiz Almenara ha reventado dos coches, y el tercero ya tiene 190.000 kilómetros. "Eso no lo ha hecho nadie por este partido", decía ayer un destacado dirigente cordobés en alusión al trabajo y la dedicación que ha demostrado el ya ex dirigente provincial. Reflexiones como ésta, unida a piropos del tipo "eres el número uno" o "el partido te va a echar de menos" hacían necesario en ocasiones mirar más de dos veces alrededor para tomar conciencia de que se estaba en un cónclave del PSOE cordobés. Cuánto ruido de sables no habrán visto las paredes del Palacio de Congresos de la ciudad, el mismo edificio en el que ayer se daba buena cuenta de que Ruiz Almenara ha impuesto la paz interna. José Antonio Griñán, vicepresidente económico de la Junta, se encargó de recordarlo: "Pocas personas han hecho tanto por el partido". Daba la sensación de que el alcalde de Palma del Río se veía superado a veces por tanta adulación. Hombre acostumbrado a pasar de largo por los focos, se fue dando muestras de su "carácter humilde", uno de los rasgos de su personalidad que más resaltaron sus compañeros. Así, recordaba que la noche de diciembre de 2000 en que se decidió que sería el candidato a suceder a José Mellado casi le da una lipotimia. Asumía el reto en contra de su jefe en la Diputación, Matías González, y de su agrupación local, demasiado para alguien de la base, como a él le gusta definirse.

Por primera vez en mucho tiempo, el Congreso de ayer se desarrolló dentro del plenario. Eso ya dice mucho de unas filas como las socialistas, tan dadas a dirimir en los pasillos sus problemas internos. Ahora, aunque no todos comulguen con el secretario general saliente o con el entrante, nadie discrepa más allá del comentario personal sin trascendencia. Durante la negociación de la Ejecutiva no se apreciaban las caras de tensión propias de otros momentos y el sentimiento generalizado era el de no perder el tiempo y cerrar el Congreso lo antes posible. Ése es el legado que recibe Juan Pablo Durán, quien en los próximos cuatro años deberá responder con resultados a tanta tranquilidad interna y al voto de confianza que han depositados en él sus compañeros. "Esto está hecho" fue unas de las expresiones más usadas por los presentes para definir el encuentro; algunos de ellos jugaron en primera fila en el sector crítico hace ocho años.

Tal era la armonía que casi no se dieron anécdotas en el Congreso. Genio y figura el presidente de la Mesa, Salvador Blanco, quien dio muestras de su espontaneidad ante las carcajadas de los presentes. También hubo un susto cuando uno de los invitados sufrió un desmayo que alertó a todo el plenario. No pasó a mayores.

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