Desde las alturas al tren de la bruja
En cualquier feria que se precie no puede faltar la noria, esa tradicional atracción por la que siente una especial atracción gran parte del público. En el caso de la Feria de Nuestra Señora de la Salud, la noria de la compañía Sánchez abre las puertas de la calle del Infierno cada año y, en esta ocasión, es esta firma la encargada de traerla. Quien quiera subirse a la noria tiene que saber primero que alcanza una altura de 60 metros. Según indicó ayer uno de los trabajadores encargados de la atracción, que cuenta con 48 cabinas, por lo que hasta 192 personas pueden disfrutar de ella al mismo tiempo. El precio para conseguir unas inmejorables vistas de Córdoba es de tres euros, un coste similar al del resto de atracciones, aunque algunas lo elevan hasta los tres euros y medio.
Una de las principales novedades de este año de la calle del Infierno es el Carrusel Barco Pirata, propiedad de José Romero, quien aseguró que es "la primera vez que trae a España" esta atracción, formada por cinco barcos que dan vueltas, se detienen en el aire algunos segundos y, posteriormente, bajan. Ésta no es la única atracción que Romero, uno de esos feriantes clásicos que ya venía a Córdoba con tres años -ahora tiene 63- ha traído hasta El Arenal, puesto que también es el propietario de la instalación El látigo macareno, en la que se puede montar "toda la familia" por tres euros por persona.
La empresa sevillana Bañuls es una de las compañías que lleva numerosos años presentando sus atracciones y haciendo las delicias de pequeños y adultos. La selva encantada, una montaña rusa con un recorrido de más de 700 metros que puede alcanzar una velocidad de 80 kilómetros por hora en los descensos, El ratón Vacilón y el Ala Delta son las que ofrece este año en la Feria. Los encargados del montaje de todas estas atracciones han tardado una media de dos días, según indicó Ángel Camacho, uno de los responsables de la atracción, quien recordó que además de estas experiencias de liberación de adrenalina, la empresa fotografía a los que se suben a cualquiera de las tres. Desde el año pasado, continuó, "las enviamos por correo electrónico a quien lo pida".
Pero en la calle del Infierno no todo es velocidad, ya que también hay un hueco para pasar un rato de miedo en el clásico Tren de la bruja, en el que debido al sofocante calor de las fechas, ya no hay una bruja como tal, sino un par de payasos. José Urbaneja es uno de ellos y relató que los escobazos que propinan a los que deciden entrar son "pocos" y que ahora "lo que se dan son más sustos". Aseguró también que el precio que se paga por pasar algo de medio e intentar parar alguna que otra sacudida son tres euros.
Y del susto sentado, al susto mientras se camina por la atracción Las aventuras de Torrente 5, en honor al personaje que ha hecho célebre Santiago Segura en sus últimas cuatro películas. Un laberinto de cristales, un itinerario por suelo que se mueve con aire y alguna que otra trampa escondida forman parte de esta atracción que dura entre seis y siete minutos de la que se encarga el sevillano Miguel Ángel Barcojo. "La gente se lo pasa muy bien, se gasta tres euros y sale riéndose", aseguró.
Como el calor está más que asegurado en El Arenal durante la próxima semana para quienes quieran refrescarse con agua pueden acudir a los Rápidos o los Tronkitos, otros clásicos de la calle del Infierno. Sin duda, la calle del Infierno es la de la diversión, la del riesgo, las aventuras y en una en la que la sonrisa va por delante.
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