Un penalti y la falta de puntería

Se preguntaba Alfonso Hidalgo qué había hecho su equipo para perder el partido. Y tenía razón, porque el Algeciras no fue mejor que el Pozoblanco. El técnico cordobés tuvo que buscar explicación en el penalti que decidió la batalla y en el árbitro, que era de esos que no aprecian la diferencia que hay entre las manos que van al balón y los balones que van a las manos. Las pitó lo mismo que pudo no pitarlas, escudándose en que eran involuntarias. Javi Chico no perdonó desde los once metros, para dejar a los vallesanos a seis puntos del play off, a dos choques de una frontera que marca el cuadro campogibraltareño.

Era el diez de la segunda mitad y había tiempo para remontar, pero el gol no llegó porque el Pozoblanco estuvo espeso en los metros finales ante la guardia pretoriana del Algeciras, que sacó todo lo que le llegaba al área donde estuvo resguardado gran parte del partido.

En el equipo de Hidalgo hay voluntad, intenciones y ayer hasta juego, pero falta puntería. Si en los minutos chisposos de asedio no marcas, al final lo pagas con derrota. Ni Pedro, ni Abel Calatayud, ni Javi Cabezas, ni Javi Bermúdez las metieron, unas veces por el meta Mateo y otras porque el balón no obedeció a la bota.

El equipo jugaba bien y rápido, sobre todo por la banda de Charaf, que ya no es ese chico tímido que levanta el brazo para que se la echen. Ahora no pide, ordena, señala, y entra con tanto peligro como el que deja atrás cuando sale por su banda. Él fue el mejor de un Pozoblanco que mereció más, pero que se marchó una vez más sin nada en su zurrón.

El Algeciras se olvidó del balón o, lo que es lo mismo, inclinó a sus buenos jugadores, Alexis y Venegas, a las bandas. Era una declaración de intenciones de Yiyi, que en el centro puso a los más guerilleros. Hidalgo clama contra los árbitros, pero no puede acusarlos de la falta de puntería de su equipo.