Un viaje de '1984' a 2013

El otro partido

Como en el libro de Orwell, el Gran Hermano sobrevoló. El Arcángel en busca de enemigos, de críticos que se salieran del pensamiento único, cuando el único sentimiento es el blanquiverde.

Tenga cuidado con lo que comenta con su compañero de localidad en el estadio, vigile lo que escribe en su cuenta personal de Twitter, controle sus opiniones en Facebook, analice con cautela sus pensamientos. Si en algún momento ha osado criticar al presidente del CCF a través de cualquier vía, puede llevarse una sorpresa. Quizás el próximo domingo, cuando acuda a ver el partido ante el Murcia, su abono no pase por el torno o su nombre haya desaparecido de los archivos. Tenga cuidado, el Gran Hermano está vigilando y todo el mundo es sospechoso. Saltarse las normas, alzar la voz o salirse del discurso único tiene un castigo inmediato. Está sobre aviso.

Tranquilo, por el momento es una fantasía… o no, porque todo lo sucedido en las horas previas al encuentro ante el Numancia supuso un funesto homenaje a George Orwell, el autor de 1984, un libro de culto que hasta que Telecinco prostituyó su esencia con el programa de los chismes y el edredoning era una referencia moral para la libertad, una crítica despiadada contra los regímenes totalitarios y su esquizofrénico deseo del control absoluto de la población. El Gran Hermano vive en El Arcángel, escucha lo que se dice en la grada, rastrea las redes sociales en busca de disidentes, inventa enemigos y plantea batallas donde no las hay para tener a sus súbditos constantemente bajo un estado de miedo. Así entiende el club su presidente, un hombre que definitivamente se ha instalado en la paranoia. Todo el que se salga de la línea recta está expuesto al castigo de la Policía del Pensamiento, la tétrica organización que en 1984 fiscalizaba cualquier atisbo de sentimiento crítico.

Primero fue a por los medios, y ahora le ha tocado a la afición con un mensaje de tono siciliano muy digno de Mario Puzzo. Póngale el tono ronco de Al Pacino y de fondo una melodía de Nino Rota y será fácil imaginar el hilo de la conversación. Y ojo, porque la lista sigue abierta, y como dijo Martin Niemöller narrando la persecución nazi, "cuando vinieron a por mí ya no quedaba nadie que hablara por mí".

Porque como un aprendiz del Querido Líder Kim Jong Il, el presidente dirige a su pueblo al ritmo que marca su megalomanía, castigando a cualquiera que ose a salirse del discurso oficial. Para ello no duda en movilizar a todo su aparato, como en La Vida de los Otros, el relato más duro de lo que supuso la vigilancia de la Stasi con el apoyo de la Volkspolizei en la antigua RDA, donde cada ciudadano era un policía del régimen, donde no sabías si la persona que se sentaba a tu lado en el estadio era en el fondo un espía al servicio del Estado. O conmigo o contra mí. Así de fácil.

Sólo desde esa deriva enfermiza puede entenderse la tensión que rodeó el partido en los accesos a El Arcángel, plagados de seguridad, con exceso de Policía, llenos de personal del club examinando con miradas escrutadoras a cualquier sospechoso de informar. La puerta 0 se convirtió en un pequeño búnker plagado de seguratas y personajes con pinganillo, al estilo de los gorilas de discoteca pija que se sienten poderosos ante su magnánima capacidad de dejarte entrar o no al garito según su antojo.

Lo de su pelea con los medios es curioso. Desde hace un par de jornadas, el CCF está ejerciendo un veto a El Día y ABC por su disconformidad con el tono de las informaciones. El primer efecto fue la reducción a una sola acreditación por partido, algo que el club, en un delirante comunicado redactado con nocturnidad y estilo logsiano, calificó como "racionalización" de los pases de prensa. La situación recuerda al rey Don Manuel de Portugal, un hombre justo que se jactaba de no condenar a ningún prisionero a muerte. Sólo los confinaba al sótano de la Torre de Belem, en la desembocadura del Tajo. Si el aumento de la marea hacía su trabajo y el agua entraba por las ventanas hasta inundar la estancia, eso ya no era culpa suya. Se podría decir que había "racionalizado" su condena. ¿Ve usted, president, como ya está todo inventado?

Pero por encima de paranoias absurdas, de personalidades enfermizas y de amenazas mafiosas está el fútbol. Por eso, y porque el CCF es mucho más grande que todo lo que -eventualmente- le rodea, la grada prefirió centrarse en lo importante, en el partido, en levantar una situación preocupante y en lanzar al equipo hacia el play off. Aunque el ambiente fue algo frío, no faltaron los Incondicionales, porque más allá de las amenazas, su único interés es el bien de su equipo y, como dice el himno, su corazón sí será siempre blanco y verde. El de otros...

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