Allá donde nunca pasa nada

córdoba | almería

José Carlos León Córdoba

18 de marzo 2013 - 05:02

Apenas unos gritos aislados, apenas un recuerdo a Juan Luna Eslava en los compases finales del partido, y nada más. El ambiente enrarecido de los últimos días, las fracturas de las que habló Berges, el modo de hacer las cosas que Alberto Aguilar criticó durante la semana, la movida de Twitter, las críticas veladas desde la propia web del club a cualquier voz fuera de tono... Nada, ni caso. Ayer volvió a quedar claro que El Arcángel pasa de cualquier movida extradeportiva, algo que queda para estériles debates periodísticos y comentarios en las redes sociales. Y no hay más.

Pan y circo. Fútbol y goles. Eso es lo que quiere el público, o al menos la inmensa mayoría. Y puede que no esté mal que sea así, porque el honrado trabajador de Cañero que curra de sol a sol y que saca dinero de debajo de las piedras para sacar su abono cada temporada poco le importan las cuitas que suceden en torno al club. Bastante tiene con que el Córdoba gane, con disfrutar de su partidito cada dos semanas en el estadio y con aislarse de una rutina que ya es bastante dura de por sí. Como para perder el tiempo con milongas, con riñas barriobajeras en la cosa esa que todo el mundo mira en el teléfono. ¡Anda ya, hombre!

El caso es que cada vez que hay amenaza de tormenta, el CCF se marca una goleada en su feudo y todos los nubarrones se disipan. Ya pasó en enero con el 5-0 ante el Murcia y volvió a suceder ayer en una situación mucho más complicada. Porque una derrota ante el Almería habría desempolvado el "Berges, vete ya", ese hit oportunista de estribillo facilón y pegadizo. Poco importa si el inquilino del banquillo tiene que hacer florituras para hacer una convocatoria decente -de hecho, lo suele tener fácil, porque no tiene más- o si tiene que convivir con las ocurrencias de sus jefes. Bastante tiene ese honrado trabajador de Cañero con lo suyo como para encima preocuparse de eso. Fútbol, cerveza en Los Tamicos y comida con la familia. Lo demás no importa. Lo demás, a quién le importa.

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