Sin huevos no hay tortilla (1-2)

Fútbol

El CCF, incapaz con todo su arsenal y sin recursos en el banquillo, cede su primera derrota de la temporada en casa para seguir fuera del 'play off'. El árbitro, triste protagonista final.

Foto: Jose Martinez
Foto: Jose Martinez

Cuando la exigencia es máxima, los argumentos para llegar al objetivo tienen que serlo también. De lo contrario, la lucha es tremendamente desigual. El CCF se ha lanzado de lleno a por el ascenso, pero con un equipo limitado, que en nada se parece a esa plantilla top de la que tanto se ha hecho gala. Es un bloque aseado que debe ser suficiente para no pasar apuros y que hasta la fecha ha dado un rendimiento notable, lo que le permite vivir hoy cerca de la zona de play off, a pesar de ceder la primera derrota de la temporada en casa. Un tropiezo justo porque los blanquiverdes firmaron su peor partido del curso como locales ante un filial barcelonista letal en el juego con espacios. No fue insultantemente superior, pero sí lo justo para ganar, aunque fuera con el favor de un árbitro desquiciado en el tramo final que antes también había echado una mano al Córdoba. Un grupo incapaz de plasmar su fútbol cuando tuvo sobre el verde todo su arsenal y que luego, en el momento que Villa tuvo que mirar al banquillo, evidenció su falta de recursos para aspirar a lo máximo. La cantera puede ayudar, pero si es el clavo ardiendo, mala cosa...

El CCF se presentó en su hogar con ese estilo altivo sustentado en los resultados. Un par de sustos en El Arcángel eran sus únicos lunares. A pesar de que el traje con el que salió a escena poco se parecía al de otras tardes. Estaba apenas cogido con pespuntes. ¿Entidad de sobra como para plantar cara a un filial herido, temeroso por verse abajo, agobiado por no encontrar el respaldo del de arriba? Visto lo visto, parece que no.

Como preveía Villa, el partido se dibujó muy abierto. El CCF se contagió del estilo del rival y, lejos de tratar de llevar el ritmo, planteó la batalla a ida y vuelta, aún a sabiendas de que eso podía ser una elección peligrosa. De hecho, la mayor velocidad azulgrana le valió para asustar a la zaga blanquiverde a las primeras de cambio con una contra conducida por Dongou y finalizada por Dani Nieto. La respuesta fue tímida de inicio, con un par de envíos de Raúl Bravo; y casi letal después. El casi es porque Uli Dávila demostró que no es un nueve, que no sabe resolver en situaciones de uno para uno, que verse tan solo delante del portero le agobia. Así se las vio con Ortolá tras un fallo en el despeje de Sergi Gómez, pero se hizo un lío entre buscar la vaselina, el remate y el regate para acabar sin hacer nada.

Tampoco fue resolutivo un disparo de Caballero tras una internada made in López Silva que dejó sentado a Bagnack. El CCF llegaba a arreones, pero no conseguía mandar. Le costaba un mundo dominar la parcela ancha y, con las ansias por ir hacia arriba, los espacios a la espalda de la medular se multiplicaban para alimentar las opciones azulgranas. Sobre todo cuando en un desajuste defensivo Dani Nieto hizo el 0-1, lo que llevó un puñado de prisas a un grupo falto de ideas, desquiciado ante la imposibilidad de plasmar sobre el verde lo dibujado en el papel. López Silva lo intentó con una volea sin sentido desde 30 metros. Pero lejos de que se atisbara cualquier reacción, lo que estuvo a punto de llegar fue la sentencia. Lo evitó el onubense con un esfuerzo defensivo extra para frenar la contra de Dani Nieto, que se la chupó con Sanabria solo para empujarla a la red. La bronca del paraguayo, lógica, fue de aúpa. Faltaban apenas cinco minutos para el descanso y la sensación en todo el estadio era que llegara cuanto antes para tratar de arreglar el desaguisado. De ahí los pitos con los que parte de la grada despidió a los suyos camino de los vestuarios, tras un primer acto realmente decepcionante. Viendo el panorama, Villa no se lo pensó dos veces y dio la alternativa a Mendi; Abel fue el sacrificado, aunque bien podía haberlo sido cualquiera. Sólo el ímpetu del canterano pareció dibujar otra cosa de salida, pero nada más lejos de la realidad. El filial azulgrana supo aguantar los primeros minutos y apenas si se asustó con un disparo desde la frontal de López Silva. Aunque para peligrosa de verdad, la internada de Dani Nieto por la izquierda que abortó un Saizar gigantesco en el mano a mano. El partido, con media hora por delante, estaba en una tesitura que pedía a gritos un cambio. Y el CCF, como en otras ocasiones -sin ir más lejos en la primera cita en la que se vio por debajo en casa, ante el Alavés (1-1)-, apostó por buscar la remontada dejando a tres atrás. Todo o nada. Un riesgo por buscar el éxito. Aunque para eso hace falta algo más que la predisposición del entrenador, que la tiene. Entre otras cosas que Uli Dávila levante la cabeza tras driblar a un defensa para dejar a Pedro solo ante Ortolá; lástima que el mexicano, precipitado, optara por buscar un tiro blando a las manos del portero. El tiempo pasaba y el equipo no daba síntomas de mejora. Al menos no para dar la vuelta al marcador. Necesitaba una mano divina. Y ésta se la echó Lesma López al no ver falta en un balón imposible que Ortolá pareció controlar bien... y al final vio en su portería. En el debe de Mendi están sus ganas para ir a buscarlo, sin darlo por perdido. Algo que da la juventud, verse en un lugar impensable. Pero cuando viene de nalgas... Quien más y quien menos, tras la polémica decisión del árbitro en la acción del 1-1, temió una compensación que no se hizo esperar, conociendo al personaje. Esa jugada le dio vueltas y se la quitó del tirón con un penalti que sólo el vio y sirvió para hacer justicia, ya sobre la bocina, y firmar la primera derrota de la temporada en casa. Un tropiezo para meditar. Sobre todo si con un equipo cogido con pinzas es posible aspirar a ese reto tan grande como es el ascenso a Primera.

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