La costumbre que hastía (3-1)

Fútbol

El CCF cierra el año con una triste derrota ante el colista para acabar 2013 fuera de los puestos de 'play off'. Los blanquiverdes vuelven a mostrar la peor cara lejos de El Arcángel.

La costumbre que hastía (3-1)
La costumbre que hastía (3-1)

No hay manera. Cada viaje acaba convirtiéndose en una pesadilla, y así es imposible. Un equipo que pincha sistemáticamente cada 15 días no puede ser aspirante al ascenso ni puede encontrar la ansiada estabilidad, ésa que Pablo Villa reclamaba para enderezar definitivamente el rumbo tras el triunfo ante el Tenerife. El Córdoba es un equipo de zapatillas y batín, un conjunto que se siente cómodo en casa pero al que le incomoda tener que salir de visita. La solidez en El Arcángel es como el valor en los soldados: se supone. Pero para un equipo llamado a pelear por el salto a Primera no es suficiente. Hay que rascar fuera, ser solvente a domicilio, o al menos competitivo. Y por el momento el Córdoba no lo es. Ayer volvió a demostrarlo en Madrid, donde cayó goleado ante un Castilla que abandona el farolillo rojo y que alargó su dinámica ganadora a costa de los blanquiverdes, un equipo que ha perdido cuatro de sus últimos cinco partidos y que sólo ha sacado seis puntos lejos de su estadio. Y con partiditos como el de ayer no sacará muchos más, porque el Córdoba es una madre como visitante y así no va a ninguna parte. Sólo la igualdad (o la mediocridad) de una Liga Adelante inexplicable sostiene las opciones de un equipo que no termina de ofrecer buenas sensaciones y que eligió la peor manera posible para irse de vacaciones.

Porque toda la polvareda que pareció aplacarse tras el triunfo ante los tinerfeños vuelve a levantarse, y cada vez es más complicado encontrar explicaciones coherentes. Vuelve a hablarse mucho de Villa, un nombre que anoche estuvo cerca de convertirse en trending topic como diana de muchos dardos de los aficionados blanquiverdes. El madrileño, que estuvo en entredicho las dos últimas semanas, vuelve a estar señalado y su defensa cada vez encuentra menos argumentos. Aún hay quienes se aferran al efecto Gladiator, a su innegable cordobesismo, pero también empiezan a ser muchos los que empiezan a perder la paciencia. Toda la culpa no es suya, es evidente, pero cuando las cosas van mal siempre se mira al banquillo, y no es la primera vez.

Ayer falló todo. Un equipo con lagunas, errores individuales, problemas de concentración y falta de soluciones desde el banquillo. La semana de vacaciones puede servir para aplacar la tempestad o para alimentarla, pero el último partido del año dejó el regusto más amargo y un mar de dudas para el supuesto equipo del retorno a Primera. Y eso que Villa buscó un once más equilibrado con Luso y Abel Gómez en el centro del campo, dejando en el banquillo a Caballero por primera vez en toda la temporada. Pedro mantuvo su puesto en la banda derecha, así que ése fue el único retoque en una alineación titular que no mandó, que no tuvo la pelota y que no fue protagonista, la Santístima Trinidad del entrenador madrileño. El CCF contemporizó ante un Castilla que tampoco expuso más de lo necesario en una primera parte que desgranó sus minutos con un ritmo lento y simplón, sólo sobresaltado por probaturas como la de Pedro, que poco antes de la media hora estrelló en el larguero un intento de sorprender a Pacheco desde algo más de 30 metros.

Parecía que ambos equipos se iban a tomar el primer acto como un asalto nulo hasta que De Tomás hizo el primer tanto para los blancos, un gol que rompió el guión de una película en la que no pasaba nada. El partido era un melón por calar al que nadie quería meter mano, hasta que el Castilla hizo el 1-0. Ya había avisado unos minutos antes con un doble remate del propio De Tomás, pero ese gol varió por completo la deriva de un choque que ya nunca estuvo donde los blanquiverdes quisieron.

Porque hasta el descanso el Córdoba había sido un equipo sin profundidad, con problemas para encontrar unión entre líneas y con poca capacidad de peligro. Ahora le tocaba cambiar el paso, hacer algo para rescatar el resultado ante un colista que se había venido arriba. El Castilla es el vivo ejemplo de un equipo inmerso en un estado de ánimo. Lo intenta todo, le sale y se lo cree. Y contra eso hay poco que hacer, más si enfrente hay un equipo con las dudas del CCF como visitante.

Nada cambió en la reanudación, y eso que la cosa pudo ir a peor si Saizar no llega a sacar una mano milagrosa al remate de Derik. Apenas se llevaban diez minutos del segundo tiempo, pero ya había quedado claro que por ese camino el Córdoba no iba a ninguna parte. Villa se lo jugó todo a la carta del ataque y en apenas dos minutos dio entrada a Mendi y Pacheco dejando al equipo con una defensa de tres y dos delanteros sobre el césped.

Los cambios no tuvieron el efecto apetecido. Más al contrario, terminaron de descompensar a un equipo que mostró todas sus deficiencias defensivas con el segundo tanto del Castilla, un balón que se paseó de banda a banda hasta que Lucas Vázquez asestó el golpe definitivo.

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