Litri, otra estrella en blanco y verde

Litri, otra estrella en blanco y verde
Litri, otra estrella en blanco y verde

El corazón de Francisco Calzado Ferrer, conocido deportiva, popular y cariñosamente como Litri, por su parecido con el torero Miguel Báez, dejó de latir ayer por la mañana. Contaba con 82 años y en los últimos meses había dado un bajón físico importante propio de su edad y los achaques que padecía debido a su diabetes y a sus dolencias cardíacas. Nacido el 1 de agosto de 1931 en el Campo de la Verdad, el Litri se ha ido después de toda una vida dedicada en cuerpo y alma a su única pasión: el Córdoba CF. La misa funeral en su memoria se celebrará hoy a las 11:00 en la iglesia del Cerro, en el Campo de la Verdad, desde donde el féretro será desplazado al estadio, donde los aficionados que lo desen podrán darle un último adiós. Además, el club ha decidido exponer un libro de condolencias en la tienda oficial para que todos los cordobesistas puedan plasmar su pésame.

Francisco, el mayor de ocho hermanos, vino al mundo en la Casa de los Muchos, una vivienda humilde de vecinos en el Campo de la Verdad. De pequeño se trasladó con su familia a la calle Lucano, del que regresó poco antes de casarse para instalarse en una las llamadas casas del obispo Fray Albino. Siendo muy joven compaginó su aprendizaje en un taller de platería con la venta ambulante de pipas y chucherías en los cines de verano. Su vinculación con el fútbol la comenzó como recogepelotas y cuidando la vestimenta de jugadores de futbol, balonmano y baloncesto.

Litri estuvo vinculado a equipos modestos del fútbol base como el Guardia de Franco, de donde llegó al Atlético Cordobés junto a Rafael Campanero Guzmán. Fue masajista en los juveniles y en el Atlético Cordobés, con Francisco Salamanca. Rosendo Hernández le subió al Córdoba en la temporada 63-64. Esos fueron sus primeros pasos en un club en el que fue ayudante de todo, tanto en las casetas de los jugadores como en el terreno de juego. Debutó oficialmente como masajista en Barcelona en un partido ante el Espanyol. Pero fue con la llegada al banquillo de Ladislao Kubala en 1968, y tras darle unos masajes, cuando el técnico le ratificó como primer masajista del equipo blanquiverde, cargo que desempeñó hasta la última temporada en Primera División, la 71-72.

Su prestigio y profesionalidad alcanzó nivel nacional. José Emilio Santamaría le reclutó para formar parte de la selección nacional sub 23 a partir del 20 de mayo de 1971, acudiendo con el equipo a Rusia. Posteriormente, Kubala lo reclamó como primer masajista de la selección absoluta en la temporada 72-73, estando presente en el homenaje brindado al que fue defensa del Real Madrid Isidro, jugando un combinado mundial frente a España.

Diferentes clubes se fijaron en él, haciéndose con sus servicios el Levante en 1979 por medio de su gerente Paco Rojas, llegando también al club valenciano jugadores como Jaén, Varo y Martínez. Desgraciadamente poco le duró su cometido. Un infarto de miocardio le apartó definitivamente de su trabajo. Antes, por sus manos pasaron míticos jugadores como el propio Kubala, Miguel Reina, Simonet, Navarro, Juanín, Verdugo, Manolín Cuesta o Vicente del Bosque.

Pero el fútbol era su vida. Y ahí siguió. El 3 de junio de 1981, Francisco Pérez Marín, directivo del club, le organizó un partido homenaje en el que se midieron el CCF y el Betis. El partido fue un éxito de taquilla y en el mismo se le impuso al Litri la insignia de oro y brillantes. Con el dinero recogido montó un quiosco de periódicos en el Campo Madre de Dios, aunque tras un tiempo inactivo regresó al Córdoba, donde se le asignó la puesta en marcha del Museo del Córdoba CF, siendo igualmente Secreatario de la Asociación de Veteranos (Futvecor).

Litri fue testigo de la desaparición del San Álvaro y el nacimiento del Córdoba CF en el año 1954, convirtiéndose en una figura emblemática para su historia e imprescindible para cuantos forman parte de ella, incluidos los más de 40 entrenadores y cerca de 30 presidentes con los que compartió alegrías y sinsabores desde el primer minuto de vida del club blanquiverde. Una entidad de la que hoy se despedirá en alma con un homenaje póstumo a hombros de sus compañeros de la Asociación de Veteranos, que le darán la vuelta de honor a El Arcángel antes de que sea enterrado en el cementario de San Rafael junto a su hijo Francisco, uno de los siete descendientes que tuvo con su esposa, Encarnación Pimentel, y que falleció con sólo 22 años debido a una enfermedad renal.

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