Bofetada de realismo (0-1)
Córdoba - Las Palmas · la crónica
El CCF suma una nueva derrota en casa en un partido en el que cuando quiso reaccionar ya era demasiado tarde. Los blanquiverdes vuelven a quedarse en una peligrosa zona de nadie.

Este CCF no da para más. Quizás puede resultar duro, pero el conjunto blanquiverde no es capaz de dar ese salto de calidad exigido para aspirar a lo máximo. Ayer volvió a perder en casa, donde sólo ha sumado un punto de los últimos 12, ante Las Palmas en el partido que debía marcar cuál era el objetivo para lo que resta de temporada. Y, si no cambia mucho la cosa, no va a ser luchar por el play off. Sin merecer otro revés, el cuadro de Ferrer pagó excesivamente cara una primera mitad en la que sólo existió en el primer cuarto de hora. La reacción del segundo periodo no encontró el gol que hubiera minimizado los daños, lo que hizo que la afición abroncara a la propiedad. Mal augurio para lo que resta.
Como en los dos partidos anteriores con Ferrer al mando, el CCF planteó un encuentro a la defensiva. O a la contra, según se quiera ver. De una u otra forma, siempre con matices, aunque alejado de ese estilo de toque tantas veces pregonado. Porque el equipo trató de presionar en tres cuartos de campo, sin importarle que Las Palmas tocara en zonas alejadas de su portería. Apretaba donde había que apretar para evitar que los insulares se acercaran con peligro. Un planteamiento al que ayudó el ritmo cansino de los visitantes, guiados por un Apoño tan sobrado que iba andando. Y así es difícil hacerle daño a cualquier rival.
Con el paso de los minutos y el consumo de un duelo aburrido a más no poder, la táctica de los blanquiverdes parecía clara: hacerle ver al enemigo que mandaba para tratar de asestarle un golpe a la contra. Y de hecho, Pelayo, reconvertido a pivote, leyó bien la zaga adelantada planteada por Lobera para lanzar dos internadas de Samu y Nieto sin remate final. Algo que al menos sí consiguió López Silva tras otra caída a la espalda de los centrales de Arturo. La respuesta canaria fue bastante más clara. Tana buscó a un móvil Aranda, al que le cayó el balón muerto tras un toque de Iago Bouzón que empaló con celeridad a la media vuelta para toparse con las manoplas de Saizar.
Sin claras ocasiones, poco a poco el partido se fue rompiendo, jugándose algo más cerca de las áreas. Eso sí, siempre bajo la vara de mando de Las Palmas, cada vez con una sensación de superioridad mayor. Tana cabeceó picado y en carrera un envío de Ángel y Raúl Bravo tuvo que esprintar a fondo para evitar que Aranda se plantara solo ante Saizar. Del CCF no había noticia alguna. El balón no le duraba ni un segundo en los pies y con los insulares ya con la lección aprendida en tareas defensivas, Barbosa pasó a ser un espectador más. De hecho, sólo intervino, rodilla en tierra, para atajar un zurdazo centrado de López Silva desde la izquierda. Ni siquiera Pelayo, en una de sus llegadas, pudo conectar una volea con buena pinta.

El panorama fue afeándose por momentos. El equipo de Ferrer empezó a estar a merced de los canarios, que sin hacer nada del otro mundo, con ese ritmo aplatanado, pasó a jugar cada vez más tiempo en campo contrario. De primeras le costó crear verdadero peligro, pero cuando el primer tiempo vivía sus últimos diez minutos, la cosa cambió de golpe. Asdrúbal, Tana y Aranda ya pisaban área, asustando de verdad. Sobre todo en una internada del primero que Campabadal abortó en última instancia cuando el malagueño se disponía a empujarla. Fue la antesala del gol, con la firma de uno de los canteranos amarillos que ya apunta muy alto: Tana. Un jarro de agua fría que dio paso al concierto de pito de un estadio hastiado, cansado de ver poco o nada. Porque en ese tramo final antes del intermedio, el CCF siguió sin dar señales de vida, como si no fuera con él esto. Y eso a la afición no le gustó un pelo, por lo que despidió al equipo con una pitada. Normal, visto lo visto.
Ferrer trató de cambiar la historia dando entrada a Xisco. El balear volvió a quedarse fuera por aquello de que en el fútbol moderno hay que añadir trabajo a la calidad. Algo poco entendible cuando el pichichi viene de sacar las castañas del fuego en Gerona y, además, está en un buen momento de forma. De hecho, sólo necesitó cuatro minutos para apuntarse en su debe la ocasión más clara de los suyos hasta el momento, al cabecear un córner burlando la marca de David García. Lástima que el testarazo fuera centrado, rebotando en el cuerpo de Barbosa. Y es que sólo su presencia…
Ya fuera por esa variación o por la charla en el vestuario, lo cierto es que el CCF salió mejor en la segunda mitad, algo que por otra parte tampoco era muy complicado. Con López Silva bajando unos metros para ayudar en la salida del balón, los blanquiverdes empezaron a tocar, incluso en campo propio, asumiendo los riesgos propios que te exigía el marcador si de verdad se quiere seguir mirando hacia arriba. Aunque el aviso siguiente llegó de nuevo a pelota parada, con otro envío de López Silva que Xisco apenas pudo tocar antes de que llegara a Barbosa. Al menos, ya se veía otra cosa y la gente lo agradeció como suele hacerlo, animando y tratando de insuflar más fuerza al equipo.
El CCF vivía sus mejores momentos. Tocando y llegando con cierto peligro, siempre con la batuta de López Silva. Pero el juego combinativo no daba réditos, aunque sí aire para pensar en positivo. Algo que pudo cambiar tras otro córner si González Fuertes no hubiera visto falta de Iago Bouzón a Barbosa. Dudoso cuanto menos. Como el ideal de juego de Las Palmas. Que parece que no está… y de buenas a primeras casi te mata. De hecho, Saizar salvó el segundo con una manopla magistral tras un jugadón amarillo que culminó Juan Carlos Valerón con un disparo desde la frontal. Un susto mayúsculo que no mermó el ánimo local. Ni mucho menos.
Sobre todo porque al último cuarto de hora se entró a machete. Momo vio la segunda amarilla (cómo pesó la absurdez de la primera, por lanzar una falta sin autorización arbitral tras pedir barrera) por una falta a Pelayo que luego no tuvo consecuencias. El partido cambiaba con tiempo para que pasaran muchas cosas. Lobera retiró a Aranda y pasó a jugar sin referencia para contrarrestar la inferioridad numérica; Ferrer, ya con los cambios agotados -el último en ingresar fue un Uli Dávila hasta ahora inédito con el catalán-, no varió el sistema. Eso sí, López Silva volvió a la izquierda, su hábitat natural. Era la hora de morir matando. Pedro la tuvo en una buena internada, pero la zaga amarilla despejó sin problemas.
El partido ya estaba dibujado. El CCF apretaba y Las Palmas se defendía con todo. Aunque eso no le impidió dar algún susto en una contra bien tirada por Valerón que al final sacó casi bajo palos Raúl Bravo. Los blanquiverdes, por su parte, se encomendaban a la magia de López Silva. Aunque el verdadero miedo para los canarios sólo llegaba en alguna acción a balón parado. Como ese saque de banda de Samu marca de la casa ya en el descuento que Xisco empaló en el primer palo no hallando portería por poco. Ahí murieron las opciones del CCF de pescar un punto. Aunque el problema principal hay que encontrarlo mucho antes…
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