El paseo de la dignidad (2-0)

Fútbol

El CCF planta batalla en su estreno en el Bernabeú a un cuadro blanco que sólo pudo resolver ya en el 90'. Los blanquiverdes acariciaron el empate en el segundo periodo.

Foto: LOF
Foto: LOF
Cisco López

25 de agosto 2014 - 21:45

De la buena imagen no se come, pero al menos sirve para mirar al futuro con optimismo. Moderado, porque todavía hay que comprobar cómo se mueve el resto de rivales, pero algo es algo. El Córdoba se fue de Madrid con una derrota, aunque durante gran parte del encuentro tuteó sin reparos al que quizás es el mejor equipo del mundo. Con muchas menos estrellas, pero con las ideas muy claras, una buena dosis de corazón y garra, y la ilusión del recién llegado, los blanquiverdes se plantaron en la Castellana dispuestos a dar guerra al equipo de Ancelotti, que incluso tuvo que blindar a los suyos mediado el segundo acto para evitar un susto mayor. Al final, la pegada de dos de los miembros de la BBC, Benzema y Cristiano Ronaldo, ya en el minuto 90, acabaron con un CCF que salió con la cabeza muy alta de su reencuentro con la Primera División.

Ferrer se plantó en el Santiago Bernabéu sin variar su esquema, pero con algún que otro retoque que daba a entender el respeto, normal por otra parte, que tenía al Real Madrid. El CCF tuvo una puesta en escena notable, como si siempre hubiera estado codeándose con los grandes. Con menos posesión que su oponente y mucho más replegado, lograba tener la pelota y tocar, aunque quizás le costaba conectar con sus hombres de arriba. Pero los blancos son un equipo que no se incomoda lo más mínimo porque su enemigo se guste, porque confía ciegamente en su enorme potencial. A veces, demasiado. De ahí la frustración con la que se presentó a su estreno liguero, con dudas por su derrota ante el vecino en la Supercopa de España y la obligación de dar un nuevo golpe encima de la mesa para no comenzar a vivir en tensión desde los primeros pasos del campeonato. El conjunto blanquiverde ya es consciente de que su guión dice que tocará sufrir, si bien el objetivo pasa por reducir el dolor lo máximo posible, a ser posible hasta convertirlo en un alegrón final cuando el torneo agonice allá por mayo.

El Córdoba sabía que para tener opciones de puntuar por primera vez en Concha Espina tenía que dar un nivel sobresaliente en labores defensivas. La temible BBC madridista no había dado señales de vida en los dos últimos choques oficiales con el Atlético y ya ansiaba aparecer. Sobre todo Cristiano Ronaldo, el hombre con más hambre de todo el cuadro blanco, un tiburón insaciable con ganas de volver a morder. Pero por mucho que se empeñe el portugués, no está del todo fino. Tuvo una de cabeza a los cinco minutos, sin oposición, pero la mandó al limbo a dos palmos de Juan Carlos. Tras una respuesta de Havenaar, con un disparo desde la frontal que salió junto al palo, CR probó de nuevo fortuna en una jugada ensayada con Modric, pero su derechazo desde la corona del área lo repelió bien el meta cordobesista.

Esa segunda llegada clara del Real Madrid rompió el equilibrio por el que hasta entonces se había movido el encuentro. El cuadro de Ancelotti empezó a apretar, liderado por la fuerza y calidad de Kroos y Modric, y encerró a los blanquiverdes en su propia parcela. Ferrer salió el banquillo para tratar de dar aire a los suyos, para dar ese aliento que les permitiera volver a estirarse como minutos antes. Pero el esfuerzo y la presión empezaron a hacer mella. Sergio Ramos, incorporado al ataque, lo intentó con una media volea y Kroos enseñó su buen disparo de media distancia; ambos tuvieron respuesta en los guantes de Juan Carlos. Sin embargo, tras el enésimo saque de esquina, Benzema apareció para hacer el primero. Duro castigo al primer desajuste. Más si cabe porque es el primer gol del francés con los blancos en más de 15 partidos. Tuvo que ir a romper ayer su mal fario…

Tras unos minutos de cierto desconcierto por el gol encajado, con la zaga obligada a exprimirse de lo lindo y el resto del equipo jugando en campo propio para achicar agua, el CCF se estiró cuando el primer periodo ya tocaba a su fin. Fue la primera gran combinación, de banda a banda, sin prisa, con calidad para superar la presión, eso sí, tímida, de los locales, que acabó con Havenaar de nuevo merodeando con peligro las inmediaciones de Iker. Para culminar esa fase de acoso, el internacional japonés tuvo el empate tras el saque de esquina regalado por Arbeloa. Su cabezazo, anticipándose a todos en el primer palo, se fue fuera por un pelo. Pero el aviso quedó ahí, y la afición local lo entendió así con una leve pitada porque, como ya ocurriera en su anterior cita con los suyos en casa, la estrategia y los balones aéreos siguen siendo un problema para Casillas y sus lugartenientes.

Por si no había quedado lo suficientemente claro con esos minutos finales de la primera parte, la puesta en escena tras el paso por vestuarios no pudo ser mejor. Ferrer dibujó un equipo más equilibrado, ya con Fede Cartabia en lugar de Pinillos. Sin embargo fue Matos, ahora cambiado de banda, el que puso rúbrica a esa buena salida con un disparo desde la frontal en acción personal que llevó a Casillas al suelo. El CCF empezaba a sentirse más cómodo con un equipo más normal. Además, el descanso sirvió para que la línea de presión volviera a subir y al Real Madrid le costara un mundo salir. Porque ya se sabe que al campeón de Europa le cuesta dios y ayuda jugar cuando no tiene espacios, pues el desequilibrio de su plantillón se acentúa en ese momento.

Las buenas sensaciones que estaba dando el Córdoba fueron creciendo con el paso de los minutos, al tiempo que el Real Madrid se partía, quizás fundido por el esfuerzo de los tres partidos anteriores, aún en una fase primaria de la pretemporada, quizás sorprendido por la intensidad e intención de su oponente. La entrada de Fidel y Xisco reforzaron la apuesta, dando un punto más de punch a los metros finales. De hecho, entre los dos fabricaron un gol cantado como lo más desde el fondo norte; estaba ya anulado por fuera de juego del balear, bien visto por el asistente de Gil Manzano.

Tras ese nuevo susto, Ancelotti refrescó a su equipo. Retiró a Arbeloa, pitado por el Bernabéu a su salida -ya saben aquello de la supuesta enemistad con Casillas- y James, y acto seguido a Benzema. Si los dos primeros fueron cambios naturales, la entrada de Khedira por el francés fue toda una declaración de intenciones: Carletto estaba asustado por lo que pudiera hacerle este CCF en el tramo final. Quién se lo iba a decir al italiano, al madridismo y, cómo no, al cordobesismo, que se desgañitaba con aquello de "sí se puede". No había motivos para pensar lo contrario a tenor de lo que se estaba viendo sobre el terreno de juego, pues salvo un cabezazo de Bale ya en el 81', del Madrid apenas si hubo noticias en este segundo acto.

Sin embargo, al final las fuerzas flaquearon y el área de Casillas empezó a verse muy lejos. El Madrid empezó a temporizar, dejando arriba solo a Cristiano y Bale, pero eso le bastó para agrandar la herida, de forma inmerecida, ya sobre la bocina. El CCF, en un último arreón de carácter, murió otra vez atacando, rozando el gol del honor con un zurdazo de Fidel ya en el alargue. Hubiera sido un justo premio a un equipo que dejó un muy buen sabor de boca en el Bernabéu, donde tuteó y llegó a meter el miedo en el cuerpo a un rival que ya se sabe que es de otra galaxia. Y eso, a pesar de la derrota, lo pueden decir muy pocos equipos en el mundo.

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