Gijón, seis meses después
Ferrer revive su desembarco en un Córdoba al que la pasada temporada ya enderezó hasta conducirlo a Primera División Ante el Málaga buscará repetir aquella victoria en El Molinón que entonces le salvó el cuello

Como si de un déjà vu se tratara, Albert Ferrer revive en estos primeros días de octubre la misma situación que ya tuvo que superar el pasado abril. Entonces, como ahora, tras algo más de un mes al frente del equipo, éste no terminaba de transmitir buenas sensaciones y parecía despeñarse en la cola de la clasificación. Sólo él parecía confiar en aquel proyecto. Pero llegó la visita a Gijón, con el técnico algo más que cuestionado tanto dentro como fuera del campo, y ahí empezó a cambiar toda la historia. Aquella victoria, sufrida y con esa pizca de suerte tantas veces necesaria, multiplicó el ánimo de un grupo que dos meses y medio después culminó la gesta de devolver al Córdoba a Primera División tras 42 años en el más puro ostracismo. Ferrer estaba al frente de todo. Como hoy.
La luz de alarma se han encendido demasiado pronto en algún sector del club... y del tan manido entorno. Las sensaciones que ofrece el CCF a día de hoy, tras mes y medio de competición y siete jornadas ya disputadas, no son las mejores. Pero tampoco las peores. Y lo positivo es que en el horizonte aparece un notable margen de mejora. La mejoría física de Ghilas, las recuperaciones de López Silva y Carlos Caballero -queda por ver qué pasa con José Carlos, del que el presidente dijo hace una semana que todo es más cuestión de confianza- y el asentamiento de Ekeng en el doble pivote son motivos para la esperanza. ¿Que también hay cosas negativas con difícil solución? Por supuesto, como los laterales. Pero hasta diciembre será imposible hacer un cambio de fichas, que en gran parte pasa por rebajar las 26 utilizadas actualmente -tres son del filial, por lo que hay dos libres- y optimizar recursos. Menos cantidad y más calidad.
De momento, Ferrer lleva un par de semanas tratando de variar el estilo hacia el pragmatismo, hacia la fórmula del éxito del pasado curso. Dio la sensación de tenerlo controlado ante el Espanyol, y todo lo contrario en Getafe. Parece claro que hay que seguir puliendo detalles, para lo que viene de perlas este segundo parón del campeonato, en el que el técnico no tiene más remedio que ajustar las piezas para que la primera victoria llegue en la próxima cita ante el Málaga. Luego llegarán la Real Sociedad y el Deportivo, ambos en casa, salpicados entre medias por la visita al feudo del campeón de Liga, el Atlético de Madrid. Dentro de ese objetivo se encuadra el amistoso programado para el jueves ante el Lucena (Ciudad de Lucena, 21:00), al que el Córdoba acudirá con todos los jugadores disponibles de la primera plantilla. El preparador barcelonés ha descartado la idea de poblar la convocatoria con gente del filial porque su firme intención es seguir ensamblando piezas y probar otras que aún no ha visto.
Ese entusiasmo por que el agua vuelva a su calma natural es el que se transmitieron mutuamente la plantilla y el cuerpo técnico, y el director deportivo, Pedro Cordero, antes del entrenamiento matinal de ayer. Nada extraordinario, pues esta ya es la tercera ocasión en la que el cartagenero baja a la caseta desde que ha coincidido con Ferrer en el club. Un análisis somero del momento actual y, sobre todo, muchas palabras de ánimo y confianza en que este grupo es capaz de revertir la situación, que para nada es tan grave, pues el equipo ya no es el farolillo rojo y tiene la zona de permanencia a apenas un punto tras sumar cuatro en siete partidos. Un panorama acorde con lo que se podía esperar al inicio del curso y que tiene un asidero al que aferrarse: en la historia de la Liga, hasta 17 conjuntos alcanzaron la séptima jornada con las mismas cifras que los blanquiverdes, y sólo cinco terminaron descendiendo.
Por cierto, la última vez que Cordero mantuvo un encuentro privado con todo el plantel -es normal que lo haga con algún miembro del mismo, por separado- fue precisamente en la antesala de la visita a El Molinón que viró, para bien, el rumbo del pasado ejercicio. En aquel momento, Ferrer acumulaba seis partidos al frente de un CCF que desde la salida de Pablo Villa -hubo un partido, en Soria, con Carrión ejerciendo de entrenador puente- sólo había sumado seis puntos; los seis, con el catalán al frente, fruto de tres empates en cuatro partidos en El Arcángel y una victoria en su primera salida a Gerona (luego cayó en Sabadell). Esos números estaban despeñando al equipo en la clasificación hasta el punto de que cuando arrancó el duelo ante el Sporting, el descenso se encontraba a sólo un punto por los resultados que ya se habían producido en los encuentros del sábado.
Sin embargo, dos goles de Pedro en prácticamente los dos únicos tiros a puerta del CCF en todo el choque, una buena defensa y mucha fortuna otorgaron una victoria que cambió el desarrollo de la temporada. Ese triunfo, aunque no sirvió para que el rendimiento en casa fuera mucho mejor, sí multiplicó la confianza de un grupo que fue recortando distancias con los de arriba hasta acabar metiéndose en el play off con el último billete de los cuatro que había en juego. El final de la historia es de sobra conocido, con esas dos eliminatorias con el factor campo en contra ganadas al Murcia y Las Palmas que devolvieron a CCF a la Primera División después de cuatro décadas.
Ese espejo es en el que ahora deben mirarse todos en el vestuario, empezando por el propio Ferrer. Nadie confía más en su trabajo que él mismo. Y en eso anda. A nadie se le escapa que el calendario inminente no permite más tropiezos, sobre todo porque son dos rivales directos por lo que dice la tabla ahora mismo como el Málaga y la Real Sociedad los próximos enemigos, y ambos en El Arcángel. Pero Albert ya levantó al equipo una vez cuando parecía que iba a tocar con las rodillas en el suelo. Y la situación actual no es peor, ni mucho menos.
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