El capitán y un barco que se hunde

La garra de Abel Gómez no fue suficiente ante un Villarreal muy superior técnicamente Jonathan Dos Santos, que sonó como futurible blanquiverde, se luce con un gran partido

La cara de Abel Gómez al término del encuentro lo decía todo. El capitán es el ejemplo perfecto de lo que sucedió ayer en el terreno de juego. Y es que el trabajo infatigable y oscuro siempre ayuda, pero ante un rival que se empeña en demostrar una superioridad técnica tan abismal, poco más se puede hacer que resignarse y tratar de levantar la situación, aunque bien es cierto que en este caso el barco tiene pinta de hundirse de manera cada vez más irremediable.

El choque de ayer reservaba un duelo de altura para el capitán blanquiverde. Abel Gómez se las vio en la medular con Jonathan Dos Santos, el encargado de armar el juego del conjunto amarillo, que ayer demostró su gran categoría como futbolista.

El mexicano fue el sueño de una noche de verano para la afición blanquiverde. Recién conseguido el ascenso a Primera División su nombre se vinculó al conjunto blanquiverde. Entonces Jonathan pertenecía al Barcelona, donde no estaban por la labor de hacerle hueco, y una curiosa situación le puso en el punto de mira de la hinchada cordobesista. Dos Santos se empeñó en alimentar esos anhelos desde las redes sociales, donde él mismo colgó varias fotografías con Raúl Bravo y el recordado Uli Dávila. Los tres se encontraron de vacaciones en Ibiza y el ahora mediocentro del Villarreal hizo buenas migas con su compatriota Uli, a su vez inseparable de Raúl Bravo. De ahí no pasó la historia, porque lo cierto es que el caché del futbolista criado en la cantera culé está fuera del alcance del CCF, pero vista su calidad es lógico que en la ciudad se soñara con su fichaje.

Ayer el centrocampista del Villarreal demostró su categoría. Si bien es cierto que quizás su nivel no sea para un equipo tan poderoso y exigente como el Barcelona, el mexicano tiene recursos para aburrir y ha adquirido a la perfección los conceptos básicos del fútbol que mamó en la Masía. En rara ocasión se le vio ayer dar más de dos toques de seguido cuando entraba en contacto con el balón o conducir el balón durante excesivo tiempo. Un aspecto del juego que cuando lo ejecuta un futbolista de su categoría se convierte en algo muy positivo, porque dota de un gran dinamismo al juego de su equipo.

A su repertorio de control en el centro del campo, Jonathan añadió un gran saque de esquina en el segundo gol de los visitantes e incluso un disparo lejano en la primera mitad que puso en apuros a Juan Carlos. Todo para completar un partido muy convincente y en la tónica de su equipo: superior y casi a medio gas por momentos. Con eso bastó de sobra para amarrar el triunfo.

Esa fue la pareja de baile que le tocó lidiar ayer a Abel Gómez, un capitán obstinado en sujetar un barco que parece hundirse por momentos y que, como poco, presenta grietas que se antojan difíciles de reparar. El sevillano, todo pundonor, no tiene ya la velocidad de ejecución que posee Dos Santos. Quizás nunca la tuvo, porque es cierto que su fútbol es distinto al del mexicano. Aún así, Abel lo intentó de todas las maneras posibles. En la primera parte generó una buena ocasión para su equipo al saque de una falta que Deivid peinó y que Ghilas no alcanzó. Al borde del descanso lo intentó con un disparo que se marchó alto, culminando una buena internada de Fede Cartabia por la banda derecha.

Por trabajo y sacrificio no quedó, pero al final la diferencia en la élite la marcan los detalles de calidad y ahí el Villarreal en geneal y Dos Santos, en particular demostraron ser mucho mejores.

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