Primos, que no primas (3-0)
Eibar - Córdoba · la crónica
Por si había alguna duda, el Córdoba sólo compitió cinco minutos por inercia y luego entregó la victoria a los armeros. ¿Disfrutaría Romero con el último espectáculo canalla de su equipo?.

Otro suspenso en el expediente. Otro paso más hacia un ridículo que díficilmente encontrará igual en el futuro. Otro bochorno como los sufridos en los dos últimos meses. En definitiva, otra goleada para poner el punto y final a una temporada que se acabó hace demasiado tiempo y que, por si había alguna duda, siguió hasta el final el guión esperado. No hubo nadie que se lo saltara. ¿De verdad alguien podía pensar que una motivación extra iba a resucitar a este muerto de equipo? Imposible. ¿De verdad Romero vio esa competividad que tanto le gusta apreciar en partidos sin historia? Imposible. Porque el Córdoba sólo compitió en los primeros cinco minutos, por la inercia propia del profesional que salta al campo a hacer su trabajo; luego, con el primer gol, se dejó ir y quedó a merced de un Eibar que sentenció la victoria en apenas media hora, cumpliendo con su parte del trato para buscar la permanencia. No le bastó y acompañará a los blanquiverdes otra vez en Segunda porque, al contrario que su rival, sí hubo otros que cambiaron su rol habitual, reventando la competición. Lo agradecieron el Deportivo y el Granada, que sumaron ante un Barcelona y un Atlético que en condiciones normales les hubieran pasado por encima, pero ya se sabe que los finales de temporada siempre albergan algo extraño. Y esta vez le tocó penar al más débil, que al menos puede decir que se despidió de la élite con honor y la cabeza alta; otros lo han hecho sumidos en la peor de las vergüenzas, arrastrándose por muchos campos y dando la sensación de que este premio les vino muy grande. Porque a quien se le diga que el paso por Primera ha servido para premiar a jóvenes de la cantera que sabe Dios si llegarán a dar más pasos en el primer equipo... Telita que tiene la cosa.
Ipurua fue escenario de múltiples despedidas. La primera, la de Romero, que para su último combate en la máxima categoría eligió al grupo más comprometido posible. Ninguno de los erasmus, a los que más de uno le hubiera regalado el viajecito de ida y vuelta en autocar para que conocieran más de la geografía española. Dibujó el once más lógico y hasta de salida pareció que era el Córdoba el que más se jugaba en el encuentro. Abel dio dos sustos casi seguidos a Irureta y Fran Serrano no pudo quitarse su papel de defensa cuando un balón le cayó solo en el área pequeña: despejó en lugar de empujarlo a la red. Un objetivo que consiguió el Eibar en su primera llegada. Fácil. Tres toques, defensa con la vista y gol de Arruabarrena, el mismo que con su tanto en El Arcángel al final de la primera vuelta inició la crisis galopante que ya ha acompañado al conjunto cordobesista durante toda la Liga. Ipurua empezaba a soñar con el milagro de la permanencia, alimentado más si cabe poco después, cuando tras un intento de Bóveda que tapó Saizar llegó el segundo. Una clase magistral de qué es lo que no se debe hacer para defender tu portería. Ni un equipo de niños que está comenzando da tantas facilidades al contrario. Vamos, nada que no se sepa ya, pues es lo que ha venido ocurriendo casi desde el inicio del campeonato. Y no será porque primero Ferrer, luego Djukic y ahora Romero no han probado fichas... Con decir que un chaval de apenas 20 años como Fran Serrano es el que mejor ha rendido en los dos últimos partidos...

Con su parte del juicio encarrilada, el Eibar dio un paso atrás. Ahora la preocupación armera era no permitir al Córdoba meterse en el partido. No hubiera hecho falta tirar de precaución. Bastaría con ver que los blanquiverdes apenas han marcado un gol en los últimos ocho partidos. Florin lo probó con un testarazo picado muy blando para Irureta, que tampoco tuvo que esforzarse para atajar un zurdazo lejano de Edimar y un zapatazo desde 40 metros de Luso. El Eibar se limitaba a verlas venir, sin apretar, solo explotando los huecos que dejaba un rival que acumulaba posesión, pero sin la más mínima intención de hacer daño. Saúl buscó una frivolidad en una acción por su costado y Capa optó por la sencillez para hacer el tercero poco después de la media hora. El miedo a encajar una nueva goleada de escándalo sobrevolaba los montes guipuzcoanos. No llegó. Y no lo hizo porque el cuadro local bastante tenía con preocuparse de cómo le iban las cosas en los otros campos en los que se jugaba su futuro como para abusar de un enemigo endeble a más no poder.
Un Córdoba que cambió algo la cara tras el descanso. Al menos no dio tantas facilidades atrás y eso disfrazó algo el partido. Tampoco arriba asustó lo más mínimo. Apenas hubo lugar para que Capa y Ángel, ya en el tramo final, acariciaran el cuarto, pero Saizar y Fran Serrano, respectivamente, lo evitaron. Los blanquiverdes llegaron a la meta con dos cordobeses sobre el verde (hasta el descanso también jugó Fede Vico), ambos canteranos del presente ejercicio y un jugador del filial con pinta de primer equipo, el congoleño Bijimine. A eso se agarrarán algunos para lavar la imagen de este final de temporada que se ha hecho eterno, pero que afortunadamente ya se cerró. Ahora toca dar la vuelta al calcetín y empezar a construir el futuro. Antes habrá que limpiar bien todo el mal olor que ha dejado un curso para el olvido que, eso sí, hará que el club siempre tenga un hueco en la historia de la Liga... lástima que sea en el lugar de las estadísticas más canallas de la competición. En fin...
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