Esta cara me suena (1-1)
Córdoba-Huesca · la crónica
Tras firmar su mejor primer tiempo en casa, el Córdoba regala campo, balón y dos puntos al cuadro oscense al verse por delante en el marcador. La mala elección de los cambios de Oltra facilita la reacción de los visitantes.

No hizo falta pasar por los camerinos, ni tirar de falso directo, ni siquiera dar uso a ese humo que invita a mantener la emoción como suelen hacer en ese conocido programa de la tele. En El Arcángel, todo eso se suple con un simple gol. Para bien o para mal, como reza el himno. El del rival reactiva, el propio adormece. Y a veces es difícil llegar a comprender ese cambio radical entre el antes y el después. Ayer sin ir más lejos. Porque resulta incomprensible que tras ponerse por delante ante un Huesca que hasta ese momento había asistido al mejor juego coral del conjunto blanquiverde ante su gente, en lugar de ir a matar, aparezca la compasión con el enemigo. Y eso, en el fútbol, se suele pagar muy caro. En este caso, con un empate cuando ya no había capacidad para una posterior reacción. Dos puntos más al limbo que sólo se traducen en bajar un escalón en la clasificación para compartir ahora el ático de nuevo con Osasuna, pero que esconden muchas lecturas más. Positivas como el paso adelante dado por habituales actores secundarios por la plaga de bajas, especialmente significativo en el caso de Víctor Pérez; y negativas como la falta de corrección de errores que ya tiempo atrás habían costado también puntos. Mención aparte para Oltra, que en esta ocasión facilitó la reacción visitante al no leer bien que en lugar de refrescar el ataque lo que tocaba era blindar el centro del campo, desde donde se abrió la vía de agua por la que se escapó un nuevo triunfo.
Había ganas de ver cómo respondía este Córdoba a las exigencias de la competición, que le obligaba a jugar sin hasta cuatro titulares habituales. Y la respuesta no pudo ser mejor. Bajo el liderazgo de un Víctor Pérez que se reivindicó como un futbolista muy válido para este proyecto, los blanquiverdes alternaron la pausa y la velocidad, el toque corto con el desplazamiento al espacio, el juego sin balón y la aparición por sorpresa... Todo para firmar la mejor primera parte del curso en casa. Fútbol coral, de ese que tantas veces ha venido reivindicando el propio Oltra, al que esta vez le faltó sólo la guinda de la definición. Y no fue por falta de llegadas, que se multiplicaron por dentro y por los costados, con los laterales creando superioridad constantemente, con los extremos enchufados... y Raúl de Tomás poco atinado. Porque el hispano-dominicano fue el que acumuló más opciones de remate, aunque la veda la abriera Víctor desde el balcón con un zapatazo que el Leo Franco sacó a córner con una manopla abajo. De Tomás probó con un disparo desde la frontal en un córner ensayado, pero sobre todo la tuvo en una buena combinación con Nando que lo dejó libre para fusilar a la carrera al meta, que ganó el mano a mano. Disparo al muñeco y lamentación posterior, sobre todo cuando el rechazo de Víctor murió en el poste.
Eran muy buenos minutos del Córdoba, al que el Huesca apenas inquietaba con la movilidad hacia dentro de sus dos extremos. Del resto, poco o nada. Porque los oscenses son un buen equipo en tres cuartos y un rival muy blandito en las áreas. Quizás así se explique que esté más pendiente de mirar hacia abajo que hacia arriba en la tabla. Fidel, tras sacar una amarilla a Óscar Ramírez, decidió que el mejor sitio para hacer daño era su costado, y encontró la colaboración de Cisma. Los movimientos sin balón del primero abrían un camino expedito al segundo. Pero faltaba definir. Lo confirmó De Tomás, que tampoco encontró el premio a un buen pase atrás de Fidel, que luego se animó, sin éxito, a pisar el área para no conectar un envío de Xisco. El cuadro aragonés estaba a merced de los locales, a los que se veía tremendamente cómodos, sin ser exigidos. Tanto que hasta Stankevicius se atrevió a buscar un centro-chut que no encontró la portería de Leo Franco de chiripa. Por cierto, que el veterano portero argentino ya evidenció que no estaba fino al no ir al suelo para salvar una bola que peleó con Xisco. Al final, en el intermedio pero tras saltar al césped -¿pérdida de tiempo?- dejó su sitio a Whalley. Quizás pensaría que ya estaba bien de estar tanto alerta ante el vendaval cordobesista.
La mejor primera parte del Córdoba se esfumaba sin que el marcador se moviera. Pero eso no mermó el ánimo de un grupo que encaró el segundo periodo con ganas de reivindicarse, de dar otro paso adelante. No tardó en hallar recompensa. Fidel, cambiado de banda tras el lanzamiento de un córner, casi saca tajada de un primer robo en la salida del Huesca -pidió falta en la frontal y ganó una amarilla-, pero en la segunda se metió hasta la cocina para demostrar que, cuando quiere, es uno de los factores más diferenciales de la categoría. El partido estaba de cara, pronto para evitar nervios innecesarios, y el Huesca parecía que todavía no había comparecido. De hecho, ni siquiera la reacción tras ser golpeado fue inquietante, con un par de remates de Fran Mérida. Sin embargo, en lugar de ir a sentenciar, de querer hacer sangre de un rival moribundo, el equipo tiró de bondad y decidió que esto todavía no había por qué acabarlo. Dio el habitual paso atrás para sentirse protegido cerca de su área, que esta vez se hizo mayor al no estar arriba Florin que con sus carreras estira constantemente al resto del equipo. Y a eso se le fue sumando el cansancio de hombres con pocos minutos. Maneras de complicarse la vida.
Sobre todo porque Oltra no acertó con los cambios. De nuevo hombre por hombre. Y arriba. Pero nada de mirar a Víctor Pérez, fundido desde hacía un buen rato, lo que complicaba sus ayudas a Luso y las salidas. El campo y el balón ya eran del Huesca, porque faltaba músculo y aire en la medular. Sin embargo, el que entró ante la lesión de Xisco fue Arturo -ni se perdió tiempo al hacer la sustitución con el capitán fuera- para tratar de que el equipo no se hiciera pequeño. No lo consiguió. Porque Tevenet refrescó su ataque con Luis Fernández y Gaspar, y eso hasta puso las pilas a Machis. Fue Gaspar el que primero probó a Falcón con un zurdazo lejano que se envenenó y dio paso a unos últimos diez minutos perfectamente definidos. Apretón oscense y defensa, a veces con balón y otras sin él, cordobesista. Machis lo intentó con un disparo que buscaba la escuadra y al final encontró premio en una contra de esas que nunca tendrían que haber llegado. Porque la pelota era del Córdoba y estaba casi en el área contraria. Pero la pérdida de Víctor que afeó su partido permitió un empate que dejó con cara de tonto a todo el que estaba en El Arcángel con sentimiento blanquiverde. Ya no hubo tiempo para más. El Huesca jugó a perder tiempo tras conseguir su cometido y los últimos intentos locales murieron sin que hubiera señales de ese humo que mantienen la emoción hasta el final.
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