Volveremos a ser grandes

En Ponferrada no gustó mucho -es un decir- el final del partido del sábado en El Arcángel. La actitud antibeligerante del Córdoba y del Almería en los últimos 15 minutos, sabedores de que el empate beneficiaba a ambos, fue descaradamente evidente. Sólo la emoción de los más de mil almerienses al ver a su equipo salvado in extremis cuando lo tenían casi imposible a lo largo del tramo final de la Liga y la alegría de la afición blanquiverde por la consecución del play off permitieron obviar aquello tan socorrido de "que se besen, que se besen". ¡¡Pero que puñetas!! No es lo más deportivo, pero si en otros campos hubiera ocurrido algo parecido lo habrían hecho de igual manera. ¿O no?
El Córdoba logró su clasificación justamente en un emocionante sábado en el que el Zaragoza se dio el batacazo más gordo, tras un acelerón final que le permitió superar una nefasta trayectoria como local en el último tercio del campeonato. Después de una temporada que tuvo casi de todo, llegó el final feliz que todos los cordobesista deseaban. Carlos González sigue acrecentando la leyenda de un empresario forjado así mismo bajo una estrella que hace que consiga casi todo lo que se propone, y que todo lo que toca se convierta en oro. Tercera promoción a Primera en cinco años, un histórico ascenso a la élite en unas condiciones extremas y nunca jamás vividas, un ascenso a Segunda B del equipo filial que antes ya había conseguido jugar en esa categoría tras adquirir una plaza gracias a una fuerte inversión... Sí, la categoría en la que el primer equipo militó 17 años de manera ininterrumpida antes de que llegara el actual mandatario y que, con dos presencias del B en tres años casi se convierte en coto del mismo.
Todo eso hay que reconocérselo. Como también los millonarios traspasos después de muchas temporadas de sequía económica que, seguramente, se verán agrandados cuando se confirme la venta de Florin Andone al fútbol turco (eso se dice). Un superávit de más de cuatro millones de euros. Una histórica recogida de dividendos que, por primera vez, permitió al accionista del Córdoba obtener beneficios, aunque lógicamente quien más logró fue el propietario y máximo accionista. ¿Qué empresario no recogería beneficios después de una acertada gestión? La flor y el jardín botánico entero sigue contando con el riego abundante de Carlos González. Eso también es más que evidente.
Ante el Almería no estaban ni Razak, ni Cisma, ni Eddy, ni Xisco, ni Florin. Había preocupación. Y para avivarla, el equipo almeriense se puso por delante en el marcador. Pero cuando pintaban las cosas, Lolo Reyes dejó inexplicablemente a su equipo con diez jugadores. Antes y después de eso, yo seguía tranquilo porque sé que el Córdoba está dirigido por un hombre afortunado y algo bueno tenía que pasar. Pero no todo es suerte en la vida. A la Diosa Fortuna hay que ayudarla y a Carlos González y a su equipo de colaboradores más directos hay que reconocerles su excelente gestión al frente del club, al margen de errores, que también los ha habido, pues cuando se repiten los buenos resultados no es sólo fruto de la suerte o de la casualidad. Pero fíjense ustedes que ante el Almería hacía falta al menos empatar y, miren por donde, ante las notables y numerosas ausencias, en la jugada determinante del partido hasta el minuto en el que el Girona marcó en Ponferrada, los acertados protagonistas fueron Pineda y De Tomas, dos hombres con escaso protagonismo a lo largo de la Liga. Ambos hilvanaron la jugada que finalizó con un impresionante remate al primer toque del hispano-dominicano. El golazo tal vez hiciera justicia a dos futbolista que, posiblemente y como ya ha ocurrido en tantas ocasiones, no hayamos visto lo suficiente, eclipsados por buenos jugadores como Fidel, Xisco o Florin, pero que a buen seguro sí veremos triunfar en un futuro.
Y como mi fe es ya ciega en la fortuna de González (para mí ya la quisiera yo, no se me enfade usted), al Girona nos lo vamos a cargar. Algo grande y sorprendente va a volver a pasar este verano y nadie nos va a parar. Llega la hora de la verdad. La histórica oportunidad que el fútbol nos brinda de volver a Primera. No la desaprovechemos por egoísmos y rencillas personales de unos y otros. Toda una ciudad está detrás. No la defraudemos, Señor González. Ahora todos debemos remar en la misma dirección, apoyando al máximo a club, técnicos y jugadores. Llega el momento de aparcar, aunque sea temporalmente, las divergencias -que las hay- entre propiedad y afición, políticos, medios de comunicación, accionistas minoritarios, veteranos, clubes modestos... Quedan cuatro partidos para volver a ser grandes.
En Ponferrada no gustó mucho -es un decir- el final del partido del sábado en El Arcángel. La actitud antibeligerante del Córdoba y del Almería en los últimos 15 minutos, sabedores de que el empate beneficiaba a ambos, fue descaramente evidente. Sólo la emoción de los más de mil almerienses al ver a su equipo salvado in extremis cuando lo tenían casi imposible a lo largo del tramo final de la Liga y la alegría de la afición blanquiverde por la consecución del play off permitieron obviar aquello tan socorrido de "que se besen, que se besen". ¡¡Pero que puñetas!! No es lo más deportivo, pero si en otros campos hubiera ocurrido algo parecido lo habrían hecho de igual manera. ¿O no?
El Córdoba logró su clasificación justamente en un emocionante sábado en el que el Zaragoza se dio el batacazo más gordo, tras un acelerón final que le permitió superar una nefasta trayectoria como local en el último tercio del campeonato. Después de una temporada que tuvo casi de todo, llegó el final feliz que todos los cordobesista deseaban. Carlos González sigue acrecentando la leyenda de un empresario forjado así mismo bajo una estrella que hace que consiga casi todo lo que se propone, y que todo lo que toca se convierta en oro. Tercera promoción a Primera en cinco años, un histórico ascenso a la élite en unas condiciones extremas y nunca jamás vividas, un ascenso a Segunda B del equipo filial que antes ya había conseguido jugar en esa categoría tras adquirir una plaza gracias a una fuerte inversión... Sí, la categoría en la que el primer equipo militó 17 años de manera ininterrumpida antes de que llegara el actual mandatario y que, con dos presencias del B en tres años casi se convierte en coto del mismo.
Todo eso hay que reconocérselo. Como también los millonarios traspasos después de muchas temporadas de sequía económica que, seguramente, se verán agrandados cuando se confirme la venta de Florin Andone al fútbol turco (eso se dice). Un superávit de más de cuatro millones de euros. Una histórica recogida de dividendos que, por primera vez, permitió al accionista del Córdoba obtener beneficios, aunque lógicamente quien más logró fue el propietario y máximo accionista. ¿Qué empresario no recogería beneficios después de una acertada gestión? La flor y el jardín botanico entero sigue contando con el riego abundante de Carlos González. Eso también es más que evidente.
Ante el Almería no estaban ni Razak, ni Cisma, ni Eddy, ni Xisco, ni Florin. Había preocupación. Y para avivarla, el equipo almeriense se puso por delante en el marcador. Pero cuando pintaban las cosas, Lolo Reyes dejó inexplicablemente a su equipo con diez jugadores. Antes y después de eso, yo seguía tranquilo porque sé que el Córdoba está dirigido por un hombre afortunado y algo bueno tenía que pasar. Pero no todo es suerte en la vida. A la Diosa Fortuna hay que ayudarla y a Carlos González y a su equipo de colaboradores más directos hay que reconocerles su excelente gestión al frente del club, al margen de errores, que también los ha habido, pues cuando se repiten los buenos resultados no es sólo fruto de la suerte o de la casualidad. Pero fíjense ustedes que ante el Almería hacía falta al menos empatar y, miren por donde, ante las notables y numerosas ausencias, en la jugada determinante del partido hasta el minuto en el que el Girona marcó en Ponferrada, los acertados protagonistas fueron Pineda y De Tomas, dos hombres con escaso protagonismo a lo largo de la Liga. Ambos hilvanaron la jugada que finalizó con un impresionante remate al primer toque del hispano-dominicano. El golazo tal vez hiciera justicia a dos futbolista que, posiblemente y como ya ha ocurrido en tantas ocasiones, no hayamos visto lo suficiente, eclipsados por buenos jugadores como Fidel, Xisco o Florin, pero que a buen seguro sí veremos triunfar en un futuro.
Y como mi fe es ya ciega en la fortuna de González (para mí ya la quisiera yo, no se me enfade usted), al Girona nos lo vamos a cargar. Algo grande y sorprendente va a volver a pasar este verano y nadie nos va a parar. Llega la hora de la verdad. La histórica oportunidad que el fútbol nos brinda de volver a Primera. No la desaprovechemos por egoísmos y rencillas personales de unos y otros. Toda una ciudad está detrás. No la defraudemos, Señor González. Ahora todos debemos remar en la misma dirección, apoyando al máximo a club, técnicos y jugadores. Llega el momento de aparcar, aunque sea temporalmente, las divergencias -que las hay- entre propiedad y afición, políticos, medios de comunicación, accionistas minoritarios, veteranos, clubes modestos... Quedan cuatro partidos para volver a ser grandes.
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