La primera cosecha (1-0)

Córdoba CD-CD Tenerife

Un tanto de Alfaro en el ecuador de una primera mitad notable basta al Córdoba para batir a un enemigo errático y sin pólvora. La sobriedad defensiva evitó sustos mayores tras el ecuador.

La primera cosecha (1-0)
La primera cosecha (1-0)
Cisco López / Córdoba

20 de agosto 2016 - 20:53

Salir al campo y volver a casa con las alforjas llenas es la obligación de todo buen campesino. Hay que hacerlo cada día y con esa intención uno se levanta, pero no siempre ocurre. Por eso, cuando la recompensa llega, y sobre todo si lo hace tras una buena faena en la que uno ha exprimido todas sus virtudes, la satisfacción es total. Esa sensación de gratitud es la que dejó el Córdoba para sí y para los suyos tras su estreno liguero en casa, en el que superó por la mínima a un Tenerife que, más allá de sus importantes ausencias ofensivas, dejó una pobre impresión a su paso por El Arcángel. El control y dominio de la situación de los blanquiverdes fue total en la primera mitad, en la que Alfaro rompió el equilibrio tras una acción iniciada en un córner; en la segunda mitad, como otras veces en el pasado reciente, el cuadro de José Luis Oltra dejó metros y balón a su enemigo, que apenas inquietó en otra jugada de estrategia poco después de que Alfaro tuviera la sentencia en un penalti que mandó a la grada. Menos mal que no hizo falta acordarse del fallo del onubense, pues el fútbol fue justo y los tres puntos se quedaron en casa.

El Córdoba presentó en su estreno liguero todas las cualidades sobre las que Oltra ha venido incidiendo durante el verano. Con solidez, solidaridad y trabajo a destajo sin balón, eso sí ante un rival muy limitado sobre todo por sus importantes ausencias ofensivas, y con la claridad, paciencia y temple necesarios para hacer de las posesiones algo más que una rutina impuesta por el desenlace del juego, el conjunto blanquiverde no tuvo muchos problemas para imponer su dominio. Y desde el primer momento, sin importarle demasiado la presión y el orden alternativos del Tenerife para reducir espacios. Porque si algo parece claro es que la evolución sobre el estilo que el técnico quiso ya imponer en su primera campaña en el banquillo es evidente. Balonazos y juego directo, el justo; la pelota pasa por el medio mucho más y eso multiplica las sensaciones de seguridad y control, tanto del esférico como de los espacios, sabiendo jugar a dos ritmos para superar, básicamente por el carril derecho, de manera constante el entramado defensivo chicharrero.

Con Antoñito liberado para jugar continuamente en campo contrario, algo que permite en parte el mayor anclaje de Cisma y, sobre todo, el equilibrio que otorga la unión en el doble pivote de Luso y Edu Ramos, el Córdoba no tardó en avisar de que las pachangas del verano ya habían pasado a una vida mejor. Desde la autopista que se fabricó el sevillano, con la colaboración de Pedro Ríos, llegó un flujo de oportunidades incesante que se repartieron entre Rodri y Alfaro. El delantero remató de cabeza demasiado alto anticipándose a su par y luego no supo conectar un pase preciso al hueco del jerezano, con Dani Hernández ya fuera de sitio. Por su parte, el enganche avisó con una volea que se fue a las nubes ante una muralla de zagueros y acertó en su siguiente aparición en el área para abrir la cuenta con un tanto de pillo tras un lío en una acción iniciada en la esquina. El gol dejó noqueado por unos momentos al Tenerife, que pudo quedar sentenciado acto seguido con otro testarazo espectacular de Alfaro que atajó bien el meta abajo para evitar mayores sustos.

Con parte del trabajo hecho, y ante un enemigo voluntarioso pero sin maldad alguna en ataque, el Córdoba redujo los esfuerzos y pasó a contemporizar. No fue el paso atrás de otras veces, ni siquiera lo pareció. En parte porque los argumentos ofensivos chicharreros eran mínimos. Ya no por falta de remate, que también, sino porque su capacidad para pisar el área de Pawel era nula. Tanto que ni siquiera tras el paso por los vestuarios, y con esa mezcla de paso atrás de los blanquiverdes y empuje lógico del que va por detrás en el marcador, pudo poner en serio peligro el portal defendido por el polaco. Con los visitantes arriesgando cada vez un poquito más, hasta terminar con una línea de tres zagueros, el partido pasó a ser más de ida y vuelta, aunque sin oportunidades realmente claras hasta el último cuarto de partido.

Con más espacios en el medio campo de un Tenerife volcado y con mayor posesión, pero idéntico peligro, el Córdoba se aferró a su fortaleza defensiva para amarrar el botín, aunque sin renunciar a salir, sobre todo por el carril de un incansable Antoñito, tan vertical en labores ofensivas como rápido cerca del área propia. Con el carrusel de sustituciones ya en marcha, un balón lateral colgado sirvió para que Luso forzara un penalti a Iñaki. Lástima que Alfaro no supiera dirigir su lanzamiento ni entre los tres palos, disparando a la grada y perdiendo la ocasión de sentenciar la contienda. Ese error dio un nuevo aire al Tenerife, que terminó volcado, aunque sin inquietar más que en un córner que Jorge cabeceó libre de marca para pemitir el lucimiento de Pawel. Aunque quedaban diez minutos, la zaga cordobesista se disfrazó de muralla infranqueable para minimizar daño alguno y hacer que la primera estación termine con la cosecha deseada. Queda mucho, pero sabe mejor comenzar con buen pie..

stats