El libreto de Lucas

Córdoba cf

El técnico granadino ha esbozado en la concentración de Costa Ballena las pautas con las que quiere que juegue su Córdoba

El libreto de Lucas
El libreto de Lucas

Lucas Alcaraz tiene las ideas muy claras. Otra cosa es que sus jugadores sean capaces de aplicarlas. El entrenador granadino ya ha cumplido dos semanas como preparador blanquiverde, y en este tiempo ha ido plasmando los conceptos de su filosofía con ejercicios diversos. Por ahora, todo queda reservado al ir y venir de petos, los partidillos en espacios reducidos y, como punto de partida, la pachanga de 50 minutos ininterrumpidos celebrada el pasado viernes, en la que el equipo formado por Raúl Navas (Fernando López); Troyano, Richi, Gaspar, Fuentes; Dañobeitia, Jorge Luque, Jesús Rueda, José Vega; Fede y Pepe Díaz derrotó por 4-0 a Fernando López (Coca); Ceballos, Herreros, David Lopes, Morcillo; Pascual, Javi Flores, Carpintero, Arteaga; Curro y Asen, con tres goles de Díaz y uno de Fede.

Alcaraz no deja de tomar notas en su libreta y realizar correcciones, incluida alguna puyita al que falla clamorosamente o se despista y una recomendación expresa: nada de protestar a los árbitros, porque sus decisiones son un factor externo y, por lo tanto, imposible de controlar. Hasta la fecha, sus pupilos sólo han competido entre sí, porque los amistosos aún no han comenzado. Marbella, el próximo miércoles, será la primera parada de un conjunto que tratará de amarrar la permanencia sin apuros a partir del clásico 4-4-2, “la madre de todos los sistemas”, según el técnico. A falta de evaluar el nivel con rivales enfrente, éste es el fútbol que quiere Lucas.

Defensa

Alcaraz sabe, como buen hombre de fútbol, que todos los equipos se construyen desde atrás. Hace hincapié en una línea adelantada, especialmente si el marcador se pone en contra, y en la coordinación de los cuatro defensas –el bloque necesita funcionar como un acordeón–, sobre todo cuando los espacios aparecen porque alguien bascula para neutralizar a un adversario. En esa coyuntura se antoja vital la colaboración de los pivotes y los interiores para echar una mano a los centrales y los laterales, respectivamente.

Ante todo, las líneas deben estar juntas y la presión ha de ser coherente –los dos delanteros tienen la premisa de apretar a los rivales cuando se encuentren en disposición de robar la pelota cerca del área contraria–. Sólo así se consigue crear una maraña difícil de traspasar. Es la tarea más compleja para cualquier técnico, la que requiere más dedicación. Queda mucho para que el engranaje colectivo viva de automatismos, algo lógico a estas alturas. Lo que ya no depende tanto del entrenador es la responsabilidad individual: cada futbolista debe hacerse fuerte en su demarcación, marcando su territorio sin dejarse comer el terreno. El que no lo logre, no jugará. Otro factor que el granadino quiere extraer de sus discípulos es el “orgullo”, básico para dar la cara.

La vigilancia sobre los atacantes en los centros desde las bandas es fundamental para minimizar el peligro, así como las faltas tácticas que permiten al equipo recomponerse. Además, existen órdenes expresas para evitar innecesarias situaciones de riesgo: nada de perder el balón en zonas comprometidas. Los patadones para despejar y las cesiones al portero en momentos de apuro no son tabúes.

Ataque

La transición iniciada por Luna Eslava tendrá continuidad con Alcaraz: la estrategia, ese factor que obsesionaba a José González, no debe ser el arma fundamental para hacer goles. Además, ya no está Pierini, el gran especialista en el juego aéreo. Hay que llegar al otro portal con dinamismo, velocidad y contundencia, sin remilgos. Hay que acabar las jugadas porque eso, al margen de incentivar la producción anotadora, garantiza que el otro equipo no te coja descolocado.

Lucas concede mucho peso al juego por los costados, amparándose en la capacidad de desequilibrio de los interiores –con arrancadas verticales o en diagonal-, las subidas de los laterales y la movilidad de los delanteros. Cualquier momento es bueno para sorprender: así, se han ensayado las asociaciones a raíz de saques de banda, para progresar repentinamente.

El técnico quiere grabar a fuego un mensaje: los centros deben ir bien tocados para que el remate sea lo más efectivo posible. Si el balón va pasado, el interior del otro carril debe seguir la acción y aparecer por el segundo palo.

El propósito es no abusar del desplazamiento en largo desde la retaguardia, sino hilvanar a través de los pivotes. Los dos mediocentros, bajo la máxima de ofrecerse continuamente, tienen que contener y al mismo tiempo iniciar los ataques, ya sea en corto, con cambios de orientación o con pases directos a los puntas, con el fin de que éstos se revuelvan y engatillen. En el fútbol moderno, el que gana el círculo central suele ganar los partidos.

Partiendo de esa base, en el campo enemigo decide la calidad de los futbolistas. Ellos y sólo ellos son los encargados de elegir si conviene jugar a uno o dos toques –para no rifar el cuero–, mandar el balón al pie del compañero o al espacio, apoyar o desmarcarse… Atinar, en definitiva. Lucas asesora y asesora, aunque la última palabra la tendrán los de corto. Los que hay y los que, Zubillaga mediante, aún deben llegar para otorgar ese plus que permita al Córdoba competir con las máximas garantías.

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