Guitarras con acento oriental
'Las mil y una noches'. Programa: 'Capricho árabe', de Francisco Tárrega; 'En las estepas del Asia Central', de Alexander Borodin; 'Scherezade' (fragmentos), de Nicolai Rimsky-Korsakov; 'Sindbad op. 49', de Carlo Domeniconi; 'Bodrum Sea, A Cantastoria of One Thousand and One Nights', de Keiko Fujiie. Fecha: miércoles 13 de julio. Lugar: Teatro Góngora. Lleno.
La familia al completo del excelente guitarrista japonés Kazuhito Yamashita fue la protagonista de la penúltima velada clásica del Festival de la Guitarra de Córdoba. El padre, la madre (la compositora Keiko Fujiie, autora de dos de las piezas de la velada) y los cuatro hijos de la pareja (Koyumi, Terekaku, Kanahi y Namifu) ofrecieron un recital con seis obras cuyo denominador común era el presentar rasgos que, grosso modo, podríamos llamar orientalizantes.
El recital comenzó con tres solos de Kazuhito: una versión muy sentida y llena de rubati del Capricho árabe de Francisco Tárrega (1852-1909), un arreglo lleno de efectos tímbricos del poema sinfónico de Alexander Borodin (1833-1887) En las estepas del Asia Central y la primera de las dos obras de la mencionada Keiko Fujiie (1963), una pieza breve evocadora de la ciudad costera de Bodrum, en Turquía. El público que no había escuchado antes al guitarrista japonés quedó sorprendido con su estilo gestual. Yamashita realiza amplios movimientos en los que modifica sustancialmente la posición de la guitarra y de su cuerpo, llegando en ocasiones casi a levantarse de la silla. Esos movimientos parecen subrayar la acentuación de las frases, además de influir en otros parámetros musicales como la dinámica o el timbre.
A continuación vino un imaginativo arreglo a dúo (Kanahi se unió a su padre) sobre fragmentos de Scherezade de Rimsky-Korsakov (1844-1908). La obra se seguía con interés, tanto por la belleza de la música y la originalidad del arreglo, como por el contraste que se percibía entre las personalidades musicales de los intérpretes: comedida e intimista la de la niña, extrovertida y exagerada la de Kazuhito. Fue la pieza más aplaudida de la velada.
La segunda parte comenzó con un solo de Terukaku Yamashita, el mayor de los dos hijos varones. Realizó una sólida interpretación de fragmentos de la suite Sindbad del guitarrista y compositor italiano Carlo Domeniconi (1947), pieza que sirvió de preludio a la larga obra final de Keiko Fujiie, también sobre el tema que daba título a la velada (Las mil y una noches), obra de escucha algo árida, pero que permitió admirar la encomiable conjunción del grupo.
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