¿Me oyes, niño terrestre?
firmado: mister j.
'La guerra Kree-Skrull' destaca por el trabajo pulcro de Roy Thomas, aun cuando el desarrollo narrativo de la historia esté lastrado por una mezcla de cálculo e improvisación
Publicada por entregas en los números 89 a 97 de The Avengers, con fechas de cubierta que van de junio de 1971 a marzo de 1972, La guerra Kree-Skrull está considerada una obra maestra entre los aficionados a los superhéroes Marvel. Y bueno, personalmente considero que este puñado de tebeos dibujados por Sal Buscema, Neal Adams y John Buscema se encuentra lejos de las verdaderas piedras de toque del género -el Superman de la era Weisinger, Los cuatro fantásticos de Lee y Kirby, el Spiderman de Ditko, por citar sólo tres-, pero admito que sus cerca de 200 páginas, esta jovial sucesión de conflictos y mamporros, poseen fuerza y dinamismo a raudales, son excitantes y están cargadas de grandes momentos.
El arco argumental lo escribió de principio a fin Roy Thomas, guionista y editor trascendental en el desarrollo temprano de Marvel, quien compuso un auténtico estándar del género, citado y homenajeado posteriormente en no pocas ocasiones. Resumiendo mucho, la anécdota va de dos civilizaciones extraterrestres, los kree y los skrulls, que pretenden adueñarse de la Tierra, una suerte de plaza interestelar estratégica en el conflicto armado que ambas especies mantienen desde tiempo inmemorial. O mejor dicho, va de la defensa del planeta azul por parte de los Vengadores, supergrupo que cuenta entre sus filas con pesos pesados como el Capitán América, Iron Man o Thor, así como con personajes tan queridos y carismáticos como la Visión, la Bruja Escarlata y Clint Barton, en su etapa como Goliat. Un atractivo añadido de La guerra Kree-Skrull es la presencia de la entrañable asociación Capitán Marvel-Rick Jones, crucial para la trama, y también la intervención de Los Cuatro Fantásticos y Los Inhumanos, que aportan colorido y conectan el asunto con elementos clásicos de la Casa de las Ideas.
Se hable de lo que se hable, hablar de La guerra Kree-Skrull implica siempre detenerse en Neal Adams. El artista gráfico por excelencia de la llamada edad de bronce del cómic-book es con toda seguridad el responsable máximo de la mitificación de estos episodios, y su participación no se limitó a los dibujos, sino que influyó también en el argumento. Suya fue la idea de la secuencia más inolvidable de todas, esa en la que el diminuto Hombre Hormiga entra en el cuerpo de La Visión para arreglar al androide desde dentro -un abierto homenaje a Viaje alucinante, la película de Richard Fleischer luego novelizada por Isaac Asimov.
Con todo, en mi opinión lo más sobresaliente de La guerra Kree-Skrull es el trabajo pulcro e inteligente de Roy Thomas, aun cuando el desarrollo narrativo de la historia esté lastrado por la mezcla de cálculo e improvisación que caracteriza a los tebeos de la época. Thomas provee al asunto de constantes puntos de giro y elabora una historieta de temperatura creciente, con una conclusión paradójicamente anticlimática, pero que aporta un sentido inesperado a todo lo leído. En última instancia, la hermosa splash page dibujada por John Buscema en la que el eslabón más débil de la cadena, Rick Jones, convoca como recurso desesperado a los héroes de los cómics que leía de niño en el orfanato es un final redondo y hermoso. Y un homenaje sentido, honesto y lúcido a toda una generación de lectores e historietistas, la del propio Thomas, criada ya entre viñetas.
l firmadomisterj.blogspot.com
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