"Me divierte la provocación porque no deja indiferente a nadie"
El cordobés, uno de los máximos representantes del arte contemporáneo andaluz desde los años 70, inaugura su primera muestra individual en un museo y publica un libro recopilatorio de sus escritos
Desde el comienzo de su carrera, el pintor Rafael Agredano (Córdoba, 1955) ha luchado por la apertura de las artes plásticas en España y ha defendido el arte andaluz. Miembro del Grupo de Sevilla (ciudad en la que se estableció hace años) junto a Pedro G. Romero, Guillermo Paneque, Pepe Espaliú o Patricio Cabrera, fue uno de los impulsores de la revista Figura, publicación de referencia para la efervescente escena artística en los años 80. Desde el pasado mes de enero y hasta mayo exhibe en el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo, ubicado en Sevilla, su primera exposición individual en un museo y además acaba de publicar un libro recopilatorio de sus artículos sobre arte.
-¿Qué temáticas le gusta abarcar?
-La verdad es que todas. Toco todo lo que me interesa, como la muerte, el sexo, la contaminación, la decoración...
-¿Qué características dominan en su arte?
-La ironía. Supongo que forma parte de mi naturaleza como andaluz. Hubo un momento en el que la gente confundía ironía y sentido del humor con la frivolidad pero no tienen nada que ver. Yo no me he considerado nunca frívolo. Había gente que sí me consideraba porque creo que no captaba bien mis obras.
-¿Ha tenido confrontaciones por ello?
-Yo me he llevado siempre muy bien con los artistas, con mis compañeros, que han sido los que mejor han entendido mi obra. He podido tener alguna confrontación con gente que no me podía entender pero eran personas que no me conocían personalmente y tampoco habían seguido mi obra. El círculo de artistas cercano sí lo ha entendido siempre bien.
-¿Qué relación tiene con los críticos de arte?
-Los críticos son muy volubles pero la verdad es que yo tengo poca relación con ellos. Son unos seres extraños que están por ahí... Además, se confunde el crítico con el comisario porque a veces hacen la misma función. Los críticos más maduros, con más tiempo, saben leer la obra muy bien -aunque hay gente joven muy buena también- porque la madera es la madera. Otros realmente no son críticos, hacen crónicas de exposiciones y se meten en camisas de once varas, les falta formación, cultura y mucho arte por ver.
-¿Qué le inspira?
-La verdad es que no lo sé, soy muy intuitivo. Por una parte el arte mismo, me inspira el espíritu de la época. Las cosas vienen de pronto, algo que te pase inadvertido, que te coja con una sensibilidad especial...
-¿Le gusta la provocación?
-Me divierte la provocación porque no deja indiferente a nadie, hace que la gente reaccione en un sentido o en otro. El mismo hecho provocador puede desagradar, ser aplaudido o repudiado. Por eso creo que el artista no debe dejar indiferente a nadie.
-Fue miembro de la revista Figura, una publicación que contribuyó en los años 80 a revitalizar el arte contemporáneo andaluz. ¿Cómo se encuentra ahora este arte?
-En general el arte se encuentra en un periodo de aburrimiento aunque hay jóvenes valores. Es curioso porque la gente joven cada vez empieza más tarde a aparecer en el panorama. El arte es una actividad privada, es una aventura, pero siempre es necesario el apoyo institucional. No es que nosotros vivamos del Estado, pero el trabajo público, de las instituciones, es importante. Por ejemplo, si concede becas no te está regalando nada, está utilizando los impuestos de los ciudadanos. Debe darle actividad a los centros de arte. El arte andaluz es un arte periférico, no está en Madrid, y hacerlo desde el sur es más complicado. Por otro lado, a la hora de hacer recortes el arte es el que primero lo sufre porque puede parecer algo accesorio, pero los artistas también comemos. Detrás del arte hay obreros. No se puede separar el arte de los artistas, así que el arte actual andaluz está pasando muy mal momento.
-¿Qué lastres tiene el arte contemporáneo?
-Cada vez menos. El principal es que la gente se cree que el arte se debe captar por ciencia infusa, cuando, como cualquier otra actividad, necesita de una preparación intelectual previa. Incluso la abstracción es entendible, lo que no puedes buscar es algo concreto en ella porque si es arte abstracto no puede significar nada. Pero es que con Las Meninas, si tampoco tienes un conocimiento previo, te pierdes el 99,9% de la obra. A medida que conoces el arte lo puedes captar mejor. Entonces el lastre lo tiene la gente que se sitúa delante de él, pero el público cada vez está más formado en ese sentido.
-¿Qué opina de las nuevas tendencias artísticas y los jóvenes creadores?
-Hay un montón de jóvenes artistas maravillosos, me parecen estupendos, con una grandísima formación, más que la que nosotros teníamos. Ahora a través de internet además tienen acceso al arte que se está haciendo en cualquier sitio del mundo y en cualquier galería. Lo pueden tener más complicado porque hay más gente... pero también hay más galerías.
-¿Hemos llegado a la libertad artística absoluta que usted reclamaba a finales de los años 70?
-Creo que nos hemos aproximado bastante a eso que para mí era una utopía: que todo el mundo hiciera lo que le diera la gana. Ahora la gente trabaja con mucha libertad. Los inconvenientes que pueden tener son principalmente por cuestiones económicas pero no por aspectos críticos.
-Ha escrito mucho sobre arte y ahora lo ha recopilado en un libro, Titanlux y moralidad. El musical (editorial Metropolisiana). ¿Qué línea siguen estos artículos?
-Es un libro complicado porque hay escritos desde hace 30 años. Está compuesto por artículos por encargo y hay desde un texto para una exposición de Victorio & Lucchino hasta el primer texto escrito para Figura. Lo único que le da coherencia es mi personalidad, pero también he cambiado mucho porque no es lo mismo un joven de veintitantos que un señor con 50. Pero siempre te ves ahí como persona, hay algo en lo que ambos se siguen pareciendo.
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