Alegría romántica

La Orquesta, en su concierto del pasado jueves.
La Orquesta, en su concierto del pasado jueves.
Antonio Torralba

05 de mayo 2012 - 05:00

Noveno concierto de la temporada de abono (ciclo Premium). Programa: Franz Schubert, Sinfonía n. 3 en re mayor D. 200; Ludwig van Beethoven, Sinfonía n. 6 en fa mayor op. 68 'Pastoral'. Director: Manuel Hernández Silva. Fecha: jueves 3 de mayo. Lugar: Gran Teatro. Lleno.

Asociado a menudo al predominante sentimiento de nostalgia, el movimiento romántico dejó también inolvidables páginas de alegría desbordante. Este es el sentimiento en el que se basan las dos obras ofrecidas el jueves por la Orquesta de Córdoba, dos sinfonías deliciosas separadas apenas una década y surgidas de la inspiración de dos grandes: Franz Schubert (1797-1828) y Ludwig van Beethoven (1770-1827).

La alegría de la sinfonía de Schubert, compuesta en 1815, se asocia a una luminosidad casi mediterránea y a un ímpetu juvenil (el compositor tenía 18 años) que Schubert combina con la encantadora sencillez típica de sus obras más inspiradas. Es una sinfonía relativamente breve (menos de media hora) que se escucha con sumo placer, tanto por la elegancia y la gracia de sus temas melódicos (que recuerdan a veces a la ópera) como por las transparentes texturas camerísticas, que hacen sentir como protagonistas a todos los instrumentos, aspecto éste especialmente evidente en el segundo movimiento.

La alegría del Beethoven de la Pastoral, aunque se mueve también por muchos otros matices, se asocia fundamentalmente al sentimiento de paz y plenitud profundas. Es difícil escuchar el arranque de esta obra (tomado, al parecer, de una melodía bohemia) sin que se nos ponga una sonrisa de oreja a oreja, sin que se nos alegre el corazón, como le escuché decir a un señor sentado detrás de mí.

La orquesta, que no estuvo muy afortunada en el comienzo de Schubert (un primer movimiento salpicado de imprecisiones), fue ganando calidad a lo largo de la velada y, aunque a mi juicio no alcanzó las cotas a las que nos tiene acostumbrados, realizó en su conjunto una actuación solvente bajo la siempre segura y a menudo inspirada batuta de su director Hernández Silva, que ya se nos va despidiendo poco a poco en este tramo final de la temporada.

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