Una dulce armonía
Segundo concierto de la temporada de abono. Concierto del XX Aniversario de la Orquesta de Córdoba y el XXV Aniversario del Coro de Ópera de Córdoba. Programa: 'La Creación', de Joseph Haydn. Solistas: Inmaculada Almeda, soprano; Pablo García López, tenor; Francisco Santiago, bajo. Director de la orquesta: Lorenzo Ramos. Director del coro: Diego González Ávila. Orquesta de Córdoba. Coro de Ópera de Córdoba. Fecha: jueves 25 de octubre. Lugar: Gran Teatro. Casi lleno.
Magnífico concierto el ofrecido el jueves con motivo de los aniversarios de la orquesta y el coro de ópera de nuestra ciudad. Cargada de simbolismos, la obra elegida prestó sus innumerables encantos al lucimiento de las dos entidades y de los tres solistas cordobeses invitados para la ocasión: la soprano pontanesa Inmaculada Almeda, el tenor Pablo García López y el bajo Francisco Santiago. Todos, bajo la dirección del flamante director de la orquesta, ofrecieron una intensa lectura del oratorio que sobre la creación del mundo compuso Joseph Haydn emulando las majestuosas aportaciones que Haendel hizo al género.
En efecto, durante la temporada de 1791 en Londres, Haydn quedó vivamente impresionado tras la escucha de los oratorios de Haendel interpretados en la Abadía de Westminster con generosos medios vocales e instrumentales. Según Giuseppe Carpani, estas audiciones estimularon enormemente al compositor y le hicieron meditar sobre los recursos técnicos que Haendel ponía en juego para lograr la expresión de lo grandioso. Haydn comentó a su amigo Barthélemon su deseo de componer una obra de un espíritu similar y le pidió consejo sobre el tema. Barthélemon cogió su Biblia y le dijo: "Mira, toma esto y empieza por el principio". El resultado fue una obra deslumbrante, en la que generaciones de públicos muy diversos han encontrado atractivos sin número.
La interpretación del jueves comenzó con el escenario a oscuras para reforzar el efecto del paso de las tinieblas anteriores a la creación divina a la luz. Se hizo coincidir el famoso acorde de do mayor de toda la orquesta en fortissimo con la repentina iluminación del escenario. A partir de ahí comienzan en sucesión las delicias musicales, muchas claramente emparentadas con el mundo de las arias operísticas de la época y con el gusto dieciochesco por la pintura musical elegante. En este sentido, el haber hecho accesible al público una versión del texto cantado (en papel o mediante subtítulos) hubiera ayudado al mayor disfrute de la escucha y a una mejor valoración de la elocuente y acertadísima interpretación de los tres solistas, que sortearon con creces las dificultades de la partitura y llenaron de emoción no pocos números. Me pareció especialmente elegante el fraseo del bajo Francisco Santiago, quien también hizo gala de un envidiable manejo de la dinámica; y admiré igualmente la agradable frescura del canto del joven tenor Pablo García López y la técnica de la soprano Inmaculada Alameda.
El coro estuvo a la altura (quizás hubiera necesitado refuerzo de la cuerda grave), la orquesta me pareció impecable (flauta encantadora) y la dirección de Lorenzo Ramos y el cuidado que se adivinaba detrás de todo el complejo montaje me hicieron pensar que vienen buenos tiempos para la música de la ciudad y que (Uriel lo canta al comienzo de la tercera parte) seremos premiados como Adán y Eva con una "dulce armonía" que nos hará sentir, también como la feliz pareja, "un sentimiento de ferviente gratitud".
La nota de prensa de la Orquesta anunciando el concierto comparaba metafóricamente la llegada de la formación a la vida musical de la ciudad y el emotivo momento de la irrupción de la luz aludido antes. Pero la historia de estos 20 años es más darvinista que creacionista. Y esa evolución, que tanto debe a tanta gente, creo que tiene mucho que ver en especial con el esfuerzo y el buen hacer del que ha sido hasta ahora su gerente: Alfonso Osuna Prieto. ¡Gracias a ti también, Alfonso!
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