"Hay Pele para rato"

"Hay Pele para rato"
"Hay Pele para rato"
Alfredo Asensi Córdoba

03 de abril 2013 - 05:00

Entre Villarrubia y Almodóvar la tarde tiene una textura de primavera joven, segura y recién liberada. El Pele se moja los labios en un descafeinado antes de empezar el relato de sus últimos meses. Sereno, generoso en la franqueza, amplio de proyectos, su voz tiene una dimensión de verdad y una vibración de alivio potenciadas por el sobrecogedor contraste entre el verde de los campos de trigo y los azules caprichosos del cielo. Es otro Pele pero el mismo Pele, un cantaor irrepetible, un hombre que no deja de aprender.

-¿Cómo se encuentra?

-Poco a poco me estoy recuperando. Es un proceso lento porque las cosas estas de colon son así. A mí me detectaron un pólipo rectal. He estado muy bien atendido por las unidades de radiología y radioterapia del Hospital Reina Sofía y tengo que dar las gracias a muchas personas por el trato y la profesionalidad: a la eminencia que me acogió, el doctor Francisco Sánchez de Puerta; la oncóloga Gema Pulido; el gerente, José Manuel Aranda, y a mucha más gente. Ahora ya pienso en que el 22 de junio inauguro La Noche Blanca del Flamenco.

-¿Cómo ha sido su convivencia con la enfermedad? ¿Cómo ha cambiado su visión de la vida?

-La ha cambiado totalmente, de la noche a la mañana. Yo he sido una persona de estar hoy aquí y mañana allí y, al verme tan limitado, de repente la vida me ha cambiado mucho. Lo peor es no depender de ti, depender de tener un baño cerca... Te vuelves otra persona. Llevo dos años sin poder trabajar pero por suerte en los próximos meses me podrán ver en distintos escenarios de Andalucía y España.

-¿Cómo reaccionó cuando supo que tenía la enfermedad?

-Le conté a Vicente Amigo lo que me habían diagnosticado y le dije abiertamente: "Yo no sé lo que es un pólipo rectal". Y él me puso en contacto con un cirujano amigo que me lo puso muy crudo. Cuando te dicen que tienes una enfermedad tan desagradable no sabes cómo reaccionar. Se me vino el mundo encima. En julio hará un año desde que comenzó todo. Me hicieron una ileostomía y ahora, ocho meses después, el 7 de marzo, me han vuelto a intervenir, me han cerrado y me han dejado fenomenal. Y estamos en la recuperación, que es lenta. Ahora realmente es cuando me estoy dando cuenta de la mejoría, me puedo mover con más o menos libertad. Es muy duro estar encerrado entre cuatro paredes sin poder moverte.

-¿Qué le ha ayudado en este tiempo a sobrellevar los malos momentos?

-Yo. Yo mismo y tener mucha confianza en Dios. Si la enfermedad se te sube a la cabeza lo pasas mal porque te vienes abajo, te deprimes, te dan ganas de hacer cosas muy raras... Tienes que contar con mucho apoyo de la familia, tener una familia que te mime, que esté pendiente de ti..., porque lo pasas muy mal, no eres tú.

-¿Cómo es ahora su día a día?

-Se basa en tener mucha fe en que me estoy recuperando poco a poco. Hace quince días que me operé y le doy gracias a Dios porque voy hacia arriba, voy menos al baño, lo controlo mejor.

-Mucha gente ha estado pendiente de su salud todo este tiempo...

-Y a todos les doy gracias por el apoyo. Han sido tantas llamadas, muchas a través de mi manager porque no querían molestarme... Las peñas flamencas se han interesado mucho, y también compañeros como Isabel Pantoja, Poveda, Arcángel... A los aficionados quiero decirles que mes estoy recuperando y que hay Pele para rato.

-Entre las dos operaciones vivió usted un momento inolvidable en la Bienal de Sevilla, donde su soleá fue reconocida con el Giraldillo al momento mágico.

-Supuso para mí una recompensa de las más importantes que he recibido en mi vida. Porque me habían operado hacía quince días y lo que hice sobre el escenario fue gracias a la fuerza de creer que podía hacerlo y que aún me quedan muchas cosas por hacer. Para subir al escenario me tuvieron que ayudar Pansequito, Manuela Carrasco y Juan Villar, y una vez arriba me tuve que ayudar de una banqueta. Aquello parecía la procesión del Caído. Yo estaba doblao; estoy doblao pero no estoy partío. Alguien dijo que Sevilla estaba oscura hasta que yo aparecí y la iluminé. Ese premio lo habían dado por última vez hacía treinta y tantos años, a Camarón. Ahora me van a dar el premio de los críticos flamencos, que es muy prestigioso y muy importante en la carrera de un cantaor.

-Su reencuentro con el público cordobés será en la inauguración de la sexta Noche Blanca del Flamenco. ¿Cómo lo afronta?

-Con la máxima ilusión, porque nadie está preparado para recibir este palo, y para una persona tan activa como yo es algo que te hace polvo. En los próximos meses tengo muchos proyectos, actuaciones en Antequera, la cata flamenca de Montilla, Guaro, Bilbao... Tengo colaboraciones en algunos discos. Y también una película de Tony Gatlif, que cuenta con la ayuda de Carlos Saura: se va a llamar Vengo del moro y aportaré la banda sonora, grabada en directo. La idea es bonita. Antiguamente lo único que los gitanos traían en sus alforjas eran unas pocas ilusiones y unos cantes por bulerías y soleás, y los niños... Hasta que se les colgó el sambenito de las drogas. En esta historia hay una patera que viene de Marruecos pero no trae droga sino unos pocos gitanos cantando y bailando, una garrafa de vino, unas habas... Traen ilusiones. Otro proyecto importante para mí es el nuevo disco junto a Vicente Amigo, que es otra persona a la que tengo que agradecerle el apoyo que me ha dado. Ha dedicado mucho rato de sus horas de ensayo a estar conmigo; es más, el último disco, Tierra, lo empezó a hacer aquí, la Canción de Laura la empezó aquí conmigo... Tenemos los dos la ilusión de hacer algo, y algo saldrá porque los aficionados se lo merecen. Quizá hagamos una antología, porque los discos de temitas están muy vistos y son pan para hoy y hambre para mañana. Yo soy cantaor de flamenco. Pensamos en los aficionados del mañana.

-¿La enfermedad no le ha quitado en algún momento las ganas de cantar?

-No, al contrario. Sí me ha quitado de la noche, de fumar..., de casi todo menos del amor a mi familia y a Dios. He entendido que si no te quieres a ti mismo no puedes querer a los demás.

-Se suele pensar que estas cosas les pasan sólo a los demás...

-Nunca piensas que te va a tocar a ti, pero lo mismo que hay gente a la que le toca la lotería hay quien agarra una de estas... Y ya no sólo eso: dos días antes de la operación tuve un accidente de tráfico en un cruce porque una mujer se saltó un stop. Yo iba de copiloto, perdí dos dientes, un porrazo enorme... Iba al médico para que me dijera cuándo me operaba.

-¿Tiene más fe ahora que antes?

-Tengo muchísima fe. Voy al culto de los gitanos evangelistas. Es lo mejor que puedo hacer. Yo también me he emborrachado y me he jugado la vida con las drogas y ahora entiendo que eso no lleva a nada. Estuve dando charlas en centros de drogadicción y pienso seguir dándolas para ayudar a la gente.

-¿Se ha vuelto más solidario?

-Me he vuelto más humano.

-¿Ha hecho balance?

-He pensado en el mal que me he hecho. Pero al hacer balance tienes que quedarte con lo positivo, con el bien que hayas hecho a los demás y a ti. Como seas negativo lo tienes crudo. Yo mando mi apoyo a quienes estén pasando por una situación parecida a la que yo he pasado. Que luchen: si yo he podido, ellos también pueden.

-¿Cómo ve el flamenco en Córdoba?

-Muy flojo en términos de cante, si bien se está tocando y se está bailando mejor que nunca. Yo doy clases a unas chicas y entre ellas hay una que se llama Isa Jurado de la que me siento muy orgulloso. El problema es que hay falta de escuelas. Yo propuse al Ayuntamiento hace varios años que me dejara una sala en el Centro Flamenco Fosforito para enseñar a los niños de Córdoba, a cambio de nada, y todavía estoy esperando respuesta. Qué pena. Yo puedo dejarle a la juventud de Córdoba lo que he aprendido. Tiene que haber espacios para que los jóvenes sepan diferenciar una soleá de otra, afinar, respirar, distinguir cómo cantaba La Serneta o Manuel Torre... Joaquín Zurita me ha propuesto una actividad en la Posada del Potro a la que me brindo gustosamente, pero quiero decirle al Ayuntamiento que me ofrezco a enseñar en este centro a los jóvenes lo que yo sé sobre un arte que ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, si bien es la humanidad la que es patrimonio del flamenco.

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