El sueño ha terminado

Mario Cuenca Sandoval.
Mario Cuenca Sandoval.
José Daniel García

28 de junio 2008 - 05:00

El escritor Juan Bonilla, haciendo gala de la lucidez que le caracteriza, afirma en el prólogo a Guerra del fin del sueño que la poesía contenida en este libro, "como toda poesía verdadera, nace de una auténtica perplejidad". El autor de este libro, Mario Cuenca Sandoval (Sabadell, 1975), se vale de la experiencia común del sueño plácido en el que encontramos el amor verdadero, nos toca la lotería o el mundo funciona a la perfección y todos nuestros pecados son purgados, para introducirnos en el amargo despertar, cuando la luz penetra en nuestro cuarto y dibuja un interrogante sobre la almohada. No en vano este primer puñado de poemas se titula Los signos y destaca por las preguntas, a veces retóricas, a veces sin respuesta, que el poeta nos lanza desde las trincheras de la consciencia. El campo de batalla se compone de barricadas en barrios parisinos y madres que perfuman el cadáver de sus hijos para embellecer el recuerdo de su ausencia; un preso político que lucha contra sí mismo intentando vencer al enemigo exterior mientras, en el patio de la prisión, un Peter Pan siniestro busca desesperadamente polvo de hadas. El tiempo transcurre y la muerte arrebata el sonido a la caja tonta, mostrando el dolor que ya nunca será de los otros.

Dream is over, como en aquella canción de John Lennon, que es uno de los invitados al desfile de la vigilia perpetua junto con Rimbaud, Nietzsche, Lowry, Pessoa, Carver, Sexton y varios nombres más que un día se enfrentaron al desastre y decidieron dar un NO a la vida. Suicidas, poli-adictos, marginados…, personas que regresan al poema para amarillear el papel en blanco y recordarnos que la voluntad no siempre implica poder, que el precipicio está en nuestro interior. Pero quien mira al vacío y siente vértigo también puede intentar darse la vuelta, regresar a la cama y conjurar el insomnio mediante recetas, como el heroinómano que nos extorsiona cada vez que aparcamos en zona azul. O quizá seguir adelante, bajar la guardia y golpearse a sí mismo, escrutando el paisaje lunar en el que se demora ya nuestra vida en busca de algunas certezas, promesas de supervivencia esculpidas en hielo.

Guerra del fin del sueño es un poemario intenso, desnudo, con un ritmo marcado y muy medido y un lenguaje realista y visceral. Un libro coherente, orgánico, donde las imágenes se suceden con precisión quirúrgica y las metáforas se abren a media luz para explotar dentro del lector, provocando un fogonazo que irrita los ojos y nos obliga a frotarnos los párpados para verlo todo con mayor claridad. Desde los versos que lo componen, este profesor de filosofía afincado en Córdoba nos mira a los ojos sin pestañear para recordarnos que el centro del mundo es dolor, y que ese dolor es compartido, advirtiéndonos de que ya es hora de pagar "el haber sido fáciles y la banalidad/con que miramos siempre la violencia". Porque no hay peor cómplice que quien observa y no hace nada, oculto tras la barrera de la pantalla de plasma, creyéndose a salvo en su cuarto de estar.

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