"Ibn Arabi debería ser estudiado en todas las facultades"
Fernando Mora. Escritor
Especialista en la vida, la obra y las enseñanzas del sabio andalusí, el investigador está en Córdoba para ofrecer hoy una conferencia sobre el pensador nacido hace casi 850 años
La Biblioteca Viva de Al-Ándalus recibe hoy al escritor e investigador Fernando Mora, que ofrecerá (19:30) la conferencia Ibn Arabi: heredero de la perplejidad. Mora es un experto en el pensador y poeta nacido en Murcia en el año 1165, a quien ha dedicado el libro Ibn Arabi. Vida y enseñanzas del gran místico andalusí, publicado por Kairós.
-¿Por qué ha sido tan olvidada una figura tan relevante ?
-Porque realmente todos los autores islámicos han estado olvidados desde Al-Ándalus. Fue a partir de finales del siglo XIX con Asín Palacios cuando empezaron a recuperarse. Este olvido es incomprensible cuando hablamos de figuras como Ibn Arabi, que tiene 300 libros reconocidos y 400 de dudosa atribución y que debería ser estudiado en todas las facultades.
-¿Cuáles fueron las aportaciones más importantes que realizó al pensamiento de su época?
-Recogió las tradiciones que no estaban recogidas por escrito, las sistematizó, explicó muchos términos técnicos del sufismo, hizo glosarios de terminología sufí... Esto hasta entonces nadie lo había hecho. Fue como un puente entre una época en la que el sufismo no tenía textos, no estaban las enseñanzas expresadas de una manera explícita, y el tiempo posterior. Él lo ordena todo, y por eso escribió tanto: recogió todas las tradiciones, todas las líneas del sufismo y las revitalizó para las generaciones futuras.
-¿Qué idea tenía de Dios y del ser humano?
-Sin Dios no habría obra de Ibn Arabi, es lo más importante para él. Y el ser humano también lo es porque está creado a la imagen de Dios. El ser humano tiene esto como una potencialidad, como una semilla, pero ha de desarrollarla. Y para él este desarrollo está en la santidad, que por otra parte no es un camino para todos los seres.
-¿Cómo adquirió esa dimensión intelectual?
-Más que intelectual, Ibn Arabi es un ser espiritual, un místico. A él le vino todo por iluminación, por ciencia infusa. A los 15 años tuvo una primera iluminación o llamada que le llevó a meterse en un retiro, aún sin maestros. Él dice que entonces adquirió todas las ciencias y conocimientos que luego puso en sus libros. A lo largo de su vida hizo incontables retiros de este tipo.
-¿Qué relación tuvo con Córdoba?
-Es una ciudad muy importante en su vida. Aquí se entrevistó con Averroes un par de veces y aquí también tomó la decisión de dedicarse al sufismo, en la gran mezquita. Allí pensó: dejo el mundo y me dedico a la vida religiosa. También en Córdoba, después de tomar esta decisión, hizo uno de sus retiros. Y tuvo unas experiencias visionarias muy importantes. Él llamaba a Córdoba "lugar de sublimes contemplaciones".
-¿Cómo fueron sus contactos con Averroes?
-Averroes era amigo de su padre. Después del primer retiro (Ibn Arabi era un adolescente), su padre lo llevó a Averroes porque éste, además de un gran filósofo, era médico. Yo tengo la teoría de que el padre lo llevó porque estaba preocupado por sus tendencias tan marcadas hacia la vida mística, cuando en principio Ibn Arabi había estudiado para ser secretario o funcionario. Pero Averroes le dijo que su hijo no estaba enfermo, que esas iluminaciones no indicaban locura. Averroes estuvo exiliado en Marrakech, donde murió. E Ibn Arabi fue testigo de su cortejo fúnebre. De hecho, si no fuera por el testimonio escrito que él dejó no sabríamos nada de ese entierro. Iba Averroes en un mulo y, como contrapeso, todos sus libros. Ibn Arabi se quedó estupefacto.
-¿Cómo fueron sus últimos años?
-Muy apacibles y tranquilos en Damasco, donde vivió entre diez y quince años antes de morir. Dicen que fue perseguido pero no es cierto. Sí tuvo problemas con un libro de poemas amatorios en la ciudad de Alepo, en Siria. A los ulemas no les gustaba que se relacionase el lenguaje erótico con el místico. Él escribió un tratado para explicar las imágenes y el simbolismo de los poemas. Fue el único problema que tuvo con las autoridades religiosas, que se conozca. También dicen que estuvo en Egipto encarcelado, que salió de España o de Al-Ándalus porque estaba mal con los almohades... Pero él con los almohades se llevaba muy bien: tenía libre acceso a los palacios, al califa y a su hijo... Estaba muy bien relacionado con ellos.
-¿Cómo asumió y procesó el eco del esplendor perdido de Al-Ándalus?
-Con nostalgia y pena. Ibn Arabi compuso unos poemas elegiacos sobre esto en las ruinas de Medina Azahara: fíjate lo que era esto y en lo que ha quedado, viene a decir... Él es muy consciente de que el final de Al-Ándalus está ahí. De hecho, él en su proyecto vital no vuelve a Al-Ándalus. Sale de aquí y llega a La Meca en 1202 y es consciente de que esto se va a acabar y que su obra y su enseñanza tiene que desarrollarlas, para que pervivan, en otra parte. Hoy se conoce poco de él en España, pero si se hubiera quedado aquí probablemente sería mucho peor porque la mayor parte de sus obras habría desaparecido.
-¿Creó escuela? ¿Tuvo herederos?
-Sí. En vida no tuvo muchos discípulos, apenas un círculo íntimo. Pero en las sucesivas generaciones se percibe su huella, sobre todo en Persia. De hecho, hay quien lo considera el gran pensador musulmán de los últimos ocho siglos.
-En 2015 se cumplen 850 años de su nacimiento. Una buena ocasión para revisar su figura...
-Sí, de hecho se van a hacer varios actos, pero su figura, con altibajos, se está revisando ya desde hace algunas décadas, en países como Inglaterra o Estados Unidos. En el ámbito oriental no ha dejado de estar de moda desde su época. Hay mucho más publicado sobre él en inglés y en francés que en español. De lo que hay traducido, el 85% son malas traducciones. Y el principal libro traducido al castellano por el que se conoce a Ibn Arabi, Eltratado de la unidad, no es de él. Pero escribió tanto que cualquier libro de dudosa autoría se le adjudicaba.
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