En busca de una escuela cordobesa

Guitarristas de distintas generaciones dudan de que exista un conjunto de rasgos suficientemente amplio que defina en el flamenco local una manera propia de tocar

Los participantes en la mesa redonda sobre la escuela cordobesa.
Los participantes en la mesa redonda sobre la escuela cordobesa.
Alfredo Asensi Córdoba

14 de noviembre 2014 - 05:00

En la guitarra flamenca, ¿hay una escuela de Córdoba? Al sugerente reto de encontrar respuestas a esta pregunta se lanzaron ayer Paco Peña, Merengue de Córdoba, Paco Serrano y Rafael Montilla Chaparro en una mesa redonda conducida por el crítico Francisco del Cid. Serrano resumió su postura con claridad: "Hay una guitarra cordobesa pero no sé si una escuela cordobesa". Reforzaba así la inicial intervención de Paco Peña, que se mostró escéptico sobre la existencia de una escuela cordobesa "aunque ha habido muy buenos guitarristas y mucha conciencia guitarrística". Porque una escuela necesita definirse con unos rasgos, unas constantes, una definición, unas pautas, una forma de hacer que se mantienen en el tiempo, y ahí es donde Peña no lo ve claro.

Ni Serrano, que no obstante indicó que la precisión y la concreción en estas cuestiones "van de la mano de la perspectiva del tiempo" y de cómo se vea "desde fuera". Es, ejemplificó, "como el acento: el lenguaje evoluciona en una persona de forma natural; sus características propias se ven desde fuera". Así, entre expertos foráneos se aprecia "la forma de tocar" de los cordobeses "y de hacer el compás por soleá, melódicamente y rítmicamente". Pero hoy en día en el mundo artístico las "influencias mutuas" son continuas, "hay mil lazos que se establecen entre unos y otros". En la guitarra flamenca cordobesa, a partir de los años 70 y sobre la base de artistas y pedagogos con que había contado y contaba (y constructores), "todo fue multiplicándose": se da "un salto cualitativo y cuantitativo, cada vez más gente tocando mejor".

El más joven de los convocados en la mesa era Chaparro, que en principio quería ser cantaor como su padre. También duda de la existencia de esa escuela aunque reconoce algunos rasgos subrayables: "Se toca por soleá en Córdoba de forma más pausada, más digna". Los de su generación agradecen a los grandes maestros de las anteriores "que no hayan defraudado en su concepto guitarrístico".

Con estos antiguos maestros, explicó Del Cid, el toque cordobés era más cadencioso, ajustado a los cantaores del momento; luego evoluciona y se hace más creativo, dinámico, más dotado de nervio. Entre los "transgresores" estuvo Merengue, que recordó que en sus inicios "todo estaba centrado en el cante; baile apenas había". Merengue hizo un repaso por su trayectoria, en la que figura como momento clave la decisión, junto a su mujer, Concha Calero, de "juntar las enseñanzas de la guitarra y el baile" en una academia que ha sido clave para el flamenco cordobés y sus íntimos procesos de "transmisión generacional".

También habló del pasado Paco Peña, que aprendió "de amigos" que a su ver habían aprendido de otros y que en muchos casos encontraban una misma raíz de conocimientos, Pepita Morales. "Hoy en día es difícil decir que la guitarra, que se ha universalizado tanto, tenga un carácter especial en un sitio concreto", señaló el creador del Festival de la Guitarra de Córdoba, a comienzos de los años 80, un acontecimiento que, como reconoció Serrano, fue fundamental para la evolución cultural de la ciudad y para que los jóvenes artistas pudieran aprender de grandes figuras de este instrumento y verlas tocar en directo.

"Hoy todo el mundo aprende de todo el mundo", indicó Peña, uno de los artistas cordobeses de mayor proyección internacional y que en la primera actividad de la mañana había reflexionado junto a Faustino Núñez sobre el escaso reconocimiento con el que ha contado durante años la guitarra flamenca, un papel secundario que cambió "con el advenimiento de Paco de Lucía". Narró sus experiencias personales en los comienzos de su carrera artística en Londres y reconoció que nunca "había soñado con ser un guitarrista de concierto".

En la mesa no pudo estar el inicialmente anunciado José Antonio Rodríguez, que sí compareció por la tarde para reivindicar la importancia del flamenco, una música apreciada en todo el mundo (cada vez en más latitudes) que, sin embargo, "no tiene cabida en las radiofórmulas actuales de nuestro país".

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