Canciones peligrosas
El periodista José Manuel Rodríguez 'Rodri' recoge en un libro-disco todas las canciones que censuró el régimen franquista por los motivos más absurdos y desternillantes
¿Puede un bolero ser subversivo? ¿O un tango inducir a la perversión sexual? ¿Puede una copla originar una revolución? ¿Qué malignas intenciones puede albergar una cumbia? En la opinión del paranoico régimen franquista, muchas. Para los censores de la época, en cada canción que sonaba por la radio había una potencial herejía, un pecado oculto, una incitación al pecado. Eso es lo que pone de relieve el locutor de radio José Manuel Rodríguez Rodri en su libro-disco Una historia de la censura musical en la radio española, que acaba de ser publicado y en el que analiza cómo la censura franquista se desquició tachando versos y erradicando corcheas de las ondas. ¿Por qué? Porque todas parecían ser canciones peligrosas.
La idea de escribir un libro sobre la censura musical radiofónica en tiempos de Franco le vino a Rodri, conductor de programas en Radio Nacional de España como Correcaminos o Pintan coplas, tuvo su origen en 1972. El actor valenciano Jorge Mistral acababa de suicidarse en México pegándose un tiro y Rodri recordó que en los archivos de RNE había discos con Mistral recitando poemas. Decidió ir a buscarlos al archivo y se encontró con que habían desaparecido. La censura había prohibido que la voz de un suicida estuviese en una emisora de radio. Los discos habían sido destruidos.
A partir de ahí, José Manuel Rodríguez fue testigo de situaciones verdaderamente desternillantes. "Recuerdo cuando estaba Franco enfermo. Yo estaba en un programa de RNE 1 junto a Carlos Tena. Iba a hacer un programa dedicado al grupo Doctor Feelgood cuando me indicaron que aquel no era el momento más adecuado para radiar a un grupo que llevara la palabra 'doctor' en el nombre... por si acaso".
Durante los últimos años, Rodri se ha dedicado a recopilar fichas con las canciones que fueron censuradas en su día por el régimen franquista y a recabar datos sobre ellas. El doble CD que acompaña al libro con aquellas canciones contiene 39 cortes, pero el periodista encontró más de 500 canciones con la indicación de 'prohibido'. Y algunas, por las razones más peregrinas del mundo...
Es el caso del popular tema Bésame mucho, que incluso llegaron a grabar los mismísimos Beatles. Pero eso de que alguien pidiera que le besaran con tanta pasión y desenfreno no gustaba ni a la Iglesia ni al Gobierno. De modo que fue tachado de las listas de canciones radiables... incluso hasta en su versión instrumental. "Era una cosa de locos", comenta Rodri. "Yo no creo que Franco estuviera al tanto de todo lo que se radiaba, ni siquiera las altas esferas. Al final era el último mono en el sistema de censura el que decidía qué se radiaba y qué no se radiaba".
La censura funcionaba de la siguiente forma: cada día, el ministerio del ramo enviaba a todas las emisoras de radio españolas una lista con canciones que no podían ser emitidas. Eran los propios responsables de esas emisoras quienes se dedicaban a rayar discos o a ponerles las etiquetas de 'prohibido'. El régimen no prohibía que se grabasen las canciones. Sólo prohibía que se emitiesen por las radios.
"Yo supongo que habría funcionarios de censura tan aburridos, que se dedicaban a cortar con una navajita los microsurcos de un disco. Luego pegaban sobre ese corte la palabra 'prohibido'...", explica Rodri.
Temas como El gavilán pollero, Ojos verdes, El bodeguero o Chorra fueron prohibidos. Y también censurada hasta la misma Concha Piquer porque, en una canción grabada en 1931, Siempre Sevilla, mencionaba a Manuel Azaña...
"También hay otro hecho", comenta Rodri. "En cierto momento, a los funcionarios que trabajaban para la censura, les ofrecieron pagarles horas extras si, por las tardes, se dedicaban a revisar letras de canciones. Todos temían que algún verso raro pudiese colárseles, de manera que se curaban en salud censurando cualquier canción que les pareciese sospechosa. Temían un rapapolvo de sus superiores, o algo peor".
Eso no fue óbice para que se les colase uno de los temas más sugerentes sexualmente que se recuerdan, el famoso Je t'aime, moi non plus, de Jane Birkin, en 1969. "Los censores habían leído la letra y no encontraron nada raro en ella. Era una canción de amor. Pero como no escuchaban las canciones, no pudieron oír los jadeos".
La Iglesia tenía que ver mucho con la censura de la época. Cualquier canción en la que se mencionase a Dios ya despertaba las sospechas desde el primer momento. Un bolero cubano en el que aparecía el verso: "Tú eres mi Dios" fue a parar inmediatamente al cubo de la basura. ¿Cómo podía ser una mujer el Dios de un hombre enamorado? Pero no sólo eso: cualquier canción cuyo ritmo incitara a un baile agarrado era objeto inmediato de las navajitas de los censores.
Otro de los temas más famosos que no pudieron pasar la criba del régimen fue El preso número 9, la historia de un hombre que había matado a su mujer y al amante de ésta, que era su mejor amigo, y que cantaba justo antes de ser ajusticiado. La letra decía: "Padre, no me arrepiento y no me da miedo la eternidad". Alguien que hacía tal ostentación de apostasía religiosa no podía consentirse en las radios.
¿Y hoy? ¿Existe censura hoy? "Yo creo que una cosa es la libertad de expresión y otra el medio radiofónico en el que trabajes", comenta Rodri. "Por ejemplo, en Radio Nacional de España, hace un par de años puse el tema de una cantante mexicana en la que ella se quejaba: 'Me golpeaste tanto anoche...' Me aconsejaron que no emitiese esa canción por el tema de los malos tratos. Más que censura, lo que hay es censurita", comenta el popular locutor de radio.
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