Tras las huellas milenarias de Torreparedones

Patrimonio Pasado, presente y futuro del enclave arqueológico

Las últimas excavaciones realizadas en el yacimiento dan forma a las teorías de los investigadores y han sacado a la luz el centro neurálgico de la ciudad romana

Tras las huellas milenarias de Torreparedones
Tras las huellas milenarias de Torreparedones
Ángela Alba / Córdoba

15 de noviembre 2009 - 05:00

Sus orígenes se remontan hasta la Edad del Cobre, cuando sus primeros pobladores eligieron este enclave situado a unos 580 metros sobre el nivel del mar -el punto más alto de la Campiña-, fundando allí una ciudad que estuvo ocupada durante 3.500 años. Este lugar hoy constituye el yacimiento de Torreparedones, por el que la historia ha dejado su huella a través de las civilizaciones que le dieron esplendor, rastro que se plasma a través del santuario y la puerta oriental ibera; el foro, el mercado y las termas romanas; y el castillo medieval que corona este terreno.

Torreparedones, localizado entre los términos de Baena y Castro del Río, comienza a vislumbrar sus orígenes. Las investigaciones en este territorio cada vez son más fructíferas y las excavaciones están dando luz a tantas teorías y suposiciones que durante años han rondado por la cabeza de los expertos sobre la disposición y elementos que, escondidos entre tierra y olivos, contienen el mapa genético que descifra la distribución que tuvo esta milenaria ciudad.

El hallazgo que abrió la veda se realizó en 1833, con el mausoleo de los Pompeyos, una tumba hipogea en cuyo interior había varias piezas pertenecientes a un ajuar funerario, así como 12 urnas cinerarias dispuestas sobre un banco que mostraban en una de sus caras los nombres de las personas que estaban enterradas allí. Sin embargo, el momento más importante para el yacimiento ha llegado en este siglo. La primera campaña de excavaciones, que se realizó en 2006-2007, se centró en el santuario ibero y la Puerta Oriental y los estudios realizados hicieron posible la documentación de la planta y las características completas de ambos sectores.

Pero tras esto, el reto era localizar la parte principal de la ciudad romana. Y así lo hicieron los investigadores, que comenzaron a excavar el pasado mes de marzo hasta hallar un mercado o macellum -se conservan muy pocos de Hispania-, a lo que siguió el decumano, la vía principal de la planificación urbanística romana, con orientación este-oeste; unas termas, varios aljibes y el foro, el elemento central en torno al que se distribuían las ciudades romanas, de unos 700 metros cuadrados. En la actualidad, los trabajos se centran en este último espacio, en el que se ha encontrado una cabeza de una estatua o busto del siglo I d.C. del emperador Claudio divinizado y una inscripción en el pavimento -que en sus orígenes era de bronce- que indica el nombre de la persona que costeó la reestructuración urbanística de esta ciudad para su integración en el Imperio romano: Marco Julio Marcelo, de la tribu galeria, ciudadano romano pero oriundo de este territorio. Además, en una de las esquinas de esta plaza se alzan unas escaleras que hacen pensar a los arqueólogos que eran el acceso a un templo.

Hace 2.000 años, en época de Augusto, este territorio recibió la ciudadanía romana y se integró en lo que entonces era un proyecto de Europa común. Ese nombramiento tenía que tener una plasmación urbanística, que se llevó a cabo de inmediato porque "no sólo hay que serlo, sino parecerlo", por eso se observan aquí las mismas modas que había en Roma, apunta Ángel Ventura, profesor titular de Arqueología de la Universidad de Córdoba (UCO) y experto en arquitectura romana. Por lo tanto, las labores ahora se han intensificado en torno a la plaza del foro, "que a pesar de algunos deterioros se encuentra bastante bien, con un pavimento de categoría", asegura José Antonio Morena, director de las excavaciones y arqueólogo municipal.

Los descubrimientos se suceden día a día y aún no se ha excavado ni la mitad del foro de esta ciudad cuya mayor incógnita sigue siendo su nombre. Tal vez fuera Ituci Virtus Ilulia (población citada por Plinio en su Historia natural como colonia inmune situada entre Espejo y Martos) o tal vez Bursavo (mencionada en el Bellum Hispaniense, una obra de un autor anónimo que relata el conflicto bélico que enfrentó a mediados del siglo I a.C. a Julio César con los hijos de Pompeyo). Por eso, los investigadores esperan "encontrar alguna inscripción que nos aporte luz sobre el nombre de la ciudad", confiesa Morena. Una segunda opción para descubrir la denominación real del yacimiento de Torreparedones son las tuberías de plomo que se distribuyen por la parte romana, ya que era costumbre plasmar en ellas un sello imperial con este dato.

Esta ciudad, de la que sólo se ha excavado un 1% (lo que da idea de su magnitud), tenía una entrada principal situada en el lienzo oriental de la muralla, que es de construcción más antigua, en torno al año 600 a.C., cuando Torreparedones alcanza su máxima extensión, superando las diez hectáreas. Cinco siglos después de la construcción de este recinto amurallado, en época romana republicana, se modifica la puerta que había y se construye una gran entrada (Puerta Oriental) flanqueada por dos torres cuadrangulares con el objetivo de dotarla de mayor seguridad. Este nuevo elemento estaba formado por una doble puerta; una en la parte externa de doble hoja (de aproximadamente unos tres metros de anchura y cuatro de altura), y otra a 14 metros, con el objetivo de dificultar invasiones. Entre ellas se dispuso un pavimento de losas de piedra y una inclinada pendiente. Y a ambos lados, dos aceras sobreelevadas protegían a los peatones del paso de los carros y del agua de la lluvia. Este acceso probablemente se construyó en el contexto de la guerra civil que enfrentó a Julio César con los hijos de Pompeyo y que se llevó a cabo por la zona de la Campiña.

Los avatares de la historia han permitido también conservar en el tiempo un elemento arquitectónico muy particular, el santuario ibero. Situado a extramuros, en el extremo sur junto a la muralla, fue lugar de culto durante unos 1.500 años, un templo al que los ciudadanos acudían atraídos por los poderes sanadores de la diosa que custodiaban sus muros. En esta zona los expertos han documentado restos de dos templos, aunque el más reciente es el mejor conservado y en el que se están llevando a cabo labores de restauración. Consta de tres espacios: uno al fondo llamado cella, el lugar más sagrado porque en él se guardaba a la diosa (en este caso una columna que representaba a la divinidad adorada, Dea Caelestis); delante de ésta un gran patio en el que quedan restos de bancos sobre los que se depositaban los exvotos u ofrendas y se realizaban ceremonias religiosas; y para finalizar, un vestíbulo al que se accede mediante una rampa o escalinata. En este santuario se han descubierto más de 300 exvotos y dos altares, todo realizado en piedra caliza de la zona. Las figuritas representan mujeres, probablemente embarazadas, algunos hombres, piernas y un único équido. Según la teoría de los arqueólogos, estas ofrendas se entregaban en acción de gracias por un favor recibido por parte de la divinidad. Al representar mujeres la mayoría de los exvotos, los expertos creen posible que la diosa fuera patrona de las parturientas o de la fertilidad. Fuera del área urbana los estudiosos también han localizado dos necrópolis.

Y en el punto más alto del territorio se alza el castillo medieval que pone el broche de oro a Torreparedones; un singular elemento dentro de este milenario yacimiento. Desde el foro y el mercado romanos se observa en el horizonte esta fortaleza defensiva a la que se accede por un camino entre olivos y que territorialmente pertenece mitad a Baena, mitad a Castro del Río. Una de las mejores noticias para los investigadores, en especial para Ricardo Córdoba, catedrático de Historia Medieval de la UCO, es que el Ayuntamiento baenense ha obtenido la autorización del Consistorio castreño para trabajar también en su parte.

Construido a mediados del siglo XIII, poco después de la conquista cristiana de esta zona, en su estructura se observan dos fases; los muros principales y las torres de los ángulos son originales, pero toda la arquitectura interior y zona de acceso pertenecen a una segunda fase constructiva de finales del siglo XV. En la campaña de excavaciones de 2007-2008 la investigación se centró en el acceso al castillo y su parte interior, tanto el patio de armas como la torre del homenaje. De este estudio se extrajeron varias ideas, entre ellas que la entrada tiene lugar por el lienzo o muro oriental. Un foso de tierra antecedía a la fortaleza, que tenía un acceso provisto de un doble bastión de planta cuadrada que dejaba en medio un pasillo de entrada en el que incluso han aparecido restos de cristaleras. Para entrar al patio de armas primero había que pasar por una estancia de planta rectangular "que parece ser una especie de cuadra o zona de almacén", aclara Ricardo Córdoba. Tras esto, un pequeño paso protegido daba acceso a un patio abierto con un aljibe en uno de sus ángulos y rodeado de estancias. Por otra parte, la torre del homenaje estaba provista de una doble cámara y a la que se accedía desde el propio adarve (camino situado en lo alto de la muralla) o a través de una escalera de madera. En su interior guardaba una cámara residencial en la parte superior, mientras que toda la baja era una bodega o silo.

Los expertos han documentado la estructura arquitectónica y la funcionalidad que tenían los diferentes espacios, aunque aún queda por descifrar algunos elementos, y sobre todo llevar a cabo el proceso de restauración porque para que no se derrumbe "necesita que se consoliden sus muros", apunta Córdoba.

RETOS DE FUTURO

Adentrarse en Torreparedones a través de su Puerta Oriental, caminar por el foro, pasear por la tierra que pisaron ciudadanos romanos hace más de 2.000 años, imaginar una ceremonia en el santuario y llegar hasta el punto más alto de este terreno, el castillo medieval; será posible dentro de poco tiempo. El futuro de Torreparedones viene marcado por su conversión en un parque arqueológico que ofertará visitas guiadas y concertadas. Éste es el propósito del Ayuntamiento de Baena y motivo por el que la Puerta Oriental y el santuario están en proceso de restauración y puesta en valor mediante recrecido de unos dos metros de las puertas exteriores y de los muros que delimitan las distintas partes del templo, además de la cubrición de la cella con vigas de madera. En este proceso, que tendrá un criterio de reversibilidad, los arqueólogos diferenciarán los elementos aportados tras la investigación de los originarios. Además, en este proyecto, será necesaria la construcción de un centro de interpretación del yacimiento (que se acometerá en breve), indispensable para la comprensión de este complejo escenario lleno de secretos históricos que los caprichos del tiempo y de los hombres han permitido conservar.

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