Salvador Gutiérrez Solís

Salud

La tribuna

22 de diciembre 2013 - 01:00

CREO que aún nadie lo ha declarado, pero no me cabe duda de que hoy es el gran día de la salud. Salud balsámica, consoladora, la salud como placebo, me refiero. No nos ha tocado la Lotería, pero tenemos salud, que es lo verdaderamente importante. No tenemos trabajo, nos han bajado el sueldo, nuestras pensiones son cada más bajas, nos recortan en dependencia, educación y en todo lo demás, y no nos ha tocado la Lotería, pero tenemos salud, eso sí que es lo fundamental, que nadie lo dude. Nos toman el pelo cada día, legislan que seremos menos libres, menos protestones, hasta han comprado un camión manguera para disuadirnos, y no nos ha tocado la Lotería, pero tenemos lo mejor que puede tener una persona: salud, lo más grande. La pobreza comienza a ser una realidad que ya nadie puede esconder, por mucho que se empeñen, nuestros zapatos viejos duran dos segundos en el contenedor de la basura, dos días después los puedes ver en los pies de un vecino, parecía que no estaban tan mal, pero están tan mal, claro que lo están, y no nos ha tocado la Lotería, pero no nos falta la salud, que es el mayor tesoro que puede tener una persona. Nos anuncian brotes verdes como el que anuncia boquerones en vinagre, que todo irá a mejor, que lo peor ya ha pasado, pero tú contemplas cada día ese peor como un presente inmutable, invariable, y no nos toca la Lotería, ni el Gordo, ni el segundo, si el tercero, ni hablamos de la pedrea, que tampoco, ya puestos, pero somos unos afortunados, de qué nos vamos a quejar, pero que egoístas somos, qué falta de escrúpulos, nos queda la salud, el mayor y mejor bien, y que eso nadie lo dude porque no hay duda alguna.

Volvemos a ser emigrantes, ya sin banda sonora, sin billete de regreso, buscamos las oportunidades, -sobre- vivir, en lugares lejanos, sin raíces, sin los nuestros, y no nos ha tocado la Lotería, nada de nada, y eso que llevabas cinco números, que este año no querías comprar, pero pasa lo que siempre pasa, cómo vas a llegar al bar, al trabajo o al portal y van a estar todos brindando con cava y tú no, pero no pasa nada si no brindamos, o hagámoslo por el gran motivo: tenemos salud. Nos suben la luz, la pobreza energética ha recuperado las mantas y los viejos jerseys de los altillos, nos muestran un Bankia cortijero, amañado, áticos blanqueados sin escrúpulos, y no nos ha tocado la Lotería, pero no nos quejemos. Espero, muy sinceramente, que tenga salud, toda la salud. Y también espero que ahora mismo se encuentre en pleno subidón, loco de alegría, porque le ha tocado la Lotería. Ojalá nos haya tocado a todos, un pellizco, para tapar unos agujeros, que todos tenemos y de muy diferentes profundidades, ojalá que sí, una buena noticia, una, tampoco pedimos tanto. Yo he soñado durante varias noches con Raphael y Monserrat Caballé, la verdad es que soy muy generoso calificándolos como sueños. Puede que se trate de una señal, de una luz -antes de que le metan una nueva dentellada a la factura-, y a lo mejor ahora estoy radiante de gozo. La estadística, la probabilidad, me empuja a pensar en lo contrario, pero mientras escribo estas líneas formulo mi propio cuento de la lechera, que los niños de San Ildefonso, con sus vocecillas de otro tiempo, se encargarán de finalizar, y no precisamente como yo desearía.

Brindaré por la salud, por los buenos momentos, y si es con cava catalán, no pasa nada, que las fobias son el veneno más peligroso y del que antes nos debemos alejar. Una vida envenenada no es vida. Brindemos, sí, por qué no, riamos a carcajadas, claro que sí, antes de que las lágrimas aparezcan de nuevo, porque aparecerán. Hoy es el gran día de la salud, la salud recurrente, la salud galvanizada como terapia, y también puede que sea el gran día del amor, del cariño, de la amistad, llámelo como mejor le parezca o como más lo sienta. Puede que ya nos haya tocado la Lotería, todo el billete del premio Gordo, y no nos hayamos dado cuenta. Nos sucede con frecuencia, sí, no valoramos lo que tenemos, y que tal vez es mucho, muchísimo, y añoramos lo que no tenemos, y que a buen seguro tampoco nos aporta tanto, o nos aporta menos de lo que intuimos. Es la condición humana, dicen. Búsquese la pastillita que quiera, justifique lo injustificable, enumere todo lo bueno, porque siempre hay algo bueno, súmelo, amplifíquelo y sea feliz por unos días. Aunque sólo sea por unos días. Y no, no nos ha tocado la Lotería.

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