La esquina
José Aguilar
¿Tiene pruebas Aldama?
La tribuna
SE acaba, se va, se cuela en la alcantarilla del futuro, bye bye, finito, y no vuelvas más, arrivederci, y si te he visto no me acuerdo, adiós 2013, que te den. Lo temí en los previos, puede que por su negativa terminación, pero esas son cosas de analfabetos, esas cosas no se cumplen, te dicen, y haces por creértelo cuando la cosa se tuerce y se jode y un poco más. Pero ya me lo creo, y por eso me aferro a la creencia de Ángel Nieto y su ya mítico 12+1, que debería haber establecido yo desde el 1 de enero, y que no hice por no querer ofrecer una imagen poco solvente de mí mismo. Ya no me pasa más. Podríamos confeccionar una interminable y mareante lista de todo lo malo de este año puercoespín que se va, pero para qué. No quiero volver a afilar las cuchillas, que siguen estando afiladas y en el mismo sitio, resucitar truhanes y malhechores, cuando no malnacidos, que de todo hemos tenido, y en abundancia. De vinagre andamos sobrados, tenemos un barril almacenado en la bodega de la rutina, anuncian un refresco para que nos sea más fácil digerirlo pero de trabajo, de derechos y de libertad mejor ni hablamos. Contemplamos cómo resucitan la cartilla de racionamiento. Un cuarto de sinceridad y medio kilo de ética se venden a precio de oro en el mercado negro, puro estraperlo. Ya se va, a patadas si pudiera, si se concretara en un objeto, en una pared, en una pelota, en lo que sea, mentalmente lo hago, y hasta me doblo el tobillo, menudo trallazo, lo mando al espacio sideral, de donde nunca debería haber venido. Y ya no me esmero más en el desprecio, que no quiero pecar de pesado, de repetitivo, de fatigoso, de yo qué sé. Lo único que sé es que quiero que acabe cuanto antes, ya, ahora, si fuera posible. Me temo que eso sólo será posible con la última uva, diminutas en esta ocasión, que lo único que me queda ya por sufrir es un remate siniestro, para aderezar este maléfico año que se va.
Tengo la intuición de que 2014 será mejor que este gato encrespado y furibundo que sigue bufando en la despedida, lo que ya no tengo claro es si será bueno, es diferente. Mejor que éste, fácil, tampoco tiene que opositar con mucha insistencia en la ruleta de la fortuna, pero para que fuera bueno deberíamos contar o intuir mejores mimbres, ya no hablemos de brotes verdes, que alguien se los acaba fumando y luego pasa lo de siempre. Si uno levanta dos centímetros la vista y otea el horizonte sólo contempla un largo invierno sinfín, más allá de las ilusiones. Pero como cantaba Mecano, ya viene el sol o eso dicen, y a eso tendremos que aferrarnos. Pensemos también en el clavo ardiendo, yo ya me he hecho un dúplex en la redondeada cabeza del clavo, y aquí sigo, esperando dar el salto. Miro hacia abajo y pierdo de vista la red, el vacío ante mis ojos. Este año que agoniza me sigue condicionando, necesito sentirlo lejos a la mayor brevedad, y por eso puede que sueñe con uvas, fuegos artificiales y con campanas que repican una docena de veces. Queda menos, no moveré mi mano en la despedida, no. No lo voy a echar de menos. Malas tiempos para la lírica, ni el bueno de Coppini pudo ver cómo concluía.
El 2014 será mejor año, y si lo pretendemos, si nos lo proponemos, hasta puede que sea bueno, o por lo menos aceptable. Desearlo forma parte de aprobar el primer examen de positividad, de querer que sea más que mejor, que sea bueno. El segundo tema a examen tal vez sea el de los propósitos y enmiendas. Dicen que rectificar es de sabios, que cambiar es de inteligentes, probemos, puede que nos espere una agradable y dulce sorpresa a la vuelta de los días, quién sabe. Escriba en una hoja su lista de intenciones y crea, firmemente, con todas sus fuerzas, que es capaz de acometerlas, que podrá con ellas, que es más resistente que los hábitos, las adicciones, los miedos y la desesperanza. Lección número tres, la más complicada: hacerlo. Hasta el momento todo ha sido virtual y ahora toca convivir con la realidad, ya no basta con querer o pretender. Y eso es ya, en apenas unas horas, cuando la última uva trate de hacerse paso en su garganta. No sabremos si será bueno 2014, pero hay muchas posibilidades de que sea mejor. La nota la sabremos dentro de un año, justamente, por estas mismas fechas. No tema suspender, el derecho a examen no menguará su cuenta corriente, sólo le quedará menos tiempo. .
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