El futuro de la mezquita-catedral

Editorial

GRAN parte del futuro de Córdoba está ligado a su Mezquita-Catedral. Su condición de polo de atracción turística hace que sean miles las personas que viven de su atractivo e interés histórico y cultural. Su condición de primer templo de la Diócesis la convierte, por otra parte, en el lugar más respetado por las decenas de miles de católicos de capital y provincia. Esta es la realidad de la Mezquita-Catedral, una realidad que durante siglos han tenido clara los cordobeses y que en los últimos tiempos parece que se pone en duda. La aparición de una plataforma en internet que reclama que se respete la denominación tradicional de Mezquita-Catedral y que se impida a la Iglesia ejercer la propiedad sobre la misma ha encrespado los ánimos y ha provocado la entrada del símbolo de la provincia en el debate político diario. A tal punto ha llegado la cuestión que la propia presidenta de la Junta d e Andalucía, Susana Díaz, anunciaba el martes que es partidaria de una propiedad pública y una gestión en manos de la Iglesia, algo para lo que su portavoz, Miguel Ángel Vázquez, incluso llegaba a anunciar que se estudiarán las vías legales necesarias para lograrlo. Ante estas palabras, el Cabildo ha reaccionado con estupor, indignación y señalando que actúa conforme lo marcado por la ley y el alcalde de Córdoba, José Antonio Nieto, señalaba ayer mismo que tal posicionamiento responde a una estrategia que busca derivar la atención de los problemas sustanciales de Andalucía hacia cuestiones de menor calado. En nuestra opinión hay que distinguir dos cuestiones en esta polémica. La primera, en lo relativo a la denominación como Mezquita-Catedral del templo y el reconocimiento de su pasado musulmán estamos completamente de acuerdo con las peticiones de la plataforma y consideramos que ha sido la propia Iglesia, a través del obispo Demetrio Fernández, la que ha dado pábulo a que se genere este debate con una estrategia que buscaba eliminar signos que a nadie molestan y de los que los cordobeses se sienten muy orgullosos. En la segunda cuestión, la relativa a la propiedad del templo, nos llama mucho la atención que surja ahora este debate cuando desde 1236 la Iglesia a venido ejerciendo la propiedad del mismo sin que nadie dijera nada. Consideramos que con la excusa de la inmatriculación realizada en 2006 al albur de la Ley Hipotecaria se persiguen objetivos que no tienen nada que ver con la propiedad del templo sino más bien con el interés de algunos de expulsar a la Iglesia católica del mismo. De fondo vuelve a aparecer un debate que se alienta cada cierto tiempo con el conocimiento de que tendrá un eco mediático importante. Y todo ello olvidando, unos y otros, que la Mezquita-Catedral está muy por encima de estas cuestiones y que realmente es patrimonio de todo el pueblo de Córdoba.

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