Joaquín Pérez Azaústre

Territorio Pedroche

Reloj de sol

Escribir, la mayoría de las veces, consiste en conquistar un territorio. juan No sólo tiene que ver con la geografía inventada, convertida ya en literatura, como el famoso Macondo caribeño de Gabriel García Márquez o, en el ámbito español, la Celama de Luis Mateo Díez y Volverás a Región, de Juan Benet, después redescubierto y regresado y hasta mejorado por González Sainz en su espectacular novela pujada de lenguaje Volver al mundo. Todo esto tiene su origen en Juan Rulfo y encuentra su mejor exposición en los libros de Julio Llamazares, especialmente en La lluvia amarilla, con todo lo que encierra de una belleza antigua, deprimente y de piedra; pero en los últimos diez años ha cristalizado en un escritor cordobés del que no se ha hablado todavía lo bastante y al que habrá que volver, como a ese mundo frío de González Sainz al pie de una montaña vigilante, o también a Región, donde Benet izó el mapa español de Faulkner. Esta porosidad del territorio, esta ocupación no colonial en el sentido de la metrópoli invasora, sino de la muy humilde condición del colono que vuelve a visitar su propio origen y trata de acotarlo y convertirlo en palabra, es lo que ha caracterizado, hasta ahora mismo, toda la obra literaria del villaduqueño Alejandro López Andrada.

Alejandro López Andrada se ha inventado el Territorio Pedroche, henchido de lechón frito en adobo, un lomo de orza que desborda y una perfección de presa ibérica, su secreto de sangre convertida en verdad. Ahora hasta le han rodado una película, basada en su novela El libro de las aguas, que ha movilizado a toda la comarca. Alejandro es hijo predilecto de su pueblo y es el escritor más importante de su geografía literaria, y es por esto que ha logrado una inmortalidad de andar por casa, eficiente y sentida, que para sí quisieran muchos escritores andaluces. Sucede, además, que su magisterio se ha extendido y ahora hay un joven escritor cordobés, llamado Paco Onieva, que ha publicado un libro hermoso de versos titulado Perímetro de la tarde, en el que se declara seguidor encendido de Alejandro.

Perímetro de la tarde ha sido accésit del Premio Adonais y cuenta, en su primera parte al menos, con seis o siete poemas memorables, con una contención y una dicción, y una serenidad en el nombramiento del tiempo y sus agentes tangenciales, que está en la línea alejandriana pero con su propia verdad dentro. Onieva todavía es un poeta muy joven y deberá ir abandonando el reino de Alejandro, al que podrá volver siempre que quiera, a su herrumbre de ocasos como lumbre esparcida por un viento sanguíneo, pero ya debe resultar estimulante, para López Andrada, que este escritor joven de talento haya redefinido su sensibilidad poética siendo protagonista de esa gran conquista silenciosa del Territorio Pedroche.

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