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EL silencio dura más de dos siglos. En 1787, Carlos III comenzó a repoblar todo el sur de Despeñaperros. Fue entonces cuando las rutas que discurrían entre el valle y la Meseta se desviaron hacia el este y los antiguos caminos que subían por Los Pedroches quedaron olvidados. Pero el AVE devolvió el protagonismo a la vía de Armillat, coincidente con la actual de Alta Velocidad, y los trenes rompieron el silencio a costa del desmonte de parte de la dehesa de Los Pedroches. El coste ambiental fue brutal, sufrido en silencio. Sólo eso justificaría ya una parada. Aprovechando la Vuelta Ciclista, se pidió el tren con banderas rojas en puntos donde, paradojas de la vida, el patrocinio era de Renfe. El problema es que me da la sensación de que quienes deberían encabezar la protesta son los que mejor representan el secular silencio de Los Pedroches. Son los mismos que, como Carlos III, gobiernan, pero o no están interesados en la ruta o trabajan en silencio... para el partido.
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