El balcón
Ignacio Martínez
Motos, se pica
Editorial
EL Gobierno andaluz ha sido sensible al malestar ciudadano provocado por sus medidas de ajuste económico y recortes sociales. No tanto como para rectificar una política que, en sintonía con la del Gobierno de la nación, se considera la única posible para reducir el déficit público y tranquilizar a los acreedores de España, pero sí como para modular su aplicación, retrasando la entrada en vigor de algunas de sus iniciativas. Es lo que ha hecho con tres de ellas. La primera, que afecta negativamente a todos los andaluces sin distinción -y, por tanto, resulta socialmente más regresiva-, se refiere al nuevo impuesto sobre las bolsas de plástico de un solo uso, que en vez de aplicarse a partir del próximo 1 de enero se cobrará desde el 1 de mayo, concediéndose de este modo la moratoria demandada por los comerciantes, que han de adaptar su sistema informático a la nueva tasa. También se suspende durante cuatro meses la implantación del canon de mejora del agua, que habrán de ingresar los ayuntamientos como meros cobradores de la propia Junta, satisfaciendo una petición unánime de la Federación Andaluza de Municipios y Provincias. Por último, el conflictivo proceso de reestructuración del sector público andaluz sufre también una revisión. En su caso, una más: a la transformación de la norma de decreto a proyecto de ley y su aplazamiento hasta primeros de año se le añade ahora la suspensión de las agencias que iban a condensar las funciones de las numerosísimas empresas públicas de la Junta. Ello permitirá poner en pie una oportunidad de consenso en el Parlamento y con los sindicatos de funcionarios y empleados públicos que han protagonizado en los últimos meses la rebelión más virulenta y constante que se recuerda contra el socialismo gobernante. Con estas tres decisiones, el Gobierno andaluz no rectifica el fondo de su política, pero suaviza su aplicación y aparca las protestas generadas en algunos sectores importantes. Mientras el deteriorado Gobierno español no duda en aprobar una espectacular subida de la luz, el andaluz se muestra más sensible a las encuestas y más atento a tratar de paliar sus consecuencias. O de aplazarlas.
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