Brindis al sol
Alberto González Troyano
Retorno de Páramo
La ciudad y los días
HACE miles y miles de años que las experiencias chamánicas, budistas, cabalísticas, sufíes o místicas, afirman que todos estamos en todo. Que el universo y un átomo participan de la misma naturaleza. El mar y cualquier gota de su agua. También tú y yo. Que no somos espectadores de lo que nos rodea sino su causa y efecto. Que no podemos arrancar una flor sin perturbar una estrella. Ahora la mecánica cuántica da la razón a Ibn Arabí y a San Juan de la Cruz: estoy en todo y todo está en mí.
Soy orbital. Como un electrón que gira permanentemente en torno a un núcleo de cinco cargas positivas: andalucismo, ecologismo, izquierda, feminismo y radical democracia. Siempre he estado ahí. En el mismo lugar. En eterno movimiento. Quienes llevan leyéndome desde hace años saben que no he dejado de reivindicar la insurrección pacífica y cívica. Exhortando a la indignación colectiva desde la resistencia y la creación. A lo Stéphane Hessel. Y que perturbo cuando miro. Tanto como soy perturbado por quienes me observan. Ahora les pido que nos miren y entonces descubrirán dónde está cada uno de los agentes políticos de Córdoba.
Sólo pondré como ejemplo algunas de las causas que he defendido: elecciones propias para Andalucía, y la no construcción de un pueblo fantasma en la frontera entre Almodóvar y Villarrubia. Los dos fueron movimientos ciudadanos, libres e independientes. José Antonio Nieto (PP) apoyó los dos. Juan Pablo Durán (PSOE), sólo el segundo. Andrés Ocaña (IU), ninguno. ¿Por qué?
El PGOU de Almodóvar del Río, promovido por IU, permitía edificar en un área urbana a ocho kilómetros de distancia y cinco veces mayor al núcleo de población. Una locura urbanística y ecocida similar al aljarafe sevillano. Nieto y Durán apoyaron las legítimas reivindicaciones del Taller de Ciudadanía. También el Defensor del Pueblo. Ocaña, entonces concejal de urbanismo, calló. La alcaldesa era Rosa Aguilar. Yo había sido designado enemigo de IU. Por perturbador. A los pocos meses, Diego Valderas abanderó en el Parlamento andaluz una reforma que ilegalizaba el macropueblo, dejando en vergüenzas a los suyos de Almodóvar y Córdoba.
Nieto también apoyó la plataforma ciudadana que sigue reclamando que no vuelvan a coincidir las elecciones autonómicas y generales en Andalucía. También IU. Incluso en Almodóvar. Pero no el PSOE. Ni la IU de Córdoba. Rosa Aguilar y Ocaña votaron en contra de lo que aplaudían Concha Caballero y Diego Valderas en el Parlamento andaluz. El PSOE me designó enemigo suyo. Y por servidumbre, la ahora Ministra de Medio Ambiente y el alcaldable de Córdoba por IU. Ambos conocidos por posar con Rafael Gómez.
En ambas causas encontré el apoyo de andalucistas y ecologistas. Los dos por convicción y no por intereses. También estuvieron cuando solicitamos el Príncipe de Asturias de la Concordia para los moriscos-andalusíes. Casualmente, con la firma de Diego Valderas. Sin embargo, a iniciativa de IU, el Ayuntamiento de Córdoba apostó por otra candidatura presentada por la Iglesia. Yo sigo donde estaba: en eterno movimiento. ¿Y ellos?
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