Tradición y frío para celebrar la Candelaria
Los niños volvieron a ser los protagonistas de una centenaria cita, que este año celebra su 102 aniversario, cargada de simbolismo con la que se abre el calendario romero
Centenares de personas llegadas desde distintos puntos de la comarca de la Subbética se dieron cita ayer en el Santuario de María Santísima de la Sierra -Patrona de Cabra- para participar en la tradicional Romería de la Candelaria, cita tradicional que este año alcanza su 102 edición y con la que queda inaugurado el calendario de peregrinaciones y romerías al picacho egabrense. Los cuatro grados centígrados de temperatura que marcaba el termómetro en la cumbre no fueron óbice para que la afluencia de fieles una vez más fuera masiva, gracias en parte al cielo despejado y la buena climatología que marcó la jornada, muy distinta a la de días anteriores.
A mediodía, el consiliario de la Real Archicofradía y rector del Santuario, Zacarías Romero, procedió a bendecir las candelas y el romero como prólogo a la procesión del Divino Infante por los alrededores de la Casita Blanca. Y es que esta celebración recuerda la presentación del Niño Jesús en el templo y la purificación de la Virgen María, justo a los 40 días de la Navidad, tal y como -según las Escrituras- marcaban los preceptos judíos en el siglo I. Por ello, y desde hace más de un siglo, los egabrenses toman la Candelaria como una fecha entrañable cargada de ritos que, no por repetidos, dejan de ser curiosos y cargados de simbolismo. Entre ellos cabe destacar la presencia de dos pichones que recuerdan a las tórtolas que, a modo de ofrenda, la Sagrada Familia entregó en el templo. El acerbo popular logró que estos animales no sólo se mostraran como tal, sino que con el paso de las décadas se fueron engalanando a base de vestimentas diversas y coloristas que han llegado a nuestros días emulando a iconos o personajes cotidianos como sacerdotes, penitentes de hermandades -como la Humildad y Paciencia- o, en el caso de este año, con traje de cristianar.
De ahí que los niños jueguen un papel fundamental en esta romería. Los más pequeños son los que se encargan no sólo de portar los pichones durante la procesión, sino también la infinidad de Roscas de San Blas, tartas y dulces que de nuevo el pueblo ha ido adhiriendo como ofrenda a la presentación de Jesús. Unos manjares que, tras la solemne eucaristía, son sorteados a modo de rifa en el claustro del Santuario suscitando el interés de propios y extraños ante tan sabrosos premios. Una Candelaria especial también para la nueva junta directiva de la Archicofradía, encabezada por su flamante hermano mayor, Antonio José Cano, que al igual que sucedió hace dos milenios también pudo presentar en el templo serrano a los miembros de su nuevo equipo directivo. Cada uno tuvo la oportunidad de jurar su cargo ante las plantas de la Patrona y de su Hijo, que en esta ocasión se encontró cobijado bajo el templete de plata de las andas de camino. Una curiosa estampa que quedará para la posteridad y que sirvió como colofón a una romería de emociones, recuerdos y sentimientos. Así es la devoción a la Virgen de la Sierra, algo que se transmite de padres a hijos y ayer, de nuevo, volvió a quedar patente.
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