De perfecto delfín a enemigo público número uno

El PSOE ve como un lastre a Benito García cinco años después de considerarlo el brillante sucesor de Antonio Fernández

Benito García de Torres promete su cargo.
Benito García de Torres promete su cargo.
F. J. Cantador

19 de abril 2009 - 05:01

La tormenta política que está viviendo el Ayuntamiento de Pozoblanco con un equipo de gobierno del PSOE que le ha pedido a la dirección provincial del partido la cabeza de su alcalde -también del PSOE- podría ser el guión perfecto para una película basada en un drama de Shakespeare, aunque, más bien, al regidor municipal -por ser el principal implicado- seguro que la situación le recuerda el film Julio César (1953), de Joseph L. Mankiewicz, por eso de sentirse traicionado por la vieja guardia socialista cordobesa. Por cierto, film basado en una obra de ese insigne escritor del Reino Unido.

Toda esta película de encuentros y desencuentros políticos con tintes de culebrón venezolano comienza en el año 2000, cuando un pozoalbense ausente, de nombre Benito García de Torres, decide volver de Madrid, a donde emigró con su familia con tan sólo cinco años, y establecer de nuevo su residencia en Pozoblanco. Retornó a su pueblo en un momento en el que no llegaba a los 40 años y de la mano del entonces alcalde del PSOE, Antonio Fernández -que iba a cumplir cuatro mandatos al frente del Ayuntamiento-, quien le vio como el sucesor perfecto, el mejor de los delfines posibles. Militante en el PSOE y en la UGT desde 1977, había ocupado cargos de responsabilidad en la Federación de Enseñanza de este sindicato ininterrumpidamente desde 1990.

Fernández, entonces uno de los barones más importantes del PSOE cordobés, fue introduciéndolo en el aparato local del partido no sin ciertas suspicacias. No todos en la militancia y en la Ejecutiva local estaban de acuerdo con ese delfinaje. No obstante, el 25 de mayo de 2003 se convierte en concejal socialista, pasando, como liberado, a encargarse de las delegaciones de Desarrollo Económico, Deportes, Medios de Comunicación y Personal, además de confiársele la tercera tenencia de Alcaldía y la portavocía del equipo de gobierno. La sucesión estaba ya en marcha en los mentideros pozoalbenses. De momento, a Serafín Pedraza se le envió como diputado provincial a Córdoba, despejándosele el camino. En Pozoblanco se sabía que Fernández quería dar el salto a cotas políticas más altas, pero sin renunciar a continuar controlando la agrupación local del partido. Para ello, ¿qué mejor que colocar en el sillón municipal a su delfín?

El 30 de mayo de 2004 nombran a Antonio Fernández delegado provincial de Empleo en Córdoba, lo que da pie a que el 5 de junio de 2004 Benito García sea elegido alcalde gracias a la mayoría socialista en el plenario. En la toma de posesión, el ya regidor promete dar continuidad a la gestión que le deja en las manos su antecesor "siempre ofreciendo diálogo a la oposición" y abogando por "seguir contando con la confianza y ayuda de una persona a la que le debemos agradecimiento por su esfuerzo y gratitud para con este pueblo". Se refería a Antonio Fernández. Poco a poco esas palabras se iban a ir desvaneciendo y poniéndosele en contra por los acontecimientos. Fernández nunca se fue del todo. Su sombra siembre fue alargada.

En esos primeros casi tres años de mandato le tocó lidiar con problemas como las reivindicaciones laborales de algunos trabajadores del propio Ayuntamiento o de la Policía Local, que incluso le montaron una manifestación por las calle del municipio -el 23 de marzo de 2005- aduciendo el "carácter poco dialogante" del regidor municipal. Ese trienio se oyeron ya las primeras voces de la oposición denunciando que García de Torres rehusaba el diálogo en los plenos y esos años también marcaron un inicio de distanciamiento con algunos de sus propios concejales y con algún sector de su partido. Tanto es así que no todos estaban de acuerdo con que el alcalde encabezara de nuevo la lista socialista a los comicios municipales que debían celebrarse en 2007. Pero aún Fernández confiaba en él. "Muchos compañeros entienden que debo ser el candidato del PSOE", insistía el regidor en una entrevista publicada por El Día el 11 de julio de 2005.

Sin embargo, la confección de su lista a los comicios iba a ser clave para el inicio de la tempestad socialista que amenaza con barrerlo del sillón municipal. En esa lista no iba ni el histórico concejal Francisco López Cobos -"al que luego metí por un problema personal", reconoció hace días él mismo a este periódico- ni otro no menos histórico edil, Serafín Pedraza, "que luego no tuve más remedio que meterlo en ella para que pudiera ser diputado provincial". Al final, quien acabó en la Diputación fue Pablo Lozano, número 4 de esa candidatura y "de gestión intachable dentro de su Concejalía", dijo de este último. Y es que el ya candidato a la reelección abogaba por una lista "joven para continuar con los proyectos", en la que colocó como hombre de confianza -de número 2- a su amigo Manuel Llergo, albañil de profesión e inexperto en vida política municipal, aunque "muy conocido en el tejido asociativo local".

La cita electoral fue clave. El 27 de mayo de 2007 esa candidatura de encabezada por Benito García Torres no revalidó la mayoría absoluta socialista en el Ayuntamiento vallesano. El PSOE quedó con siete concejales por seis del PP, dos del PA y dos de IU.

Los primeros meses del nuevo mandato se caracterizaron por críticas sucesivas de la oposición sobre "el autoritarismo del alcalde". Mientras, en el PSOE local empezaron a pensar que el regidor ya no era tan continuista respecto a la línea política marcada por los anteriores gobiernos de Antonio Fernández, quien seguía presente en la Ejecutiva local como secretario. El delfín empezó a caminar solo.

Pero iba a desarrollarse un capítulo en toda esta película que cambiaría para siempre la trama: El 8 de febrero de 2008, medio millar de vecinos acudieron a una protesta convocada de una "manera espontánea", según la oposición. Los manifestantes pedían al Ayuntamiento que se hiciera lo posible para conseguir la alineación del paseo Marcos Redondo, entorpecida por un edificio en construcción en la esquina de la avenida Villanueva de Córdoba. El alcalde no estaba por la labor asegurando una y otra vez que si se frena esa obra estaría prevaricando, por lo que el 18 de abril de 2008 fue la oposición -encabezada por los portavoces municipales del PP, Baldomero García; IU, Manuela Calero; y el PA, Emiliano Pozuelo- la que consiguió sacar a más de 4.000 personas a la calle para reclamar esa alineación.

Tras un pulso de declaraciones, unos días más tarde -el 21 de abril de 2008- el alcalde retó a los grupos opositores a que le plantearan una moción de censura por la alineación y estos le tomaron la palabra. Dos días más tarde, PP, PA e IU iniciaron los contactos. No obstante, el desacuerdo entre los tres grupos paralizó esa moción en las primeras semanas de julio de 2008. Eso es lo que argumentaron las fuentes oficiales; sin embargo, luego se supo que lo que la abortó fue un encuentro entre el portavoz popular, Baldomero García, y Antonio Fernández en el que éste último le habría asegurado que en unos meses se forzaría la marcha del alcalde. Posteriormente, el delegado de Empleo comería en la capital con él para comunicarle que ya no era hombre de su confianza.

Con la oposición a la espera de su cabeza, el 6 de noviembre de 2008, Manuel Llergo sustituyó a Fernández al frente de la secretaría local del partido y el propio García de Torres se hizo cargo de la vicesecretaría primera. Sin embargo, las diferencias se acentuaron, por lo que el alcalde decidió abandonar la Ejecutiva local. Además, desapareció la comunicación interna entre los miembros del equipo de gobierno. El alcalde sabía que sus ediles comenzaron a pedir a la Ejecutiva provincial que forzara su dimisión y ni siquiera les comunicó las obras que el Ayuntamiento iba a presentar a los planes estatal y regional de inversión. El cisma era total y la situación insostenible.

El 3 de abril de 2009, Viernes de Dolores, Benito García mantuvo un tenso encuentro con el secretario provincial y el secretario regional de Organización del PSOE, Juan Pablo Durán y Rafael Velasco, respectivamente, en la que estos le pidieron la dimisión, algo que no pasa por su cabeza. Su respuesta a la situación se produjo el 8 de abril de 2009, Miércoles Santo, día en el que le quitó las delegaciones a cuatro de sus seis concejales. Según Durán, "ese fue el detonante de que no haya vuelta atrás". Los acontecimientos se sucedieron a gran velocidad hasta desembocar el pasado viernes en la apertura del expediente de expulsión por la dirección provincial por no dimitir y el órdago a IU y al PA para que se sumen a una moción que lo releve del cargo. El expediente lo tramita el secretario de Organización del PSOE cordobés, Miguel Serrano.

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