Un consumo sostenible de la huerta a la casa

Alimentación Nuevas formas de abastecimiento

En los últimos años el número de personas que se interesa por mantener una dieta basada en productos ecológicos ha ido en aumento

Carmen Casas (en primer plano), junto a parte del equipo de Almocafre.
Carmen Casas (en primer plano), junto a parte del equipo de Almocafre. / Carmen Cremades
Ángela Alba

30 de abril 2017 - 02:34

El interés por el consumo de lo ecológico ha ido en aumento en los últimos años, de forma que ahora el ciudadano no sólo se interesa por lo que come, sino también por los componentes que tienen los productos que utiliza en su higiene personal o en la limpieza del hogar. Cada vez son más las personas que se inician en la compra de este tipo de artículos y, con ello, se ha producido una proliferación de cooperativas, proveedores y establecimientos dedicados al cultivo y venta.

Todas las etapas de la cadena que hay entre la tierra y el consumidor están cubiertas, desde el campo a la casa. El término ecológico está protegido por la ley y quiere decir que ese producto se ha obtenido siguiendo el reglamento europeo de producción ecológica que, básicamente, se basa en la exclusión, en la agricultura y ganadería, de productos químicos de síntesis como fertilizantes, plaguicidas, antibióticos... con el objetivo de preservar el medio ambiente, mantener o aumentar la fertilidad del suelo y proporcionar alimentos con todas sus propiedades naturales, tal y como describe el Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente.

Frescum se distingue por la venta de alimentos frescos locales, tanto verduras como carnes

Hace 11 años que la Asociación Cooperativa La Acequia se inició en la agroecología. Uno de sus miembros más veteranos, Sebastián Moreno, explica que el proyecto se inició por "un grupo de personas que quería alimentarse de otra forma, de manera más respetuosa con la tierra, más justa, en la que no hubiera explotación por parte de nadie". Desde entonces más de 1.000 personas han pasado por La Acequia, que ahora se integra por unas 70 familias o cestas y "todos trabajamos la tierra para autoabastecernos", señala.

Su huerta tiene una superficie de una hectárea y se ubica en la aldea de San Antonio, en la Vega del Guadalquivir. El colectivo tiene a un hortelano contratado en el régimen general de la Seguridad Social. "No está en el régimen agrícola porque consideramos que éste es abusivo para un trabajador", señala Moreno.

El hortelano dirige las tareas de la huerta y cada familia o cesta tiene que dedicar al mes alrededor de tres horas a los cultivos. Luego, todos los jueves hay recolección, y también son los miembros del colectivo los encargados de ello. "Es de lo más gratificante que hay", resalta Moreno. Tras esto se hace el reparto de las verduras. La cesta de esta semana, por ejemplo, incluía zanahorias de varios tipos, puerros, cebollas, habas, lechugas, escarolas... Como mínimo, semanalmente se reparten seis o siete variedades de hortalizas de temporada. Cada socio aporta una cuota de 30 euros mensuales con los que se cubren los gastos del seguro del hortelano, de la furgoneta con la que se traslada la verdura los jueves, la gasolina y el estiércol, "lo único que echamos en la tierra", incide este miembro de La Acequia. Esta cooperativa hace dos fiestas al año -en otoño y primavera- con el objetivo de dar a conocer el proyecto al resto de ciudadanos y recabar un dinero extra para otros gastos que hay en la huerta.

Otra asociación cordobesa enfocada al consumo ecológico es Almocafre, que nació en 1994 a iniciativa de Aedenat (actual Ecologistas en Acción) y el Instituto Sociológico de Estudios Campesinos (ISEC), que querían dar una salida a algunos productores ecológicos locales interesados en que sus productos se quedaran también en su tierra, explica Carmen Casas, gerente de Almocafre. En 1994 eran unas 20 personas y a finales de los 90 se constituyeron como cooperativa y abrieron una tienda. En la actualidad el 50% de sus ventas se realizan a personas no socias.

Este establecimiento, situado en la avenida de los Custodios, dispone de unas 3.000 referencias en ecológico -también se incluyen de comercio justo- y su horario es de 10:00 a 20:30 de lunes a sábado, "lo que facilita la compra a cualquier tipo de consumidor". La gama de artículos que venden va "desde alimentos básicos como lácteos, verduras o frutas pasando por conservas de todo tipo hasta pañales para bebés, cosmética o higiene corporal", expone Casas. Actualmente "llevamos una racha muy buena porque el consumidor cada vez está más sensibilizado, acuden a la tienda y acaban haciéndose socios porque además así tienen un 5% de descuento", añade. Las personas que llegan al establecimiento empiezan con la adquisición de pan -el producto estrella- y luego continúan con verduras y frutas para finalmente familiarizarse con el resto de artículos.

Casas asegura que "la experiencia profesional que tenemos hace que estemos muy en la vanguardia en la gama de productos del mercado de ecológico" y para ello acuden a ferias, se forman y mantienen un contacto continuo con los proveedores. "El consumidor es el que manda y es al que hay que escuchar a la hora de introducir nuevos productos en la tienda", apunta.

Sobre los precios, Casas explica que "hay un mito muy grande" porque "cuando una persona consume productos ecológicos invierte en salud, economía sostenible y en medio ambiente; no está comprando más caro, está haciendo un gesto de consumo responsable". La gerente de Almocafre indica también que son una cooperativa sin ánimo de lucro, "lo que hace que nuestro producto, paradójicamente, en muchas ocasiones sea más barato" que en las tiendas convencionales "porque estamos unidos productores y consumidores" y, de esta forma, se acorta la cadena de distribución.

Los productos de Almocafre son, en primer lugar, de origen local, llamados de kilómetro cero, lo que hace que "nuestros consumidores conozcan personalmente a cada uno de nuestros productores". En segundo lugar, el abastecimiento de esta cooperativa es a nivel regional. En Andalucía hay una federación de este tipo de establecimientos que les permite realizar intercambios de productos.

Hace cinco años que Carlos Pérez se inició en la venta de productos ecológicos, primero en Mercacórdoba vendiendo online a toda España y más tarde abrió una tienda en el Zoco que se trasladó en septiembre de 2015 al centro. En concreto, el supermercado ecológico Frescum -que se encuentra en la plaza de Ramón y Cajal- tiene cerca de 2.700 referencias y, aunque tiene todo tipo de artículos, está especializado en los productos frescos locales, tanto verduras como carnes. Pérez señala que con el traslado de la tienda "hemos llegado a mucha más gente e introducido muchos más productos; de un año a otro ha habido un incremento de un 40% o 50% en la clientela".

Sobre los precios, el propietario de Frescum manifiesta que "nunca pueden ser iguales" a los convencionales debido a que al no utilizar pesticidas ni fertilizantes se pierde una parte de la producción en el proceso. "Ni el precio es igual ni tampoco el sabor ni las propiedades son las mismas", destaca. Sin embargo, "los productores cada vez plantan más cantidad y con ello los precios bajan". Pérez -que también es presidente de la recién constituida Asociación de Comerciantes y Hosteleros de Productos Ecológicos de Córdoba (EcoCórdoba)- se introdujo en el mundo del ecológico porque significa "apostar por salud, por una alimentación más sostenible y no esquilmar los campos".

Los mitos de la alimentación

El bioquímico José Miguel Mulet -que ofreció el pasado jueves la conferencia Los mitos y falsedades de la alimentación, organizada por Herogra- explica que un tomate se puede cultivar de forma ecológica o convencional y, según los estudios, "los resultados a nivel nutricional y de calidad son bastante similares porque, al fin y al cabo, el tomate es el mismo". Aunque "le pones menos pesticidas, le echas otros de origen natural", añade. En su opinión, el problema es que "como son procesos de producción menos eficientes, al final la producción cae y el precio sube". Para Mulet, lo importante es que el consumidor sepa lo que está comprando: "Si compras alimentos ecológicos pensando que es mejor para tu salud, no lo recomiendo; y tampoco si lo haces pensando que es mejor para el medio ambiente porque el problema es que la huella de carbono es mucho más alta por la poca eficiencia. Ahora, si lo compras porque se adecua a tu filosofía y quieres que todo sea natural, me parece muy bien". En su opinión, hay una especie de "burbuja" y "de ecológico se habla más que se compra", de hecho el porcentaje en España es muy bajo "y todo esto con una política de subvenciones y promoción súper agresiva". Por último, sobre los superalimentos opina que "pensar que la salud o la dieta equilibrada depende de un solo alimento, sea el que sea, es un profundo error".

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