Un estudio cifra en 11.581 personas los desaparecidos en la guerra en Córdoba
Memoria histórica · Reacciones a la providencia de la Audiencia Nacional
Un libro del historiador Francisco Moreno Gómez, que será publicado en otoño, asegura que sólo en la capital fueron asesinados 7.000 vecinos cuyos restos no se sabe dónde están
"Si Garzón quiere saber lo que pasó en Córdoba, que se lleve mi libro". El historiador cordobés Francisco Moreno Gómez acaba de culminar un minucioso estudio que cuantifica "con cifras muy aproximadas pero cada vez más exactas" el número de desaparecidos en Córdoba durante los tres años que duró la Guerra Civil y la posterior represión franquista. "El balance de personas que fueron fusiladas por el franquismo en Córdoba y que yo he podido contar es de 11.581 personas", aseguró ayer Moreno Gómez, que ha trabajado durante 30 años con todos los archivos de la capital y la provincia, ha manejado centenares de testimonios orales y ha accedido a documentos inéditos de los cementerio cordobeses. "En septiembre u octubre" publicará todo este material en un libro que ya tiene título: El genocidio franquista en Córdoba.
Pero la concreción de Moreno Gómez va mucho más allá de esta cifra. Este historiador escribió a principios de los 80 del libro La Guerra Civil en Córdoba. En este documento cifraba en 9.000 el número de desaparecidos. Ahora, los ha elevado al contar con nuevo material. Así, Moreno Gómez asegura que sólo en Córdoba tiene que haber enterradas en tumbas sin nombre unas 7.000 víctimas de la guerra y la represión franquista. El resto, unas 4.500 personas, reposan en fosas comunes de la provincia.
El estudio de Moreno Gómez asegura que sólo durante el conflicto bélico en Córdoba fueron pasadas por las armas unas 4.000 personas, la mayoría en el horroroso 1936 bajo el llamado Terror de Don Bruno, un comandante de la Guardia Civil enviado por el general Queipo de Llano el mismo 18 de julio a la ciudad. "El sótano del cuartel general de la Falange en el que encerraban a la gente era como un globo que se hinchase por la tarde y volviera a estar vacío a la mañana siguiente. A diario había ejecuciones en el cementerio y en las demás carreteras que salían de la ciudad", explicó años después un abogado falangista, que concluyó: "Don Bruno hubiese podido fusilar a Córdoba entera: lo enviaron a la ciudad con carta blanca".
Pero la lista de desaparecidos no acabó con la guerra, según el estudio de Moreno Gómez. La represión franquista encarceló a miles de presos republicanos en la antigua prisión de Córdoba, localizada en el Alcázar de los Reyes Cristianos. Se calcula que en las paredes de esta prisión y en las de Fátima (que se abrió en 1941 para sustituir al Alcázar) se fusiló a 1.600 personas. Además, Moreno Gómez contabiliza a otros 300 maquis muertos en las luchas guerrilleras de la sierra, otros 160 fusilados como "colaboradores o enlaces de los republicanos" por la Ley de Fugas y los cerca de 300 cordobeses exterminados en los campos de concentración nazis. Sin embargo, este historiador, natural de Villanueva de Córdoba, añade un dato más: en la cárcel de Córdoba murieron 756 personas de hambre.
Sin embargo, sólo un tercio de estos 11.581 desaparecidos tiene nombre. Según Moreno Gómez, sólo al principio de la contienda los archivos de los cementerios anotaban el nombre y los apellidos de los fallecidos. Posteriormente, unas veces se anotaba un número concreto y otras veces tan sólo un "20 fallecidos" genérico. Además, el historiador considera que será "muy difícil" ponerle nombre al resto de los muertos, ya que muchos familiares han muerto y otros marcharon al exilio.
Lo que sí se conoce con aproximación es el lugar en el que reposan los huesos anónimos. Según Moreno Gómez, tanto en los cementerios de San Rafael como de la Salud existen dos grandes fosas comunes. Al parecer, la de San Rafael está localizada gracias al testimonio del enterrador. Sin embargo, poco se sabe de la de la Salud, donde reposan centenares de cadáveres. En este camposanto, existieron "tres cuadernillos de un sacerdote" de los que "guardo fotocopia", pero que "desaparecieron cuando publiqué mi primer libro". Además, existen enterramientos en las carreteras de acceso a la ciudad, como en la Cuesta de Los Visos, donde se fusilaba y enterraba a presos procedentes de los pueblos que nunca llegaron a la prisión.
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