Un café con pastas con doña Paciencia

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Mejor que su enemigo, el Córdoba se deja de nuevo dos puntos en casa tras empezar perdiendo producto de otro desajuste al cortar una contra

El equipo terminó dando por bueno un empate que lo deja en descenso

Javi Galán trata de marcharse de la marca de Diamanka, ante la mirada del colegiado Díaz de Mera Escuderos.
Javi Galán trata de marcharse de la marca de Diamanka, ante la mirada del colegiado Díaz de Mera Escuderos. / Fotos: Álex Gallegos
Cisco López

30 de octubre 2017 - 02:33

Córdoba/Señores y señoras, váyanse haciendo el cuerpo para lo que viene. El camino en el que ha entrado el Córdoba aventura una temporada larga y sufrida en la que mantener la paciencia se antoja vital para tratar de salvar los muebles. Cada punto habrá que pelearlo al máximo, cada partido será una batalla por seguir en pie. Por eso, al final, el empate cedido ante el Numancia, el primero de un curso plagado de nubarrones, quizás no sea con el paso del tiempo tan pobre como parece ahora, cuando la necesidad por acumular triunfos es imperiosa. De momento, sirve para romper una racha de tres derrotas y, de paso, estrenar el casillero con Juan Merino al frente, aunque deja a los blanquiverdes una semana más en zona de descenso y a dos puntos de la salvación.

La apuesta continuista en el once del técnico linense sí trajo algún cambio en el modelo. El CCF se mostró más valiente, más incisivo, y eso le permitió ser mejor en líneas generales que un Numancia cómodo en su orden que, como su enemigo, terminó dando por bueno el punto. Un botín que pudo saberle a poco porque se adelantó en el marcador en una contra mal defendida que recordó al equipo de semanas atrás con Carrión, si bien esta vez no hubo derrumbe colectivo y sí una capacidad de reacción que permitió devolver las tablas antes del descanso y buscar la victoria en el inicio del segundo acto, mientras las fuerzas duraron... que no fue mucho. Se echó en falta en ese momento de flaqueza una ayuda extra desde el banquillo, pero Merino prefirió guardarse los cambios para el final, lanzando quizás un mensaje a quien corresponda de que lo que hay no acaba de convencerle de pleno.

Con su bloque ya habitual, el Córdoba fue valiente de salida. Con las alas bien abiertas y buscando siempre el apoyo de Jona para facilitar las transiciones, el cuadro local avisó ya antes del minuto 1 con un tiro cruzado de Jaime Romero al que respondió Manu del Moral con un tiro lejano que se fue junto al palo. El 3-4-3 del Numancia ahogaba las vías de escape desde atrás, provocando varios balonazos que llevaron a la desesperación al técnico. Merino pedía paciencia, calma, su leit motiv sea cual sea el escenario del partido. Y con ese argumento poco a poco entrando en la cabeza de los jugadores, el CCF tuvo buenos momentos a los que casi siempre faltó la guinda de la definición o el último pase. Joao lo intentó tras un córner, Jona tras una transición rápida con apoyo en Jaime y hasta Pinillos con un zapatazo lejano que no encontró portería.

Ante un rival asentado al que parecía venir de lujo el paso de los minutos porque encontraba alguna vía de escape -Mateu se la jugó de manera individual obligando a ir abajo a Pawel-, el Córdoba alternaba combinaciones largas, pausadas, con algún que otro pase vertical que sólo encontraba continuidad cuando caía en los pies de Jona. El hispano-hondureño, crecido con la confianza del nuevo técnico, lo intentó con una acción individual que terminó con un tiro cruzado poco después de que Carlos Gutiérrez se jugara la roja al cortar una internada de Guardiola que ya amenazaba el arco.

El Córdoba falló las suyas, y el Numancia, a la segunda, acertó. Cierto es que le facilitó el trabajo el cuadro cordobesista, desnudo tras una pérdida en el área contraria, incapaz de frenar una transición de 80 metros conducida por Pablo Valcarce y finalizada con maestría por Manu del Moral. Con el 1-0 quedaba por ver la capacidad de sufrimiento del equipo. Como en Oviedo, el CCF tuvo fuerzas para seguir erguido, se fue un paso arriba y respondió pronto con un cabezazo de Guardiola que repelió el poste. Sin tiempo para lamentos, otra buena acción a la espalda de la defensa entre los dos puntas terminó con Aguza por los suelos y un penalti que Jona mandó a la red. Tocaba empezar de nuevo, pero ya con media historia consumida.

Esa inercia valiente tras el empate la mantuvo el equipo de Merino a la salida de vestuarios. Durante casi 20 minutos, el partido pasó a jugarse casi por completo en el medio campo rojillo, con juego por fuera y un puñado de envíos al área que no siempre se traducían en oportunidades. Quizás ese empuje, la nueva era iniciada o la necesidad de ganar hizo que los habituales pitos del minuto 54 pasaran a mejor vida mientras el equipo empujaba. Jona y Guardiola volvieron a conectar en el área para que el pichichi terminara disparando a la cruceta y, en la siguiente llegada, el delantero malagueño lo intentó con un escorzo que no encontró portería.

El Numancia apenas existía ya en ataque, y eso que cuando encontraba a Mateu y los Valcarce la sensación de peligro era grande. Pero el conformismo que poco a poco fue invadiendo al conjunto rojillo poco a poco se trasladó a los blanquiverdes, en este caso dañados también por el cansancio. Ni siquiera los cambios dieron un giro a una situación que ya empezó a hacerse eterna camino del epílogo, con ambos conjuntos dando por bueno el punto a la espera de un error falta del contrario que no llegó. Al final, hubo quien no entendió la postura del Córdoba con la necesidad que tiene, pero sólo queda esperar que sea el punto de partida, porque de lo contrario... Mientras tanto, tiren de paciencia y háganse la idea de que esto es lo que queda hasta el final de este camino poblado de trampas.

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