Un vergonzoso caos (1-0)
cd lugo | córdoba cf
El Córdoba prosigue su autodestrucción con una nueva derrota que lo empuja aún más hacia el abismo y refleja la incapacidad de un conjunto muy plano hasta el 1-0 y lamentable después.

El Córdoba sigue dando pasos hacia el abismo mientras el discurso nada entre excusas que cada día encuentran menos sostén. Porque las palabras del presidente, una copia maquillada de las ofrecidas por su padre y máximo accionista en cada aparición, continúan sin hallar respaldo en hechos, en inversión. Porque los mensajes del director deportivo el pasado miércoles tapando con la posible ansiedad del vestuario y la forma de jugar del actual entrenador la decisión no fichar no esconde una pésima planificación, arrastrada del verano y confirmada en el recién finalizado mercado de invierno. Porque los argumentos del técnico en cada comparecencia se pierden cuando empieza cada encuentro, que desnuda las vergüenzas de un equipo que se derrumba al mínimo golpe y que ayer vivió un nuevo capítulo de esta mezcla de sainete y esperpento en su visita a tierras gallegas. Y de eso también tiene su cuota de culpa una plantilla que no termina de encajar la realidad, la cruel verdad que dibuja ahora como único objetivo la permanencia por mucho que al recién llegado Tano Bíttolo alguien, que estaría bien saber quién, le vendiera aquello del ascenso que hoy se ve como una broma de mal gusto.
Sobre todo tras el lamentable espectáculo ofrecido en el Anxo Carro, en un choque en el que los blanquiverdes mostraron cierta seriedad mientras el resultado estuvo en empate gracias a un perfil temeroso que prioriza no fallar antes que dañar al enemigo. Pero tras el 1-0, otra vez el caos disfrazado de indecencia de un conjunto sin espíritu, sin intensidad, que quedó en manos de un Lugo que pese a ir ganando fue el que acumuló ocasiones y llegadas para afear aún más la ya de por sí paupérrima imagen de un CCF que se desangra y, lo que es peor, parece que todavía no ha tocado fondo. Hoy, el cuadro cordobesista que hasta hace apenas unas semanas mantenía el anhelo vacío de pelear por subir, puede entrar en la zona de descenso. Hay que mentalizarse de que esa es la nueva guerra que toca librar para evitar que el daño sea mayor en el futuro próximo. Es la batalla de todos para cuidar la salud de la institución, de la que se esperan decisiones y depuración de las responsabilidades, porque si algo queda claro es que esto no puede seguir así.
Cuando hace dos meses el club tomó la decisión de relevar a Oltra, señaló directamente a la gestión del valenciano como responsable de la crisis del equipo. Ya parecía claro que no era el único ni el mayor culpable, pero la soga se rompió por donde siempre. La elección de Carrión se vio arriesgada por muchos sectores del cordobesismo. El balance del técnico catalán desde entonces, más allá del antifaz de la Copa, es de 8 puntos de 24, un tercio del botín que lejos de mejorar la situación en la tabla del equipo, la ha empeorado. Y no sólo en lo numérico, ya que las sensaciones son similares, o peores porque ya queda menos tiempo y sólo queda mirar hacia abajo.
Los bandazos en las alineaciones, con jugadores que pasan de la grada al verde sin pisar el banquillo, el empecinamiento en la defensa del grupo para no agitarlo en el mercado, siempre con la connivencia del director deportivo y cabe pensar que también la propiedad, y la dificultad para tener el control de los partidos ya sea con un estilo atrevido y con balón o con un perfil más conservador sólo evidencian que todo esto le ha venido grande. O quizás pronto. Tampoco será el culpable, pero el escenario pide tomar decisiones y quizás la primera deba pasar por su continuidad, habida cuenta de que la dimisión de los que mandan se antoja como una misión imposible.
En Lugo, Carrión se presentó sin delanteros y apostó por Juli y Markovic para ejercer esa función, con el debutante Aguza junto a Luso en el medio. Otra vez dos cambios en el once, en esta ocasión forzados por las circunstancias, para tratar de revertir la situación. Para ello, el equipo salió a jugar en campo contrario, presionando arriba, y así consiguió maniatar durante un cuarto de hora el juego al toque de su rival. Pero nada de riesgos, todo excesivamente plano. Así, tras un primer aviso de Fede Vico con una vaselina que atajó bien Pawel, el CCF respondió con tres balones al área desde diferentes posiciones que no encontraron rematador. Pero no hacía falta nadie arriba, qué va... Por eso en lo que va de 2017, en cuatro de cinco jornadas el cero ha estado en el marcador cordobesista.
Markovic, en su estreno liguero, lo intentó con un remate a la media vuelta y Ríos eligió la peor opción en una contra antes de que los lucenses empezaran a mirar con recelo la meta visitante. No era muy complicado tampoco, ya que cada pelota parada era media ocasión ante la nula intensidad defensiva blanquiverde: Calavera, Gil y Miquel asustaron a un Pawel que hasta dio síntomas de nerviosismo para empeorar el panorama, que se tornó negro cuando un balonazo peinado y una caída del banda contraria permitió a Joselu cazar un balón en la frontal que metió en la jaula con un latigazo que rozó Caro. ¿Suerte? Quizás, pero hay que ver cómo llegó a la frontal tan cómodo para armar la pierna. Desde ese momento se acabó el Córdoba, que pudo irse al descanso con más desventaja aún por esa sensación de fragilidad que le acompaña cada vez que encaja un golpe, aunque esta vez Miquel no acertó a llevar su testarazo a la red.
La sensación de la primera parte no había sido mala, pero la segunda la empeoró, por difícil que pareciera. Con Moha ya como referencia en lugar de Markovic fue el Lugo el que siguió insistiendo. Campillo lo probó con un libre directo, la estrategia volvió a dar opciones al equipo albivermello y el partido pasó a jugarse ya en el medio campo del CCF. Apenas una falta botada por Javi Lara que Cisma cabeceó ligeramente desviado inquietó a los de Sampedro, que continuaron percutiendo por fuera, aprovechando la debilidad en los costados de un enemigo que salvaba la situación regalando saques de esquina que le hacían sufrir aún más. Calavera rozó el segundo con un centro que Caro desvió hacia el poste, Miquel se encontró acto seguido con el larguero y luego volvió a cabecear con peligro real.
Ese cúmulo de situaciones desdibujaban todavía más a un Córdoba que teóricamente tenía que buscar el empate, y que con unos cambios ofensivos lo que dio fue mayores facilidades a su rival. Caro se erigió nuevamente en salvador ante una combinación que Caballeron no pudo rubricar, Joselu no acertó a empujar a un metro de la línea un balón tocado por Miquel e Iriome remachó en el área pequeña muy alto otro envío al área. Ocasiones y más ocasiones sin que del CCF hubiera señales de vida hasta que Guille Donoso se plantó ante José Juan y se le hizo de noche casi sin llegar a rematar. Faltaban diez minutos, pero ya nada cambió, como tampoco lo hizo la pasada semana o en el mercado de invierno ya consumido. Nada ha cambiado y todo necesita un cambio, una transformación que si no llega desde dentro habrá que pedirla desde fuera. Porque esto es insostenible tal y como está ahora mismo. Un vergonzoso caos.
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