Pasito a pasito hacia el calvario (2-1)
fútbol
Por séptima salida consecutiva, el Córdoba se fue de vacío de un partido en el que evidenció su fragilidad en ambas áreas, con regalo incluido en el 2-0
Los blanquiverdes viven fuera del descenso, con un punto de colchón

Seguir hablando ya entrado el mes de abril de los fallos en la planificación de este Córdoba sirve de poco. Pero ni centrados en el presente puede uno aislarse del caos organizativo que rodea a una plantilla que algún lumbreras vendió como capacitada para pelear por el ascenso y ahora camina sin remisión hacia el calvario de la Segunda B sin nadie con mando para virar la situación ni dentro ni fuera del campo. La derrota en Pucela, la séptima consecutiva al salir de viaje, evidenció las dificultades del equipo de Carrión para sumar en este tramo clave del campeonato, que vive ya sus últimas diez fechas. Porque pese a la experiencia que acumulan muchos de sus hombres, los blanquiverdes continúan dando muestras de su incapacidad para competir, sea cual sea el rival. Con una alarmante fragilidad en las áreas, sin luz que alumbre el camino hacia el gol y con complacencia cada vez que el contrario aprieta, con regalos envueltos en papel celofán incluidos, es prácticamente imposible que esta historia acabe con final feliz. Es la sensación que deja el compromiso ante el Valladolid, nuevamente sudado, pero sin entrar en razón de que eso es insuficiente si no se hace con orden y coherencia.
Carrión arregló el problema que le ocasionó la baja de última hora de Bíttolo adaptando al lateral a un jugador anárquico en lo táctico como Bergdich, la solución por la cabezonería de prescindir una vez más del otro zaguero zurdo puro que tiene el plantel: el defenestrado Samu. La decisión es tan plausible como discutible, al igual que también lo es prescindir de defensas para las convocatorias. Así, la lesión muscular de Héctor Rodas a los cuatro minutos -una más en una temporada en la que algo tampoco se ha hecho del todo bien en la planificación física- ya obligó a jugar todo el partido con una zaga con tres jugadores fuera de sitio, pues al ingresado Luso también hay que sumar a Caro en el lateral. Cuanto menos, un riesgo para lo que hay en juego. Y ahí tanta culpa tiene quien planificó en verano -y en invierno, sin que toda la culpa deba recaer en el director deportivo- como el que toma las decisiones hoy, que sin ser el único al que señalar sigue sobreviviendo a una racha que hubiera fulminado ya hace tiempo a cualquier otro: 12 puntos de 42 desde que arrancó 2017, son sólo tres victorias.
Sin embargo, ni la elección de los hombres ni la utilización de un sistema u otro tienen mucho que ver en cómo compite este Córdoba. Porque las buenas intenciones de tener más balón, de acumular posesión, chocaron desde el inicio con la mayor intensidad de un Valladolid directo, que llegó más al área en el primer cuarto de partido lanzado por el buen hacer de un motivado Raúl de Tomás, los movimientos de Mata y la chispa de José Arnáiz. Precisamente el canterano, sustituto a última hora de Juan Villar -no superó el calentamiento-, hizo el primero tras una jugada en la que Bergdich y Deivid no supieron ganar dos balones divididos previos a la definición. Sin hacer nada del otro mundo, sólo con un punto más de intensidad, el Pucela ya mandaba, lo que obligaba a los blanquiverdes a hacer un esfuerzo ofensivo extra, algo que hoy es poco menos que milagroso.
Esa comodidad en el verde empujó a los pucelanos a campo propio, esperando una contra para matar. Y ahí pareció despertar el Córdoba bajo la batuta de Javi Lara, protagonista en el juego combinativo con espacios y en la pelota parada, que terminó siendo el asidero para inquietar a Becerra. Un gol anulado a Rodri tras ayudarse con la mano, un cabezazo de Luso con lucimiento del meta, providencial también a un remate de Ríos, y sobre todo un centro-chut del montoreño en una falta lateral que repelió el larguero y otro remate de Ríos en el balcón del área tras una pifia de Álex Pérez que Becerra despejó con una manopla de lujo permitieron alcanzar el intermedio con una sensación bastante más agradable.
Un regusto dulce que casi borra Raúl de Tomás con dos acciones geniales al arranque del segundo periodo, primero tras dejar con el molde a Luso con un control de espuela y un zurdazo que despejó a una mano Pawel y luego con otra maniobra de fuera hacia adentro burlando al aragonés y Caro antes de toparse con el pie de Deivid en el disparo final. Pero el empuje local duró un suspiro. El CCF empezó a acumular posesión y fue empujando a su rival hacia su medio campo. Ahí estaba cómodo el conjunto de Herrera, que apenas sufría por la falta de tino ofensivo de un rival casi siempre impreciso en la definición y, además, encontraba espacios para salir a la contra.
Carrión buscó claridad en Alfaro, variando la posición de todo el frente ofensivo y dejando el lateral zurdo a Javi Galán. Pero casi sin tiempo para que el partido variara, un error infantil de Edu Ramos en una entrega en la salida del balón la aprovechó con maestría Mata para hacer el 2-0. Un golpe letal que pudo llegar a ser definitivo si Guitián acierta en la siguiente acción a dirigir bien un testarazo a la salida de un córner. El Córdoba estaba herido y el resto de cambios no ayudó a variar la situación por mucho que Alfaro acertara en la primera combinación con criterio y claridad a recortar distancias.
Quedaban diez minutos y las llegadas más claras fueron de Mata, tras un error de Galán, y Raúl de Tomás. Ni siquiera el último intento a la desesperada, con Pawel incorporado al ataque y Lara colgando el balón, sirvió para meter el miedo en el cuerpo a un Valladolid que fue mejor en las áreas, que es donde se ganan los partidos. Una lección que el conjunto blanquiverde sigue sin aprender a falta de nueve partidos que afrontará fuera de la zona de descenso, aunque con sólo un punto de colchón.
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