Tarde de manta y sofá (0-0)

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El Córdoba obtiene una ligera ventaja con un empate sin goles con sabor a gloria en el peor encuentro de la era Carrión. El Arcángel decidirá el billete a cuartos el próximo miércoles.

El Alcorcón-Córdoba de Copa, en imágenes
El Alcorcón-Córdoba de Copa, en imágenes / EFE
Cisco López

04 de enero 2017 - 19:10

El frío de Madrid en enero invita poco a pisar la calle. Cuanto menos, a ponerse un pantalón corto y unas botas para echar un rato corriendo detrás de un balón. Y si a eso se le suma que uno viene de estar unos días con la familia y aún arrastra el recurrente síndrome postvacacional, pues pare usted de contar. La cabeza está en la manta y el sofá y, lógicamente, las piernas no responden cómo uno se había planteado cuando arrancó el día cogiendo un tren antes de compartir mesa en un hotel lejos de los suyos. Con todos esos ingredientes, salir vivo como el Córdoba salió de Santo Domingo ya es la mejor de las noticias. El 0-0 fue un premio grandioso para un equipo que no tiró ni una sola vez entre los tres palos, jugó todo el segundo tiempo en campo propio y tuvo que asirse de nuevo al buen hacer de Pawel para mantener intactas sus opciones de pasar a cuartos de final de la Copa del Rey por tercera vez en su historia. El Alcorcón, que busca por primera vez ese billete, ya sabe que tendrá que marcar el próximo miércoles en El Arcángel, cuando se decidirá la serie entre equipos de Segunda que, en su primer capítulo, dejó mucho que desear, sobre todo en clave blanquiverde.

Porque había muchas ganas de ver cómo volvía a la escena un CCF que se fue de vacaciones con un triunfo excelso en La Rosaleda, poniendo así fin a la etapa de Juande Ramos en el Málaga. Pero ya se sabe que los retornos son duros. Con un once que bien podría ser el que actuara el sábado ante el Rayo -no lo será-, el conjunto de Carrión no demostró ni fútbol ni control ni intensidad. O al menos, no más que su oponente. Sólo en la fase central del primer periodo llegó a verse algo cómodo sobre un terreno de juego que tampoco ayudaba mucho al lucimiento, pero en el resto del compromiso y fundamentalmente en el segundo periodo estuvo sometido por los alfareros. Y no es que el cuadro de Julio Velázquez lo bordara, ni muchísimo menos, pero supo aprovechar el agujero que Samu ofrecía por su costado y la ventaja que le otorgaba actuar con un punto más de contundencia para acumular más llegadas... con prácticamente idénticos remates hasta el minuto 60. Luego, los locales sí lo intentaron ya de verdad para hacerse merecedores de una victoria que no llegó y deja la serie con todo por decidir, aunque ese 0-0 es más engañoso de lo que parece para los blanquiverdes.

Un equipo que al paso por el primer minuto de juego ya había sufrido una ocasión clarísima. Iván Alejo no tardó en encontrar que la verdadera vía de agua del Córdoba estaba en su carril izquierdo, y por ahí percutió ante Samu una y otra vez, poniendo de inicio un balón de oro que Pablo Pérez no supo llevar a la portería con un remate a la carrera en el área pequeña. Fue el reflejo de quién había salido más enchufado al partido, aunque ese empuje inicial se encargó poco a poco de minimizarlo el cuadro de Carrión a través de posesiones largas, sin importarle lo más mínimo tener que recurrir constantemente al apoyo en Pawel, con el riesgo que eso conlleva. Eso no sólo le permitió igualar el choque, sino también jugar por momentos en campo contrario, aprovechando pérdidas en la salida de un bando local con una zaga aún de más circunstancias que la cordobesista: un lateral zurdo de central, un lateral diestro cerrando la izquierda...

Pero ni así hubo lugar para una llegada con peligro real. Piovaccari estaba demasiado aislado y, aunque el italiano se trabajó alguna carrera en desventaja -en una pidió penalti de Bellvís, que no era, como tampoco uno reclamado por Aguza ante Antoñito poco después-, lo más que le dio fue para avisar ya en el minuto 45 con un latigazo cruzado que no necesitó ni de la intervención de Javi Jiménez. Antes de eso, Iván Alejo había vuelto a martirizar a Samu con un par de cabalgadas más a las que les faltó el acierto de la definición; no se lo pudieron dar ni Pablo Pérez ni David Rodríguez en una jugada con pase de la muerte final que reflejó lo que fue el primer tiempo.

Y lo que casi se repitió en el segundo, al menos en su primer cuarto de hora. Sin embargo, en esta ocasión la mejor salida al campo del Alcorcón sí tuvo continuidad y no se disipó. Con la lección bien aprendida de que era por el lado de Samu donde debían intensificar sus ataques, Iván Alejo no tardó en ganar de nuevo la línea de fondo, aunque de nuevo echó en falta rematador a su envío. Ahora, el interior contaba casi de continuo con el apoyo de Fede Vega desde el lateral. Y hasta de Aguza, que no dudó en abandonar el centro para caer el flanco débil de su enemigo; un envío del organizador lo cabeceó fuera por poco Álvaro Rey. El partido caminaba hacia la hora de juego y no había llegado ni un remate entre los tres palos.

Ese reto era medianamente imposible para el Córdoba, cuyos ataques se reducían a balones frontales a la carrera de Piovaccari. Sin embargo, en la pelea, el transalpino fue capaz de sacarse un par de remates, todos sin la dirección adecuada. Ni siquiera los cambios, después de un primer remate de Elgezabal que obligó por fin a intervenir a Pawel para evitar que el balón besara la red, ayudaron a una mejoría del Córdoba, incapaz de elaborar, engullido por la intensidad de la medular amarilla; en definitiva, encerrado en su propio campo, viéndolas venir, aunque a decir verdad sin una dosis de sufrimiento notable a pesar de que la lluvia de balones colgados desde las esquinas, desde uno y otro lado, iba creciendo con el paso de los minutos.

Así se alcanzó el cuarto de hora final, en el que el Alcorcón, empujado por los nuevos bríos de los cambios introducidos por Julio Velázquez, buscó el gol que le pusiera de cara la eliminatoria. Pablo Pérez volvió a dar trabajo a Pawel con un testarazo blandito que sirvió de entrenamiento para el polaco, determinante poco después con una manopla abajo que evitó el gol de Óscar Plano con un derechazo (es zurdo cerrado) desde la frontal; Antoñito se interpuso luego al remate de Samu Delgado a bocajarro. Tocaba sufrir, estaba claro, y el Córdoba trató de aliviarse teniendo el balón, aunque un par de pérdidas terminaron facilitando los intentos finales de Nélson y Samu Delgado que, como muchos otros, se esfumaron sin hallar portería. Todo queda abierto para la vuelta, aunque a ver si para entonces el Córdoba decide dejar a un lado la manta y sofá y ponerse a jugar...

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