No hay quien aguante (0-2)
Córdoba-mallorca
Sin acierto e incapaz de reaccionar ante la primera adversidad, el CCF enlaza su séptima jornada sin ganar y el puesto de Oltra queda en el alero.

córdoba/No hay quien aguante a este Córdoba que acumula siete jornadas consecutivas sin vencer, con un registro tan pobre -cuatro puntos de los últimos 21- como su capacidad para elaborar juego. No hay quien aguante a este equipo que sigue despeñándose en la clasificación, empeñándose en dar la razón a los que ya advertían en verano que la plantilla construida estaba lejos del objetivo marcado del ascenso. No hay quien aguante las milongas de tres al cuarto de Carlos González, que cada día convencen a menos y terminan por crear crispación entre los pocos que aguantan hasta el final suplicios como el de ayer.
No hay quien aguante a un presidente que con ese tono jocoso que sólo él entiende presume de haber agotado el presupuesto habiendo invertido cero euros en la confección del plantel. Pues bien, todo esto y más, por difícil que parezca, lo aguanta Oltra, cuyo puesto vuelve a estar en entredicho víctima de los resultados pese a que la grada valora su trabajo y el de los jugadores, y señala con el dedo acusador al palco. Es la ley del fútbol, esa que permitió salir victorioso de El Arcángel a un pobre Mallorca que en muchas fases del encuentro pareció estar haciéndole la cama a su entrenador y que terminó con los tres puntos en el bolsillo gracias a una mezcla de solidez y desacierto ofensivo local, y dos errores groseros del sistema de contención cordobesista. Dos más, uno a la hora de tirar el fuera de juego y otro en un córner, ante los que el CCF quedó moribundo, sin fuerzas para levantarse, sin argumentos para buscar un revulsivo y sin la contundencia necesaria para al menos inquietar.
Ese fue el epílogo de un partido que no empezó mal. Había ganas de ver cómo se levantaba el equipo y lo cierto es que la puesta en escena fue potable. Y eso que viendo la alineación más de uno se echó las manos a la cabeza. La apuesta era valiente, tanto que quedaba a expensas de que no hubiera fallo alguno en el guion, pero quedaba comprobar cómo afectaría al juego ese 4-1-4-1. De inicio, poco, ya que la primera opción pasó a ser el juego directo para explotar la velocidad de Bergdich, autor del primer intento, atajado por Santamaría. Desde ese perfil izquierdo botó Donoso dos córners en apenas tres minutos, aunque los primeros sustos fueron del Mallorca. Bastó la aparición de Moutinho y Brandon entre líneas para desajustar la zaga, aunque primero Luso y luego la pifia del extremo con todo a su favor para fusilar a Pawel evitaron un disgusto mayor. Eso fue lo único potable que hicieron los bermellones hasta el descuento del primer acto, cuando Brandon, casi sin querer, se vio ante Pawel sin terminar de creérselo, lo que dio tiempo a Antoñito para solucionar la papeleta yendo al suelo.
Entre ambas llegadas visitantes, el Córdoba gobernó el partido casi a su antojo, aunque más por las continuas imprecisiones del rival que por su propia capacidad. Con muchos metros por delante, ante un Mallorca ultradefensivo y errático, los de Oltra pasaron a jugar casi por inercia en campo contrario de manera permanente. No era cuestión de jerarquía, sino de obligatoriedad. Pero eso bastaba para dar una sensación de superioridad enorme ante un cuadro bermellón al que Fernando Vázquez no es capaz de sacar todo su jugo que se dedicaba a esperar el paso de los minutos a expensas de un error del contrario o una contra.
Ante tal desconcierto, y con un Córdoba que era el único con ganas de atacar, que las ocasiones cayeran era sólo cuestión de tiempo. Y sin que extrañara lo más mínimo, la primera clara de verdad fue un intento de despeje de Company que casi sorprende a Santamaría, que acto seguido tuvo que meter la mano para evitar que el saque de esquina envenenado del asturiano llegara a la red. Por mucho que los blanquiverdes apretaran, las aproximaciones con más peligro eran originadas por fallos de los baleares. Una salida en falso del meta a la carrera con Rodri la tuvo que salvar Raíllo en la línea de gol; poco después, el pichichi cordobesista sí se encontró con el portero tras una pérdida de Rodríguez. Fueron los minutos en los que más cerca estuvo el gol en una primera mitad disfrazada de mentira futbolística.
No mejoró mucho el decorado en el segundo acto. Y eso que nada más empezar un córner peinado por Rodri en el primer palo le cayó a Caro en el segundo sin que el sevillano supiera dirigir su cabezazo. El Mallorca seguía a lo suyo, atrás, reservón, pero sin presionar, con sus mediocentros defendiendo con la mirada y sus puntas a la espera de cazar una contra. Y ésta llegó en una acción casi de carambola, en la que nadie parecía querer un melón que Brandon convirtió por fin en balón para asistir a Moutinho. Se unieron los dos buenos y el regalo de la zaga -Cisma se quedó enganchado para romper por mucho el fuera de juego- hizo el resto. Era el momento de comprobar, una vez más, la pasta de este CCF; también el manejo de la situación de Oltra, que al tener ya todo sobre el campo se decidió por refrescar la banda derecha con Pedro Ríos. La variación táctica se la guardó para cuando todo estaba ya en manos de un milagro.
Porque el Córdoba trató de reaccionar, con un Bergdich que se echó el equipo a sus espaldas. Pero el caudal de juego por fuera siguió sin encontrar remate. No lo aportaron los que estaban sobre el verde y el técnico no pudo buscarlo fuera, pues con un banquillo plagado de zagueros y mediocentros, la solución fue esta última. Ya por entonces el Mallorca había sentenciado tras un córner mal defendido, como viene siendo costumbre. Ya con tres atrás, a los blanquiverdes sólo le dio para tirar dos o tres veces desde la frontal sin hacer trabajar a Santamaría. Muy poco para querer ganar, muy poco para que alguien pueda seguir aguantando esta fase del curso que se ha convertido en sainete.
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