El maestro Juan Martínez que estaba allí
Juan Martínez existió
opinión taurina
Caen despaciosas las hojas del almanaque de 2017. Lo hacen de forma constante, tal y como en el próximo otoño lo harán las de los árboles. Un año especial para Córdoba, donde la alargada y carismática sombra de Manolete planea recordando el centenario de su nacimiento, así como el setenta aniversario de su trágica muerte en Linares. El torero cordobés continua vivo, no sólo en la ciudad que lo vio nacer, sino en todo el orbe taurino. Los actos de homenaje y recuerdo a su figura se han venido sucediendo por todos los puntos del planeta toro, y es que Manolete fue vital en el desarrollo de la tauromaquia y además trascendió mucho más allá de los ruedos.
El impacto de Manolete en panorama taurino español fue brutal. El torero trajo un nuevo modelo de tauromaquia. Unas formas revolucionarias y que sentaron las bases para el llamado toreo moderno. En una época en que los medios audiovisuales eran escasos y pobres, todos querían ver al nuevo ídolo de la fiesta de los toros. Tanto es así que México, segunda patria del toreo, reanuda su relación taurómaca con España. El convenio taurino entre ambos países, roto en 1936, se reanuda en 1944 al solo efecto de que Manolete actúe en el país azteca. Antonio Algara, empresario de la plaza del Toreo, contrata al califa cordobés para actuar en México. Es cuando desde el otro lado del océano se pide a España un gesto. Quieren ver que la reanudación laboral es total y piden que los mexicanos toreen en la temporada española. Es cuando un torero segundón y aburrido en México viaja a Portugal buscando nuevos horizontes y revulsivo a su carrera. Es el único espada mexicano en la península. Tal vez por ello es el primero que torea en cosos españoles. Aquella oportunidad es aprovechada por el torero americano, quien forma una autentica revolución en Madrid, el 18 de julio de 1944. Era Carlos Ruiz Camino, Carlos Arruza en los carteles.
El mexicano pone en liza un toreo muy distante al que ofrece Manolete. Carlos Arruza, hijo de padres cántabros, es poseedor de un concepto poderoso y heterodoxo a la vez del toreo. Con unas facultades físicas portentosas, el espada mexicano llena de dinamismo el ruedo durante sus actuaciones. Tanto es así que en su presentación en Madrid, y tras banderillear a su oponente, el público exaltado blanquea los tendidos de pañuelos. Su toreo poderoso y valiente bebe de las fuentes de la edad de oro del toreo mexicano. Armillita y Balderas, poder y valor, pueden ser los espejos en los que se mira Arruza. Los públicos rápidamente quiere enfrentar aquella tauromaquia alegre y dinámica al estoicismo y quietud del torero de Córdoba. El primer choque se produce en Cieza. Ante toros del cura de Valverde, Manolete y Arruza torean juntos por primera vez, el 26 de agosto de 1944, en presencia de Pepe Bienvenida. La competencia surge en sucesivos festejos. Manolete finalmente se impone al mexicano, aunque este ofrece una resistencia espartana aguantando muchas tardes el poder y personalidad del torero cordobés.
Carlos Arruza se presenta en Córdoba en la feria del mes de septiembre de 1944. Debuta en Los Tejares el día 25 de septiembre. Le acompañan El Estudiante y Luis Miguel Dominguín, quienes lidian una corrida de María Montalvo. Los cordobeses, conocedores de la competencia con el torero local, se muestran hostiles hace el espada mexicano, que vestido de tábaco e hilo blanco no logra lucimiento alguno. División de opiniones en su primero y una sonora bronca en el quinto es el balance final de su actuación. Arruza no entra con buen pie en la tierra de su rival. Repite actuación, por partida doble, los días 25 y 26 de mayo, en el año siguiente. Córdoba no ve por ningún lado el toreo característico del mexicano. De nuevo Arruza pasa desapercibido por Córdoba. Es en la campaña de 1946 cuando por fin Córdoba disfruta de Carlos Arruza y la plenitud de su toreo. Es la feria de septiembre. Junto al mexicano se acartelan Parrita y El Vito. Los toros pertenecen al hierro santacolomeño de Felipe Bartolomé. En el segundo Carlos Arruza muestra su toreo pleno y total en una faena que le sirvió para conquistar al público cordobés. La prensa de la época escribió de aquella faena: "Surgió el Arruza buen torero, el de los pases básicos -y clásicos-, y el hombre que, aprovechando la bondad de un toro -el ir y venir sumiso, la arrancada suave, noble y pastueña- quiere demostrar a un público que ha aprendido también a ejecutar el toreo serio, consciente, verdad que gusta en Córdoba. Por eso su conquista fue plena y rotunda".
La competencia entre los maestros Manolete y Arruza fue siempre en los ruedos. Más allá de ellos, los dos toreros trabaron una verdadera amistad. Tanto es así que tras la muerte de Manolete, y a instancia del crítico taurino José Luis de Córdoba, es Carlos Arruza quien promueve la corrida magna promonumento en 1951. Desde entonces los nombres de Córdoba, Manolete y Carlos Arruza permanecen unidos en el torero barrio de Santa Marina. Sería de justicia reivindicar en este centenario del nacimiento de Manolete la figura del torero mexicano y reinstalar en el monumento a Manolete en la plaza de Conde de Priego la placa en la que Córdoba le agradecía su dedicación y desvelos para su ejecución. La barbarie la arrancó hace años, sin que a día de hoy haya sido repuesta.
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