Recuerdos taurinos del año de Manolete

opinión taurina

Joselito fue la gran estrella de la feria de 1917, en la que le ganó su particular duelo a Juan Belmonte en tierras cordobesas

Manolete padre, algo abúlico, cortó una oreja

Cartel de 1917, con Joselito y Belmonte como principales atractivos.
Cartel de 1917, con Joselito y Belmonte como principales atractivos.
Salvador Giménez - Crítico taurino

14 de mayo 2017 - 02:41

Se continúan celebrando actos conmemorativos en recuerdo al cumplirse el centenario del nacimiento de Manolete. Coloquios, conferencias, exposiciones, publicaciones extraordinarias y una feria taurina, demasiado exigua y ramplona, se encargan de hacer que la figura de Manuel Rodríguez vuelva a engrandecerse en su Córdoba natal. Tal vez no hagan falta tantos fastos: la figura de Manolete es demasiado grande, y tiene tanto peso en la ciudad,que hace que sea inolvidable, inmortal e imperecedera.

Cien años se conmemoran de su nacimiento. El 4 de julio, en el caserón de la calle Torrescabrera nacía un niño, que hoy es todo un mito. En hombre que supuso un antes y un después en el toreo. Un torero que terminó por cimentar lo iniciado por quienes lo precedieron, y que, como afirma hoy el escritor Domingo Delgado de la Cámara, es el arquitecto del toreo moderno.

El año de su nacimiento para la feria de la Salud se programaron cuatro festejos. Tres corridas de toros y una novillada con picadores. El toreo estaba en auge con la rivalidad entre Joselito y Belmonte. Los dos colosos estaban acartelados en las tres corridas. En la primera, y con toros de Contreras, mano a mano. Su segunda comparecencia con toros de Miura y acompañados por Saleri II. Y su tercera y última actuación, ante toros de Pérez de la Concha, con Manolete, padre, y Saleri II, quien repetía actuación. La feria se completó con una novillada con picadores en la que actuaron Enrique Rodríguez Manolete II, Manuel Soler Vaquerito y José Flores Camará, años más tarde apoderado del Monstruo de Córdoba. Los novillos pertenecieron a la ganadero cordobés Florentino Sotomayor, con reses de Miura y Parladé.

La feria fue para el menor de los Gallo. Joselito se impuso tarde tras tarde a su rival, quien no tuvo en Córdoba actuaciones destacables a pesar del favor del público y del crítico de El Defensor de Córdoba. El coso de los Tejares registró buenas entradas, mejores en los tendidos de sol que en los de sombra, según informaba la prensa local de la época. La misma que tachó al ganado lidiado de chico y de pobre presentación, nada nuevo bajo el sol, destacando algún toro suelto de Miura y el encierro variopinto de capas, entonces de casta Vazqueña, de Pérez de la Concha.

Detalles curiosos de aquella feria fueron que por vez primera se pintara una línea en la arena para marcar los terrenos en el tercio de varas. También que un toro de la primera corrida, de la vacada de Contreras, fuera devuelto por chico, y lidiado, días después, fuera de programa en la novillada. De tal cometido se encargó Enrique Bejarano Sánchez, que tampoco le dio muerte, ya que sufrió un desvanecimiento cuando se disponía a descabellarlo con el ruedo plagado de público, teniendo el toro que ser devuelto al corral ante un escándalo mayúsculo. En la corrida de Pérez de la Concha fue devuelto por chico, la historia no ha cambiado, el segundo del lote de Joselito. Ante la posibilidad de reintegrarlo a chiqueros, el matador se comprometió a darle lidia para después matar el sobrero consiguiendo con el devuelto una faena tan meritoria que el público de olvidó del tamaño del animal, premiándola con las dos orejas del mismo.

Aunque Joselito fue el gran triunfador de la feria, destacó también la actuación de Manolete, padre. Andaría doña Angustias en la etapa final de su embarazo, cuando su segundo marido, había enviudado de Lagartijo-chico, partía plaza, vestido de azul y oro, en Los Tejares. La prensa local de la época, Diario de Córdoba y El Defensor de Córdoba, a través de sus críticos, De Lis y Poli, gallista radical el primero y belmontista hasta la médula el segundo, nos cuenta que Manolete estuvo a la altura de una figura del toreo. Dos faenas solventes y de buen gusto para el público. Manolete recibió una oreja en su primero . Poli en El Defensor de Córdoba escribió de él: "De los espadas, respecto a Manolete, el mismo de siempre buen torero pero no quiere ocupar el lugar que le corresponde entre tanto 'maleta'". La desidia y la abulia eran características de Manolete, padre, causa de que no pasase a la historia como una figura del toreo, lugar que si ocupó quien nació un mes después, elevando el apodo heredado a la cúspide de la historia .

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