El maestro Juan Martínez que estaba allí
Juan Martínez existió
opinión taurina
Alos cien años de su nacimiento y setenta de su trágica desaparición, la figura del matador de toros cordobés Manuel Rodríguez Manolete sigue teniendo un halo de frescura, que despierta admiración y reconocimiento en mucha gente, ya sean aficionados al mundo de toro o no. Manolete continua presente. Se sigue muy de cerca lo que fue, tanto en la sociedad de la España que le tocó vivir como en el llamado planeta toro, donde trajo unos conceptos que a partir de entonces sentaron las bases de una nueva tauromaquia continuando vigentes aún a día de hoy.
El concepto moderno del toreo parte de Manolete. Fue el torero cordobés quien culminó lo apuntado por sus antecesores. Poder de dominio sobre el toro -al que estructuraba una faena de muleta de corte similar-, ligazón entre los muletazos, invasión de terrenos que hasta su llegada al toreo eran imposibles de pisar, quietud, estoicismo y una gran profesionalidad. Todo ello aderezado por algo que solo le pertenecía a él: una personalidad única, magnética y arrolladora.
Todo aquello que llegó con Manolete impactó fuertemente a sus coetáneos. Ninguno fue capaz de igualar al torero de Córdoba. Toreros grandiosos como pudieron ser Pepe Luis Vázquez, dotado de un arte exquisito y un conocimiento de los toros importante, o Carlos Arruza, primer exponente de un toreo atlético y dinámico, poco duraron, haciendo un símil ciclista, tras la rueda de Manolete. Eso sí, muchos trataron, no de imitarlo, pero si beber de sus fuentes. Manolete descubrió a sus contemporáneos que aquel toreo que hacía era una evolución que, de no ser seguida, significaba quedarse atrás en el tiempo con un toreo pasado de moda y desfasado.
Uno de los primeros toreros que captó el mensaje de Manolete fue el madrileño Agustín Parra Dueñas, Parrita, a quien Manolete había alternativado en la plaza de Valencia en la campaña de 1945 en presencia de Carlos Arruza. Parrita capta y asume el toreo manoletista. Tanto es así que le llaman el Manolete de los pobres. Comienza a torear con frecuencia y tras la muerte del torero cordobés, los aficionados ven en el torero de Madrid una sucesión directa del torero trágicamente desaparecido. Pero hacer el "nuevo" toreo tenía sus riesgos. Parrita es herido de gravedad en la plaza segoviana de El Espinar en 1950 y aquel percance hace mella en su ánimo, por lo que su carrera comienza a languidecer.
En México, donde Manolete era un ídolo fuera de lo racional, surge la figura de un novillero que impacta por sus formas y valor fuera de lo común. Un torero en ciernes que levanta pasiones en el país azteca. Sus actuaciones se cuentan por éxitos y su toreo amanoletado y dramático cautiva a los públicos. El hispano-mexicano Laurentino José López Rodríguez, Joselillo en los carteles, está llamado a ser una figura en el toreo mexicano. Tanto es así que se declara novillero triunfador de la temporada de 1946. Es fotografíado con su ídolo Manolete, quien había sido triunfador de la misma campaña como matador de toros, en la entrega de los galardones. Se cierra su doctorado en Lima. Manolete sería su padrino. El hecho luctuoso de Linares impide la concreción del cartel, ajustándose para el doctorado la figura de Carlos Arruza. Pero la ceremonia no tuvo jamás lugar. Joselillo es herido de gravedad, tanto que le costó la vida, el 28 de septiembre de 1947, por el novillo Ovaciones de la ganadería de Santin. Los médicos lograron en un principio atajar el daño, pero, en días posteriores al percance, una embolia pulmonar producida por un coágulo formado a consecuencia de la herida, ocasionó la muerte a la firme promesa del postmanoletismo en México.
Tras la muerte de Manolete su sombra permanecía flotando sobre los ruedos de España. Es por ello por lo que un joven toledano de nombre Francisco Sánchez Fernández, y de apodo Frasquito, impacta en la afición sevillana que lo ve triunfar con rotundidad en el festival de la Aviación el día 9 de septiembre de 1947. Su toreo aquella tarde hizo vislumbrar muchas esperanzas. Muchos vieron en él a Manolete resucitado. Vuelve a ratificar su triunfo de nuevo en Sevilla. El 5 de abril de 1948 se presenta como novillero y forma un lío en el único que pudo estoquear, pues fue herido al entrar a matar. Dos orejas, nuevo triunfo y Frasquito se convierte en el torero de moda. Pero la estrella de Frasquito se apaga rápidamente. Dos graves percances, Bilbao, 18 de abril, y Córdoba, 30 de mayo, son acusados por el incipiente torero de Toledo en el que muchos vieron un heredero del coloso de Córdoba. De aquel "Un principiante, maestro" con el que Don Fabricio tituló la crónica de éxito en Sevilla, hasta aquel "Frasquito salvó su precioso terno a costa del menguado prestigio que tenía" de su última actuación en Madrid, había transcurrido muy poco tiempo. Sólo fue, a causa de los destrozos que le hicieron los novillos, una sombra efímera de algo que quiso ser.
Sólo quedan unas preguntas. ¿Qué hubiera ocurrido si Parrita, Joselillo y Frasquito hubiesen sido respetados por los toros? ¿Se hubiera vivido un post-manoletismo sin Manolete? ¿Hubiera el toreo evolucionado de otra manera? Es difícil de contestar. Aún así la figura de Manolete continua vigente. Este año más que nunca.
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