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En junio de 1936, Manuel Chaves Nogales escribió una crónica sobre el Rocío. Esa crónica se llama Andalucía roja y la Blanca Paloma (la publicó Almuzara) y es uno de los textos más melancólicos que se han escrito nunca. En junio de 1936, Andalucía era una olla a punto de explotar. Por todas partes había ocupaciones de fincas, huelgas campesinas, amenazas, enfrentamientos, insultos. En la carretera de Sevilla a Almonte, el coche de Chaves Nogales fue pasando por pueblos repletos de gente con el puño en alto. En el pueblo siguiente, un grupito hacía el saludo fascista. En el Rocío había anarquistas y comunistas y señoritos, todos juntos, todos hermanados por el mismo deseo de honrar a la "señora de las Marismas", pero seguramente lo que más abundaba era la gente que sólo quería disfrutar de lo poco que tenía. Cuarenta días más tarde, a partir del 18 de julio de 1936, unos y otros quedarían encuadrados sin remedio en uno de los dos bandos. Y unos y otros se buscarían para matarse. O si no, verían estupefactos cómo los que decían actuar en su nombre se buscaban para matarse.
¿Cómo pudo ocurrir una cosa así? En Andalucía tenemos una Ley de la Memoria Histórica, pero todavía no hemos entendido bien cómo se origina una guerra civil. Chaves Nogales -que era un republicano pequeño burgués, y también el mejor pensador político que ha dado España en el siglo XX- sí que lo entendió. Y por eso supo que primero llegan las palabras cargadas de odio y de amenazas. Y que luego, inexorablemente, esas palabras se convierten en hechos. Primero se empieza convirtiendo al adversario en un monigote indigno de cualquier derecho -una "hiena" o un "colono" o un "rojo" o un "facha"-, y luego se pasa a la eliminación sistemática de esa persona a la que previamente se le ha privado del derecho a existir.
Por fortuna no estamos en junio de 1936, pero mucha gente está jugando irresponsablemente a atizar el odio y el revanchismo. En Cataluña hay signos inquietantes de que el enfrentamiento físico entre unionistas e indepes es cuestión de días. Y en el resto del país se está creando esa dinámica diabólica de los dos bandos, el "a por ellos" frente al discurso supremacista de los independentistas. Si Chaves Nogales estuviese vivo, se preguntaría horrorizado cómo es posible que estemos repitiendo los mismos errores.
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