Juan Carlos López Eisman

Hablar con sabiduría e ignorancia

El acento

Como aseguró Darwin, "la ignorancia genera confianza más frecuentemente que el conocimiento"

03 de marzo 2017 - 02:37

Gustavo Flaubert, más famoso por su novela Madame Bovary, es autor de otros textos, entre los que cabe señalar uno muy singular, apenas conocido. Se trata de un diccionario, por cierto incompleto porque no le dio tiempo a terminarlo, en el que incluye lo que llama "lugares comunes" o "ideas recibidas". Flaubert siempre anduvo casi obsesionado con este trabajo en el que incluyó frases más o menos elegantes, repetidas mecánicamente una y otra vez a través del tiempo, muchas de ellas contradictorias entre sí y, por lo general, vacías de contenido. Se cuenta que la cosa le vino porque, siendo joven, se sorprendía ante "las simplezas y tonterías que desgranaba en su hogar una vieja amiga de la familia" una y otra vez. La finalidad de esta tarea fue, sin echar sermones ni discursos, reprender a quienes tratan de explicar el mundo con esa metodología, con talante de papagayo, poniéndoselo delante de su mente para ver si se daban cuenta de su ridiculez.

A día de hoy este fenómeno, ante el aumento de relaciones estereotipadas que las nuevas técnicas de comunicación están abriendo, cada día tiene más presencia. Los consabidos matrimonios de palabras: toda sequía es pertinaz; toda curiosidad, malsana… Albión siempre pérfida y la ambición, loca. Y, si entramos en el lenguaje de los locutores de acontecimientos deportivos, en especial el fútbol, los tópicos ("no tememos al otro equipo, lo respetamos…") están repetidos millones de veces. Agregar a Aquiles "el de los pies ligeros" permite hacer creer que uno ha leído a Homero. El asesino siempre es cobarde y el perro, el mejor amigo del hombre.

A Flaubert le siguieron otros famosos escritores con diccionarios similares y el asunto ha dado pie a un debate técnico en el que, para desánimo de los perezosos que siguen apoyándose en estas muletas polémicas, predominan especialmente dos conclusiones científicas. Una, que "los individuos con escasos conocimientos sufren de un sentimiento de superioridad ilusorio, considerándose más inteligentes que otras personas más preparadas", que, como aseguró Darwin, "la ignorancia genera confianza más frecuentemente que el conocimiento". La otra se refiere a la pasión con que se defiende algo y enuncia que esta, asociada a una discusión, "es inversamente proporcional a la cantidad de información real de que se dispone". Así es que necesitamos cien ojos para defendernos dialécticamente.

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